| • Capítulo 15 • |

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—Creí que había quedado claro el tema de la oficina...

—Esto es importante.

Suspira y cierra el portátil para darme su atención. Bueno, no esperaba tener un momento completo, así que cuando entro y me planto de frente me siento sometida a un escritorio aterrador.

No sé dónde deben estar mis manos, ni cómo debo seguir. ¿Es mejor que me siente? No me ha invitado a hacerlo ¿sería demasiado grosero hacerlo sola? No tanto como no invitarme, eso es seguro. Aún así, me quedo de pie y alzo la barbilla.

—¿Qué te pasó en las manos? —pregunta de repente.

Me quedo cortada.

Bajo la mirada a mis manos y las encuentro rojas e hinchadas. Instintivamente, las oculto detrás de mi espalda.

—Estaba haciendo ejercicio con ligas. Tengo piel sensible. Oye, eso no es de lo que vengo a hablar.

Su mirada vuelve a la mía y casi me arrepiento de haberlo llamado. Casi.

—Esta bien. ¿Qué es eso tan importante que amerita que Danyanett Collins irrumpa nuevamente en mi oficina?

No paso por alto la excesiva dotación de sarcasmo, pero decido guardármelo para después. Me enfrentaba a una situación de vida o muerte, literalmente.

—Scott está detenido. Lo atraparon. Irá a prisión.

Daniel arquea las cejas y se deja caer en el respaldo de su cómoda silla giratoria.

—Y no estás brincando de felicidad porque... —deja la frase colgando al aire y espera mi respuesta.

Lo miro mal.

—¿Tienes algo que ver con esto?

Nuevamente se dedica a evaluarme con la mirada. Me siento desnuda, es como si pudiera ver a través de casa poro y dejara mis secretos al aire.

—No lo hice —admite finalmente—. Pero me alegra que el asunto esté cerrado. ¿Necesitas algo más?

¡Sí, paciencia para aguantarte, gilipollas!

Sonrío con fingida amabilidad.

—Es todo. Gracias por la sesión Su Alteza —me pongo de pie y giro no sin antes percatarme de la sonrisa sarcástica que me lanza desde detrás del escritorio.

 Gracias por la sesión Su Alteza —me pongo de pie y giro no sin antes percatarme de la sonrisa sarcástica que me lanza desde detrás del escritorio

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He pasado el día entero dándole vueltas al asunto. Kleyton no cree ni una palabra de lo que dijo Daniel. Yo no estoy muy segura, pero tengo que creerle. No tiene ningún motivo para mentirme, ¿cierto?

Suspiro y tomó el teléfono para agendar la cita médica con el Reumatólogo, el médico que se encarga de tratar los casos de Lupus. Ahora que parece que el monstruo está activo necesito ayuda.

Agendar la cita es la parte sencilla. No duro más de cinco minutos en línea, la parte difícil será tener que pedir el día libre y encontrar una buena excusa. Hay muchas partes difíciles en el tema de estar enfermo, pero una de las cosas más difíciles es tener que ocultarlo al mundo. Las personas son crueles y, cuando se trata de una enfermedad que muy pocos conocen, el desconocimiento se convierte en pánico y el pánico en discriminación. Pronto encontramos a un grupo de personas que creen que es preferí le no correr el riesgo y apartarse antes de que sea demasiado tarde.

El Café Moka de ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora