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La primera noche del coma, la sentí como ninguna otra, fue una de las mas dolorosas pero aún así, pasajera, apenas sentía mi cuerpo,  mi cabeza palpitaba y mi alma era como un hilo a punto de romperse, desgastado en miles de formas, pero sin duda alguna, lo que más me dolió de todo esto fue el no poder despertar, sentía como me ahogaba en mi propia respiración, veía todo con tanto detalle que era hasta perturbador.

Mi habitación era oscura, las cortinas estaban cerradas y yo estaba guardando una libreta y un lápiz color negro en mi bolsa, al parecer iba a salir de casa ,con mi bufanda azul y mi impermeable amarillo, mi ropa de todas las noches, para ir en dirección a la playa, al salir, las nubes eran color rosa con estelas blancas, y una que otra nublada por la lluvia, caminaba por un sendero de tierra marcado por piedras y margaritas recién florecidas, el aire de la madrugada era frío, de aquél que te penetra hasta los huesos y te hace suspirar levemente, el vapor frío huyendo de mis labios al caminar y abrazándome a mi misma para evitar congelarme, de esta forma llegué hasta mi destino, la playa, o más bien, el estrecho de Busan.

Todo era exactamente igual a ese día, una alegoría que mi propia mente buscaba para atraparme en una pesadilla, todo ocurría de la misma forma, las aves piándo y los peces huyendo de la corriente, la brisa congelada de Busan , e incluso podía sentir el mismo penetrante dolor en el oscuro rincón de mi corazón, allí, en la orilla del mar, la vi a ella, un ángel quizá, un ente de color rosa que iluminaba las aguas asiaticas que tocaban mis pies, ella allí, parada en el medio del océano, con un vestido rojo y sus ojos marrones, me miraron fijamente y no tuve siquiera un segundo para poder reconocerla, la vi a los ojos, era tan hermosa como el agua misma, la luz de la luna brillaba como su piel, era tan hermosa, que en cuanto sonrió, me desperté, incesante, busqué un lugar en donde mirar, pero solo podía ver la oscuridad de mi mente, el coma seguía ahí y claramente no despertaría, ya no era como antes, cuando despertaba llorando para escribir en  mi diario las pesadillas que me invadían, ahora no era más que un cuarto oscuro en mi memoria, sin movimientos, solo voces, y mis imperdonables recuerdos.



















La noche se me hizo interminable gracias a eso, respiraba con dificultad a través de un respirador de plástico unido a un aparato que mi madre revisaba todas las mañanas, específicamente a las 8:30 AM, era agotador hasta para mí, ver a mi madre tan preocupada por un ser humano que ya no vale la pena, soy, en cierto modo, una basura que no sirve para nada, ya apenas tenía alguna motivación para poder salir adelante, solo mis padres que tenían rostros de no dormir por mi culpa, desearía poder acabar con su sufrimiento, pero ni siquiera puedo moverme de esta camilla de mierda, le ruego al universo para que me entregue una señal, para aliviarme, para apagar el dolor de mi pecho, siento que me consume como un incendio, con llamas eternas y quemaduras irreparables.

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⏰ Last updated: Mar 31, 2020 ⏰

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4003 [SEULRENE]Where stories live. Discover now