8.- A merced de Thomas.

30 3 10
                                    

El camino a casa estuvo silencioso; Frank miraba de forma disimulada a su hermano que se encontraba pensativo, era difícil tratar de leer su inexpresivo rostro, porque a pesar de ser un joven que dice mucho con una simple mirada, en momentos como estos, cuando el colactáneo decidía sumirse en su propia mente... nadie descifraba su malintencionado y perverso cerebro.

Entró primero el grunge; su hermano despertó de su trance al escuchar como arrojaba la mochila al suelo sin importarle nada. Su mente bloqueaba el sonido y todo parecía volverse más caluroso, ciertas punzadas se desplazaban de su estómago a su entrepierna, provocando que pequeños escalofríos se llevaran a cabo en su espalda. Frank parecía hablar, pero el sentido auditivo de Thomas se hallaba ajeno a aquella capacidad; solo veía la manera en la que Frank parecía mover los labios, articulando palabras que no llegaban a sus oídos.

Al ver que sus labios se detuvieron y que este se dirigía a las escaleras, algo le produjo un terrible deseo por demostrarle todo lo que estuvo resguardando en el trayecto, pero que al resistirse durante todo este momento, ya no podía retrasarlo más. Thomas entrelazó su mano entre los cabellos de Frank y tiró de ellos, por consecuencia hizo que lanzara chillidos de dolor, que fueron silenciados por la mirada lujuriosa del punk; lo sostuvo cercas, con sus rostros a escasos centímetros de proximidad, la mano restante viajó hacia las caderas del que parecía haber perdido la voz; tras un silencio lleno de jadeos por parte del chico con delineador en ojos y tras el estado de éxtasis en el que se encontraba el de mirada noble por la simple conmoción de encontrarse en tan soñada y sexy situación. Al ver que Frank estaba ansiando esto tanto como él y que en su hermoso rostro se reflejaba la excitante espera a que su hermano hiciera el primer movimiento; Thomas captó el mensaje, observaba la manera en la que su amado hermanito le miraba sus labios y se relamía sin siquiera ser consiente que lo hacía.
Esperó lo mínimo, solo para capturar en su cerebro este magnífico evento que estaba a punto de perpetuarse; se abalanzó hacia sus labios, manteniéndolos cautivos, Frank no podía creer que después de unos años, que para él fueron eternos, esto estuviera sucediendo de nuevo; le aterraba aceptar que extrañaba esto. Thomas estaba en las mismas, pero a él no le importaba admitirlo, ya que siempre estuvo al tanto de que su amor hacia Frank no era normal. Las fantasías que siempre habían tenido, y que al parecer ambos compartían, esta tarde se harían realidad.

Nadie estaba al tanto que necesitaban respirar para seguir vivos, hasta que Frankie comenzó a ponerse rojo y terminaron aquellos besos; Thomas comenzó a recorrer el cuello de Frank con pequeños besos, escuchando como respuesta la respiración agitada y uno que otro débil gemido, con su lengua descendió al pecho, pero toda esa ropa que traía su grunge le estorbaba; le arrancó la franela, para después hacer lo mismo con la camiseta de tirantes... al ver aquel pálido pecho, sintió otra descarga un poco dolorosa en su pelvis; no era la primera vez que veía su pecho desnudo, cada vez que lo veía pasaba lo mismo haya abajo, mas él y su miembro sabían que esto era especial, que Frankie estaba así para ellos dos y nadie más.
El punk continuó lamiendo el pecho del lindo hermano, hacia énfasis en los pezones color durazno que de tanto prestarles atención, comenzaban a tornarse rojizos; Thomas estaba tan excitado que no llenaría con esto, así que deseaba tomar por completo a Frank; el de mirada feroz le indicó al grunge que tomara asiento en sus piernas, Frank parecía tener la misma excitación que Thomas, de modo que, como buen hermanito, obedeció la orden y se subió en las piernas de Thomas, quedando cara a cara; el de ojos delineados se sorprendió un poco, ya que Frankie se sostuvo a él naturalmente, se abrazó como si temiera que esto fuera un sueño; el gemelo malvado sonrió enternecido y con ganas de hacerlo suyo, con su mano izquierda le mantenía más apegado a su cuerpo, mientras que con la derecha estiraba de sus cabellos, asiéndolo gemir entre besos. La mano del de mirada pícara viajó de la espalda a la cintura del opuesto, consiguió acercarlo más y logró frotar su miembro con el de Frank; para el inexperto, ese pequeño roce le encantó, dejo salir un quejido colmado de placer, su hermano quería escuchar más de aquello y repitió la acción; mientras se besaban, ambos notaron que sus miembros enardecían al mismo tiempo. Pararon de golpe; Frank, que había mantenido sus ojos cerrados por lo vergonzoso que esto era para él, los abrió encontrándose con la mirada de su hermano que le sonrió y comenzó a reír descontroladamente; el principiante sonrió y fue contagiado por las carcajadas y la bella manera en que sus mejillas se enrojecían rebosantes de vida.

–Sabía que esto de los gemelos nos daba una clase de poder psíquico, pero lo que menos imaginaba era que nuestras pollas se pararan en el mismo instante –las risas no le dejaban ir, su hermanito simplemente asintió con una sonrisa abochornado por la situación; el rostro de Thomas cambió, y dejando de reír comentó –¿Qué crees que papá pensaría sobre nosotros, si nos viera en esta circunstancia?

El gemelo que no portaba camisa miraba a su hermano sin abandonar su risita, pero al querer responder desvió su mirar y por un escaso segundo su sonrisa se apagó, pero regreso su vista hacia su querido Thomas y volvió a brillar –nos odiaría, incluso creo que me odiaría más a mí –el colactáneo recibió aquellas palabras con dolor, no le dio ninguna palabra contradiciéndole o haciendo que su hermano creyera lo contrario de lo que mencionó; ambos sabían que Frank no era el favorito de su progenitor. El punk se podía imaginar el daño que esto infligía en su exquisito gemelo, posó ambas manos en las mejillas de su hermanito, acercó su rostro y se disculpó en nombre de su padre en un tierno beso, sin embargo, estamos al tanto que esto volvería a tornarse en la condición anterior.
Si su padre los viera en estos momentos, ambos estarían muertos; no preguntaría por explicaciones, entraría sigilosamente, los hermanos no lo verían y para cuando reaccionen ya será demasiado tarde, sus vidas terminarían en ese instante.

Los hermanos dejaron de pensar acerca de la aprobación de su padre, continuaron lo que habían iniciado, sin arrepentimiento en ninguna de las dos partes; Thomas comienza a desabrochar los pantalones del excitado pero preocupado Frankie, en un santiamén se encontraba sin nada que cubriera sus piernas, más que su ropa interior; nunca antes habían pasado de simples besos, Frank no se sentía apto para realizar tal cosa como lo es el sexo, sabía que Thomas estaba muy experimentado y temía no ser lo demasiado grande o lo demasiado bueno moviéndose como para poder saciarle; titubeó al ver que el de delineador se dirigía a desprenderle el bóxer, el malvado agarró su envergadura y con esta comenzó a acariciar la de Frank, con tan poco Frank se estaba volviendo loco y cedió.

Esta vez lo habían dado todo; ambos reposaban en el suelo y sin ropa alguna, el de vista suave irradiaba gozo –Frank –pronunció el punk. El nombrado sonrió aún más – ¿sí? –habló con su delgada voz, Thomas se sentó, contempló a su hermanito y soltó: –Te amo, Frankie. –Lo sé. Yo también te amo –respondió y con una risita el punk copió las palabras de su hermanito mudamente, remarcando cada silaba.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 13, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CansinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora