El camino de la perseverancia

Capítulo 2

 ¿Nunca te has preguntado cómo lo hacen en esas portadas de esas revistas famosas para estar siempre en forma y tener esos cuerpos esbeltos y perfectos? Pues es mentira. Lo verdaderamente importante es lo que tú mismo hagas con tu cuerpo y lo bien que te puedas sentir volviéndote una persona sana y segura de sí misma. No es imposible pasar a sentirte bien y fantástico gracias a un arduo trabajo y, sobre todo, constancia.

Puede parecer una paliza digna de un entrenador personal pero es otro de los aspectos a tener en cuenta a la hora de sentirte bien y es alimentar tu cuerpo. Me refiero a que si te ves bien, los demás te verán bien. Olvídate de esas historias fantásticas de las novelas que te dicen que, aunque no seas guapo, puede venir tu pareja ideal del cielo y alegrarte el momento. Todo eso es falso y debes saberlo cuanto antes. Es muy importante sentirte bien por dentro y por fuera para que los demás vean, o no porque tampoco te importa lo que piensen, que tú eres una persona sana y estás orgulloso de cómo eres.

Seamos realistas: no vas a hacer el primer día 100 kilómetros y te vas a volver el mejor atleta del mundo. Se trata de un trabajo diario y constante que repercute en dejar de comer guarrerías y ser sedentario para comer mejor y hacer deporte todos los días como norma general. Esto no es una especie de bronca sino un consejo muy importante para la salud tanto física como moral. Debido a cuidarse uno, adquiere más armas para conseguir lo que se propone.

Otra parte fundamental es la confianza de tus seres queridos. Bien es sabido por los libros de historia que los grandes generales de las grandes guerras que ha visto el mundo tenían huestes enormes, pues bien, si te codeas de buena gente también puedes sentirte bien. ¿Cómo es ésto? Se trata de ir con gente que te aporte de verdad, que te haga sentir que eres la mejor parte de ti. Si pasas tu tiempo con gente con la que te sientes incómodo entonces te estás mintiendo a ti mismo. Debes ser valiente y pensar que te mereces siempre lo mejor, y eso incluye a compañías. Tampoco tienes que ser de los que se arriman al árbol que más cobija sino saber bien quiénes son tus aliados en el camino.

También es menester que aprendas a escuchar más que a hablar. De esta forma puedes aprender más y errar menos. Observar cómo los demás actúan te da unas pistas esenciales de cómo o cómo no hacer las cosas. También puedes aprender cómo debatir una idea y cómo hacerlo mal para que a nadie le importe lo que dices: siempre tienes que mantenerte en tus trece y saber que lo que dices es lo que sientes desde el fondo de tu ser.