Me miro por el rabillo del ojo y rió nuevamente mientras se inclinaba hacia adelante y paraba a un lado de la carretera. Lancé el libro hacia los asientos traseros mientras cruzaba las manos sobre mi pecho y la miraba seriamente tratar de controlar su risa.

—No-puedo, no pue-do creer que te diera a leer un libro sobre sexo —dijo entrecortadamente, pasando una mano por sus ojos y una en su estómago. Mientras se retorcía en su asiento.
—Pues créelo, lo hizo y no puedo creer tampoco realmente que lo hiciera, se supone que me ayudaría a alejar mi miedo a que los hombre me toquen, no a como entra un pene...
—Ey —me interrumpió— todo esto viene dentro de tu "problema", por algo lo hizo, además, tienes que estar realmente preparada para cuando eso suceda.
—Pero... tú no aprendiste a follar, no leíste un estúpido artículo para hacerlo. Solamente sucedió ¿por qué tendría que hacerlo yo?
—Porque, no muchas personas saben y bueno, también estaría bien que te... culturizaras un poco más sobre el tema.
—Se mucho de lo que hay que hacer, Sara.
—¿En serio? —preguntó, irónica—. Entonces ¿por qué aún eres virgen? —incapaz de responder, abrió y cerro la boca rápidamente, apoyándose en el asiento gris del auto. Sara emitió un bufido y una pequeña risa encendiendo el motor nuevamente, para colarse tras los autos de vuelta a la ciudad.

Ella había regresado a su casa, para cambiar su ropa y luego, salir a un bar a tomar algunos tragos y quizá, acompañar a un chico a casa. Resignándose a quedarse en casa a comenzar a leer el libro que le había recetado, se preparo una gran taza de café y se sentó en la ventana que daba a la calle para concentrarse con la luz de la luna.

Suspiró mientras pasaba las páginas rápidamente sin detenerse y volvía al principio: "Capítulo 1 ¿Qué es el sexo?
El sexo es, en realidad, una experiencia en la que participa el cuerpo entero, desde el cerebro hasta los dedos de los pies(...)".

Aburrido, cambió la página nuevamente y leyó el título de esta "¿Por que lo hacemos?" . Esa es fácil ¿placer? ¿por qué es buenísimo? Bufó fuertemente mientras lanzaba el libro a un lugar lejano. Aquelo era pura mierda.

Se recostó en la cama mirando al techo mientras suspiraba constantemente procesando en su mente su primera vez, completamente perfecta. Con un chico guapo, que la quisiera. No, que la quisiera no, que solo tuviera experiencia y soportara que ella lo golpeara de vez en cuando. Y nuevamente volviamos a que la quisiera, porque realmente debía quererla y ser paciente a todo lugar, pero ¿dónde encontraría a un chico así? Todos los gillipollas que conocía solo querían sexo sucio y duro para pasar el rato y nada más. Los hombres que te respetaban y hacían el amor contigo habían quedado atrás convirtiéndose en maquinas sexuales para adictas sexuales.

Era triste, pero era cierto. John Cunning fue su novio en bachillerato, ella lo quería pero él solo buscaba un poco de sexo, al enterarse que ella era virgen, había corrido como todos lo hacian. Brian Smith fue un compañero en el trabajo que ella ejercía a tiempo parcial, era un chico lindo, caballeroso y tierno, pero al igual que John, solo quería una noche de sexo. Luego venía Ryan, Nick, Kevin, Martín, Matías y por último Jesse, aquel chico a quien casi le rompía la nariz de una patada. A simple vista, esto era conocido como puta, borrando completamente el hecho de haber pasado más allá de los besos.

Dio una vuelta en la gran cama quedando acostada sobre su brazo derecho mirando la pequeña mesita de noche mientras cerraba los ojos para dormir. No tenia nada mas que hacer, solo culparse mil veces el haberle echo caso al sexólogo y no haber salido con su amiga para ver si esta podría ser su oportunidad. Pero ya había pasado, no podría arrepentirse ahora.

El castaño se paseaba frente a ella con la mirada puesta en el libro.
—¿Entendiste alguna cosa? —pregunto mirándola.
—Un poco... lo que realmente no entendí fue... ¿por qué me hiciste leer este libro?
—Porque eres inexperta —contesto sentándose frente a ella— y antes de ejercer la actividad sexual, tienes que saber un poco sobre el tema.
—Eso no era a lo que yo venía.
—Lo sé, pero necesitaba algo de tiempo para saber que es lo que te afecta. Y tengo algunas ideas acerca de eso, pero aún debo... investigar un poco más.
—¿Aún no lo sabes?
—No —musitó—. Pero, tengo muchísimo tiempo aún, tu problema sera un poco extenso —______ bufo con los brazos sobre su pecho, viendo como Justin nuevamente se levantaba y caminaba hacia el escritorio y sacaba del cajón una pequeña caja de terciopelo azul.
—¿Qué es eso?
—Un regalo para ti —dijo sentándose a mi lado y abriendo la caja, mostrando un hermoso collar.
—¿Para mí? —preguntó maravillada tomando el collar entre sus manos admirándolo con cuidado. Tenía una piedra verde parecida a una esmeralda.
—Si —contesto divertido— a todas mis pacientes les obsequio uno de estos. Quiero que lo uses en todo momento, solo te lo saques para bañarte y a la hora de cambiar de atuendo, por favor, no te lo saques ¿me entiendes?
—Pero... ¿para qué es?
—Solo un obsequio —se encogió de hombros tomando el cuadernillo— ahora, segunda fase, interacción con hombres, hoy, irás a un bar, si quieres con tu amiga, acércate a un chico y pon en práctica lo que leíste.
—¿Y si no pasa nada?
—Me lo contaras, pero intenta que de verdad, algo suceda.
—Esta bien ¿cuándo tendría que venir, nuevamente?
—Pasado mañana.

El bar estaba completamente repleto de guapos y solteros chicos que estaban buscando con desesperación alguna buena follada.

Tome nerviosamente la cadena entre mis dedos mientras movía las caderas rítmicamente acercándome a un chico que no había dejado de mirarme. Necesitaba ir por el camino fácil y tenia que tomar en cuenta de que ellos eran los que tenian que desearme a mí.

Aunque, mirándolo bien, el chico no estaba nada mal.
Mi trasero choco contra su pelvis mientras subía y bajaba lentamente al compás de la música. Sus manos, curiosas y tímidas tomaron mi cadera acercándome más a él. Sus labios, húmedos y suaves se movieron marcando una linea imaginaria en mi cuello.

Solto un gemido en mi oído haciéndome sentir su erección y que ya estaba preparado. Me giré a él, juntando nuestros labios, desesperados, ansiosos. Mientras sentía como su mano bajaba por mi espalda, colocándose en mi trasero y apretándolo, dejándome sentir una vez más, lo duro que estaba. Gemí contra su boca sin dejar de moverme al ritmo de la música.

Mis manos acariciaron sus hombros, entrelazándose tras su cuello. Mi lengua recorrió su cavidad bucal. Nuestras anatomías comenzaron a moverse en una coordinada danza. Su boca se separo de la mía, depositando pequeños y húmedos besos en mi mejilla, cruzando un camino hasta llegar a mi oído.

—Vámonos a un lugar, rápido —susurro causando que soltara un gemido casi involuntariamente. Solo sonreí mirándolo a los ojos, mientras tomaba su mano y caminaba entre la multitud.

Satisfecha.


Mis piernas se enredaron en su cadera al cruzar el umbral de la habitación. Mi espalda toco la suave textura de la sábana y él peso de su cuerpo calló sobre mí.

—Eres extremadamente caliente —murmuró besando mi mejilla y acariciando mi cuerpo.

Un escalofrío me recorrió por todo el cuerpo al sentir sus manos recorriendo mis muslos y piernas. Cerre los ojos fuertemente al sentir un nudo en mi garganta.

¡No! Por favor, ahora no. Suplique en voz baja mientras me ponía completamente rígida. Sube las manos, pedí, sube las manos. Sus labios comenzaron a besar mis muslos y supe que no podría más. Lo tome del cuello de su camisa subiéndolo antes de que mis pies comenzaran a golpearlo y que otro chico más saliera por aquella puerta huyendo de mí.

Inexperta baje mis manos hasta el borde de su camisa, sacándola por encima de su cabeza, dejando su abdomen bien formado con algunos tatuajes a la vista. Mis manos acariciaron su pecho lentamente, depositando besos en éste, sintiendo sus caricias en mi espalda. Sacó mi camiseta con avidez y el miedo me invadió completamente. Ahora venían los pantalones, luego nuestra ropa interior y pasaríamos a otra etapa y simplemente no estaba segura de poder hacerlo.

—Ahora deberías sacar mi pantalón ¿no crees? —preguntó mirándome expectante. Él estaba ya desesperando y yo solo trague dirigiendo mis manos a la cremallera de su pantalón.

Lo baje lentamente con su ayuda liberando su gran erección. Él estaba sin ropa interior, lo que realmente me hizo estremecer y mirarlo inmediatamente con algo de miedo. Sonrió mientras dirigía sus manos hacia mi falda y la subía. Ahora igual que la otra vez, me encontraba en ropa interior. Sus manos recorrieron mis piernas nuevamente, llegando hacia mis muslos, acariciándome por encima de mis bragas.

Pero no lo soporte, solo sentí como mi pie nuevamente se estrellaba contra la cara del chico y este caía de la cama con un fuerte sonido. Ahora si, la había cagado.

Virgen a los 25Where stories live. Discover now