CAPÍTULO 20

Start from the beginning
                                    

Había tanta preocupación en su voz. Tanto cariño que Soobin nunca había recibido antes. Le creyó hasta que el mensaje de su progenitora se grabó en su memoria, irrevocable y claro. Sin saber que aunque el infierno esperaba después de la muerte, los demonios existían en el mundo de los vivos.

—¿Me entiendes, cariño?— Las caricias se detuvieron, el amor disipándose.

Soobin asintió.

No se atrevió a mencionarle el tema a su hermana, tampoco a hablar acerca de Yuri La muchacha la visitaba en la clínica de vez en cuando y a través del vidrio, Soobin  podía verlas besándose, queriéndose en pecado, arruinándose por la otra.

Cuando se dio cuenta de que le gustaba Yeonjun, fue espantoso. Fue como ver el universo derrumbándose. Ya bastante le costaba admitir que estaba enamorado de su mejor amigo, un hombre, para que tuviese que preocuparse además de lo que pensaría su madre si se enteraba.

Sus palabras seguían quemando en su pecho.

"Tu hermana se irá al infierno por su pecado. No quiero que te pase lo mismo."

No puede saberlo.

Ni ella.
Ni nadie.

—Cuando viniste a la cancha de basquetbol ese día, a declararte— dijo  Soobin con nostalgia, dolor tan pronto los ojos desamparados de Kai  surgieron entre sus recuerdos—. Entré en pánico. En todo lo que podía pensar era en que si no te echaba a patadas como un homofóbico, mi secreto saldría a la luz. Supongo que realmente soy un idiota, dentro y fuera del closet.

Soobin  le miró, y Kai  medio sonrió, comprensivo, queriendo transmitirle que ya no le guardaba rencor por sus acciones; no era nada con lo que no estuviera anteriormente familiarizado. El miedo paralizante, el terror del qué dirán.

Buscaba las palabras adecuadas para tranquilizarlo, para decirle que su madre estaba equivocada; sin embargo, el aire se atascó en sus pulmones cuando procesó lo que acababa de decir.

Cuando viniste a la cancha de basquetbol ese día, a declararte.

—¿Y tú cómo sabías que iba a declararme?— inquirió desconcertado. Soobin esbozó una sonrisa engreída, esa que le habría robado el aliento cuando tenía dieciséis, pero ya no más.

—Se te notaba. Eres transparente como el agua, bebé— Kai  rodó los ojos—. Como ahora, que sé que te mueres por que te bese de nuevo.

—¿No te estás desviando de tema?— se burló poniendo distancia entre ambos. La mano de Soobin se asió en torno a su muñeca y el castaño soltó un ruidito lamentable cuando fue atraído al cuerpo contrario—. Insolente.

—Sólo será uno.

—Y-Ya te he dicho que los besos están prohibidos.

—No te quejaste con el que te di antes— presumió. Kai  lo empujó cuando empezó a inclinarse hacia él—. ¿Me rechazas?

Una sonrisa divertida adornaba sus labios. Kai suspiró, una combinación de cansancio y confusión, de tristeza por el pasado del pelinegro y de alegría por saber que había confiado en él para decírselo.

Cuando iban en la escuela, había soñado con aquel momento. Siempre había anhelado ser una persona importante para Soobin, siempre había querido besarlo, abrazarlo, tenerlo todo para él. De cierto modo, lo había obtenido, tarde pero lo había hecho. Sólo que con una condición de por medio.

Era temporal.

—Lo lamento— murmuró. Soobin  frunció el ceño, sin entender a qué se refería—. Lo de tu hermana. Supe que murió... Lo lamento.

—¿Me estás dando el pésame?

—Creo que sí— Un nudo en su garganta lo oprimió—. Perder a alguien que te importa, es horrible.

Por eso no puedes encariñarte.

—¿Vas a llorar?— dijo el pelinegro, sorprendido cuando Kai se talló los ojos. El castaño rió a secas.

—No.

—¿No? Creo que eres muy llorón, bebé. Pero si te soy sincero, el fallecimiento de mi hermana no me afectó como piensas. Creo que... veníamos esperándolo ¿Sabes?

—¿No te sientes mal?— susurró apartando las manos de su cara. Soobin  pudo atisbar los rastros de lágrimas en sus ojos y acunó su rostro en sus manos, secando la humedad de sus pómulos.

¿Por qué mierda es tan adorable? No debería ser adorable. No debería encontrar a Huening Kai tan jodidamente adorable.

—No. Así que no te preocupes— lo tranquilizó. El castaño asintió esbozando una pequeña sonrisa y calidez recorrió su cuerpo.

Había aprendido que encariñarse con alguien que estaba destinado a perder, era inútil... y doloroso. Era mejor mantenerse alejado para ahorrarse un dolor innecesario, que al final terminaría en nada. Las personas se iban sin detenerse, una despedida siendo lo único que dejaban atrás. Lo que a ellos los unía, era falso y llegaría a su fin tarde o temprano.

Por eso no puedes encariñarte, se recordó. Porque se van y te dejan solo, ¿y luego quién secará tus lágrimas.

Rent A Boyfriend   (sookai) Where stories live. Discover now