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━━━ LELIANA era una joya en bruto. Pocos a su alrededor sabían de astronomía, de lo contrario, se hubieran percatado al instante que su alma era más brillante que el sol. Notado más que una mendiga. Fue una joven que por azares del destino consiguió un modesto lugar entre los muros de la famosa Universidad de Oxenfurt... No obstante, como tantos otros procuraban enterrar su pasado, ella consiguió enterrar las partes más oscuras de su infancia. Pues resultaba aterrador el tipo de sufrimiento profundo que las personas más alegres y amables como ella podían esconder.
La verdad es que Leliana tenía flechas en lugar de palabras y dientes que goteaban acero. La oscuridad florecía en sus costillas y corría por sus venas, siendo cada día más difícil de ocultar. Nunca perteneció a la vida de seda y risas; lo sabía mejor que nadie. Pero quería saborear la mentira todo el tiempo que pudiera, antes de que los milagrosos eventos que surgían a su alrededor le dijeran lo contrario. Nunca se había sentido sola en su vida, y quizás era el momento ideal para darle mayor importancia a dicho sentimiento.
Su destino comienza tras conocer a GERALT, un brujo perseguido por los demonios de su pasado y los arrepentimientos de una existencia vacía de certezas. Pensó que nadie podría amarlo si revelaba lo que acechaba en su interior, pero Leliana nunca tuvo miedo de la bestia dentro del hombre, de tocar su piel enmarañada por barro y sangre. Geralt no sabía si podría protegerla para siempre de la oscuridad. Todo lo que sabía era que, cuando estaba al lado de la Ruiseñor, para siempre no parecía una mala idea.
Sin embargo, es una cosa aterradora amar lo que la muerte puede tocar. El sol se pone al este, el verano deja espacio para el otoño y la luna llora gotas de cristal durante una de las noches más frías que Geralt de Rivia ha experimentado. Cuando entre sus fuertes brazos yace el cuerpo sin vida de Leliana; ese trágico día, su amor había terminado antes de que pudiera florecer.
━━━ HASTA QUE, inmersa en la oscuridad, como un eco en el viento, una voz susurra en el oído de la mujer: «Este no es tu fin. Este es tu nacimiento, mi Mesías».
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