Lo grandioso que eres

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Cuando menos lo esperó, ambos estaban ya frente a la puerta de su apartamento. En serio no había notado ni en qué momento bajaron del taxi que probablemente Eijirou había pagado. El susodicho abrió la puerta principal y le dejó pasar primero para después cerrar con llave y dejar la misma colgada junto a la puerta. Katsuki fue enseguida a la cocina para preparar la cena y los pasos de Eijirou fueron tan rápidos como los de su novio para acorralarlo contra la encimera. La espalda de Katsuki chocaba con su pecho y sus brazos evitaban el fácil escape de su novio, impidiéndole incluso voltearse.

— Eijirou, ¿qué diablos? — cuestionó el otro, sin su tono usual de molestia cuando su novio hacía ese tipo de cosas. Porque sí, generalmente fingía molestarse por esos pequeños y tiernos gestos de su novio, pero le encantaba y no era un secreto para Kirishima.

— No te dejaré hacer algo hasta que me permitas ayudarte — sentenció el más alto.

— Si quieres puedes ayudarme con la cena, pero sueles olvidarte de--

— Sabes a lo que me refiero — cortó Eijirou, moviendo un brazo de su firma prisión para poder voltear el cuerpo de su pareja y alzarle la barbilla para que le viera a los ojos —. Háblame, amor.

— ¿Soy tan malo como todos me pintan? — balbuceó, desviando la mirada y por fin externando sus pensamientos. Kirishima mentiría si dijera que esa sola frase y ese rostro afligido no le rompieron el corazón. Suspiró pesado captando la atención de su ansiosa pareja, ahora preocupando al rubio con esa simple acción, haciéndole pensar que, en efecto, era tan malo como todos decían. Su mirada fue directo al suelo ya que los dedos de Kirishima habían suavizado su agarre —. Huh...

— No, espera, amor — se apresuró a decir el otro, notando que el mayor había malentendido su suspiro. De todos modos, Katsuki ya no quería ver al otro a la cara, así que se enfocaba a ver el espacio entre sus pies —. No lo eres, para nada — afirmó, sonando contundentemente seguro, lo cual hizo al rubio detener su respiración unos segundos —. No eres malo, ni un poco. Eres imponente, ¡claro que lo eres! ¡Eres el héroe número 2, Katsu! Obviamente tu presencia impone, y no en un mal sentido. Das un aire de grandeza, y hay millones de personas que te ven como un símbolo de victoria. Tú eres el héroe más genial que existe, porque siempre das la seguridad de que vas a ganar, por más difícil que sea. Te conozco, amor, piensas las cosas, eres analítico y, aún mejor, rápido. Por eso los tontos creen que eres impulsivo, porque pareces no pensarlo, pero claro que lo haces y siempre encuentras el modo de solucionar las cosas. Eres la persona más admirable que hay.

Para este punto, Eijirou refugiaba el cuerpo de su novio en su pecho, permitiéndole sentirse seguro y vulnerable en ese momento, entre sus brazos. Katsuki era un humano, a final de cuentas, tenía sentimientos y eso Kirishima lo sabía mejor que nadie. Por eso también le molestaban las personas tan descaradas como ese presentador, que hacían comentarios tan grotescos como si los demás no sintieran el más mínimo.

“¿Alguna vez has considerado cambiar tu imagen? Ya sabes, por tu primer puesto en el ranking de héroes que parecen villanos”

Solo de recordarlo su ceño se frunció y apretó más el cuerpo que abrazaba.

— E-Ei — se quejó el otro por la repentina fuerza que su novio usó, y pronto fue liberado. Vio la mirada preocupada de su novio y hasta entonces se dio cuenta de sus propias lágrimas en la sudadera de Kirishima y las demás aún bajando por sus mejillas —. ¿En verdad piensas eso? — terminó por preguntar unos minutos después, cuando detuvo por completo su llanto.

— Jamás pensaría lo contrario — respondió el pelirrojo, abrazando por la cintura a su pareja, para acercarlo nuevamente a su pecho y le dio un beso en la frente —. Tenlo bien presente, amor. Tú eres impresionante y de los mejores héroes que existen. Para mí siempre serás el número 1. Todo de ti es fascinante.

Una vez más [kiribaku]Where stories live. Discover now