Capítulo 3: "Alfa"

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La colada se hacía cada martes, jueves y domingo; y yo era quien se encargaba de recoger las cosas.

Iba de pasillo en pasillo, de celda en celda, recogiendo sábanas, uniformes, calcetines y cubrecamas; cada cual en su lugar correspondiente.

El ala "C" cuenta con cinco pasillos, cada pasillo con 15 celdas a cada lado, cada celda con dos o tres prisioneros, dependiendo de su tamaño.

Mi celda era la 20 "C" estaba en el primer pasillo, en el cuál ya había recogido todo lo que tenía que llevar.

Al llegar al tercer pasillo, entré a la primera celda, que era justamente como la mía, excepto porque estaba pintada de un color diferente, y tenía cuatro camas; dos camarotes a cada lado de la habitación.

Las camas estaban hechas, así que tuve que quitar las sábanas.

Estaba sobre mis manos y rodillas en la cama de abajo de la derecha quitando la sábana de abajo cuando escuché una voz que me asustó y me hizo saltar en mi lugar.

–No sabía que había recibido un regalo.

Mi piel inmediatamente se erizó, y me levanté de la cama.

Aunque no me guste admitirlo, me asusté.

Era un alfa muy alto, con cabello al estilo militar, rubio, de ojos grises penetrantes.

–Estaba haciendo la colada, ya me voy-dije y cuando pasé por su lado, tomó mi brazo con su mano y me empujó de nuevo hacia la celda.

–No

–Permiso por favor

Al decir eso lo vi directo a los ojos e intenté sacarme de su agarre; podría tener miedo pero no dejaría que un estúpido alfa supiera que me había asustado.

Creo que no escuchaste bien– dijo acercándose a mi para luego poner su rostro frente al mío – No te irás, al menos no hasta que yo quiera.

Le escupí en la cara y eso lo hizo enojar.

Me dió una bofetada y me tiró a la cama, cerré los ojos y me resigné.

Ya no fui valiente.

Pero no pasó nada.

–Déjalo.

Era el alfa coqueto de nuevo, aunque esta vez si estaba contento de escucharlo.

–Es nuevo, no importa lo que le pase.

–Te dije que lo dejes.

El rubio hizo caso omiso a lo que el otro decía y siguió su camino hacia mí.

Harry gruñó –Te le acercas otra vez y eres hombre muerto.

–Pero...

Esta vez se acercó a él y lo tomó del cuello para gritarle lo mismo en la cara y le dió un puñetazo justo en la nariz.

–No necesitaba tu ayuda–dije levantándome y yendo hacia la salida.

–Se dice "gracias" niño rico.

–Gracias, pero no necesitaba tu ayuda.

–¡Iba a violarte, Louis!–gritó enojado –¡podría hacerte matado!

–No lo hizo.

–Porque yo lo evité.

–No te lo pedí.

De un momento a otro su cara cambió de una expresión de enojo a una de preocupación.

–Te lastimó–dijo acercándose a mi y tocó mi cara suavemente con su pulgar, mi labio ardió con el roce y mi mejilla palpitó de dolor.

Cautivo en tiWhere stories live. Discover now