-Te dije que en esté mundo existen personas que quieren hacerte daño- susurró cerca de mí- suerte que siempre tengo hombres cuidandote.

-Gracias, Lillian- agradecí de manera sincera.

-Disculpe, ¿Quién es usted?- preguntó Eric, poniéndose de pie para quedar a la misma altura de Lillian.

-Oh, disculpe señor, soy una especie de mentora para su hija. Me llamó Lillian Harris- dijo causando dudas en mi al no oirla decir su verdadero apellido- se que ahora mismo están confundidos, pero aquellos hombres que llegaron a ayudar, trabajan para mi.

-Somos Eric y Abraham Williams- dijo Eric, estrechando su mano con la de Lillian y luego Abraham hizo lo mismo- ¿tiene una especie de organización?

-Exacto- confirmó Lillian.

-¿Mentora de mí hija, dijo?- esta vez preguntó Abraham, con su ceño fruncido.

-Correcto, señor. No se molesten con su hija por confiar en una desconocida, pero le di las pruebas suficientes para que confiara en mi- sonrió hacía mis padres- se sobre su hija, ya saben, sobre sus poderes y de dónde viene. Y como ve, hasta ahora he hecho lo posible para que nadie trate de capturar la, por dicho poder que posee.

-Bueno señora, solo me queda darle las gracias- dijo Eric, con una sonrisa.

-Sí... - respondió y sin que nadie le diera el consentimiento, tomó asiento en el sofá dónde hace unos días atrás se había sentado y mis padres hicieron lo mismo- señores, que la tengan aquí es muy peligroso. Ella necesita estar bajo protección hasta que sepa cómo controlar sus poderes. Solo es una catástrofe lo que están reteniendo, ya que ella podría salir lastimada o otros terceros podrían estarlo.

Eric y Abraham, se miraron para después mirarme a mi y en sus miradas pude notar que las palabras de Lillian los habian convencidos.

-Hasta ahora hemos hecho lo posible para mantenerla a salvo... pero con lo que ha pasado recientemente, me doy cuenta que no tenemos lo necesario para protegerla- en los ojos de Abraham pude ver lágrimas amenazando con salir.

-No tienes por qué llorar, tienes que sentirte orgulloso de poder haber criado a un alienígena- dije haciéndolo reír por mi comentario.

-¿Qué es aquel mineral extraño que le hizo tanto daño a _______?- preguntó Eric.

-Es Kryptonita, mineral que vino en las naves Kriptonianas. Su función es desaparecer sus poderes al estar esté mineral cerca de ellos- explicó Lillian.

-Bueno, señora Lillian. No sé exactamente lo que ha pasado, todavía me encuentro un poco en shock, pero lo único que diré es que no me arriesgare otra vez- Eric mantuvo su cabeza baja mientras hablaba- puede llevarse a mi niña, pero con la única condición que la proteja como lo hizo hoy.

-Lo haré señor, la cuidaré como si fuera mi hija- Lillian mostró una sonrisa de compasión y de agradecimiento.

-¿Están seguros de esto?- pregunté, pero ellos solo se levantaron para abrazarme.

-Más que seguros. Tienes que sobrevivir mi niña- dijo Abraham, cerca de mi oído.

Después de que el abrazo se rompiera, me dirigí a mi habitación para preparar todo. A pesar de que mis manos estuvieran ocupadas metiendo piezas de ropa en una maleta, no podía dejar de pensar en lo que estaba pasando. No podía dejar de pensar que me alejaría de aquellos humanos que ahora eran mi familia.

Cuando estuve vestida y con la maleta hecha, tome mi celular. Lo encendí y lo primero que hice fue buscar el contacto de Maggie e enviarle un mensaje de despedida, para luego apagarlo y guardar el aparato en uno de los cajones.

Lena Luthor y Tú | Mi MisiónWhere stories live. Discover now