XII

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Cuando salieron al campo de juego con las manos entrelazadas, sus corazones no pueden evitar sentirse llenos de euforia y nerviosismo a la vez. Vieron a las personas de su escuela que están ahí para darles todo su apoyo y a sus familias y no pudieron evitar sentirse felices y totalmente extasiados.

Todo hasta que JaeMin notó a su madre en la multitud y se dirigió a Lee.

—JeNo, no puedo seguir tomando tu mano —le dijo y el menor le mostró un puchero—. Yah, no te pongas triste. Cuando termine el partido hacemos lo que quieras.

El menor entonces soltó su mano y le regaló una linda sonrisa. Ambos calentaron durante unos minutos y por fin dieron la señal de que el juego iba a empezar.

Empezó bastante tranquilo: un par de pases por aquí y por allá y algunos acercamientos fallidos a la portería del equipo contrario de parte de ambos equipos, pero que habían sido controladas.

Todo cambió en el juego cuando de un minuto a otro, ya habían metido un gol en su portería. Todo el equipo se llenó de nervios y en cierta parte, de energía. JeNo tomó el control del balón, procurando evitar a todos los demás, dio un pase y corrió cerca de la portería sin problemas, recibiéndolo sin problemas y metiendo por fin el gol que sería el primero.

El juego siguió con el mismo ritmo que había adoptado después del primer gol, y esta vez fue JaeMin el que se acercó a la portería y recibió el pase, pero se le dificultó más el no perder el balón por la cantidad de personas que se habían arremolinado a su lado. Entonces se fue a la esquina y arriesgó, terminando en otro gol.

Todos celebraron muchísimo y dieron brincos de felicidad.

Se les asignó a banca y metieron a otros dos jugadores en sus lugares, así que obedientemente se sentaron hombro a hombro mientras se hidrataban.

—Lo hiciste muy bien, Jen —le dijo su menor—. Estoy orgulloso de ti.

—Tu lo hiciste mucho mejor Nana —contestó el menor, recargando su cabeza en el hombro ajeno—. Eres el mejor.

El juego pasó sin más problemas, volvieron a meter un gol y aunque el otro equipo metiera un uno último, no lograron empatar ni mucho menos rebasarlos.

El sonido de que el juego había terminado los llenó de orgullo en exceso. Se levantaron y comenzaron a brincar y a gritar, corriendo hacia la cancha y abrazándose entre brincos.

JaeMin se acercó a JeNo y lo miró unos segundos con los ojos brillantes. Sé sentían eufóricos y extremadamente felices.

—Lee JeNo, te compré y me compré este anillo, como promesa de que siempre te querré —le dijo Na.

Lee se quedó sin palabras unos segundos, sintiéndose adolorido de tanta felicidad.

—Te quiero demasiado, Na JaeMin —contestó—. Lastima que no te puedo besar.

Se colocaron los anillos y se abrazaron tan fuerte que sintieron que sus costillas iban a reventar.

El entrenador los llamó y todos hicieron un círculo.

—Chicos, solo quiero que sepan que estoy muy orgulloso de ustedes sin duda alguna —dijo—. Han crecido tanto en estos meses y sé que aunque no todos se van, muchos de ustedes si. Sepan que les deseo la mejor de las suertes y espero que el nuevo que recorrerán les traiga grandes cosas —notando que una parte de el equipo estaba al borde de las lágrimas, añadió—: Los quiero mucho y les he tomado mucho cariño a lo largo de estos meses. Cuídense mucho, ¿ok?

Todos asintieron e hicieron un último saludo grupal. Nana volteó a ver a su novio, notando que sus ojos estaban un poco acuosos.

Inevitablemente, soltó una carcajada sonora y dio unos golpecitos en su espalda.

—No llores, Jen —le dijo, con la mala mirada de su novio sobre de él—. Vamos a darnos una ducha.

—Yah, Nana —protestó, siguiéndolo—, no te burles de mi.

En cuanto entraron a los vestidores, Lee tomó sus hombros y lo arrinconó en una de las esquinas de la habitación, chocando sus labios con necesidad y siendo correspondido al instante de la misma manera, sintiendo sus brazos acomodarse alrededor de su nuca.

Profundizó aún más el beso, mordiendo ligeramente su labio inferior y metiendo sus manos en la camiseta ajena, acariciando su abdomen.

Se separaron y juntaron sus frentes sudadas, respirando frenéticamente. JaeMin río suavemente y dejó muchos besos alrededor del rostro ajeno.

—Eres un bebé —sonrió JeNo—. Mi bebé.

Se sonrieron unos segundos, y después se separaron y se metieron a las duchas. Por separado, obviamente.

Salieron, estando ya completamente secos y limpios. Ambos se sentían tan tranquilos y felices que no lo podían creer: toda la euforia del partido se había agotado, pero ese sentimiento de tranquilidad y satisfacción iba a tardar un buen tiempo en irse.

...

Su mamá lo recibió con mucha felicidad cuando se encontraron. Le había comprando pizza y alitas, además de que le dió un fuerte y cálido abrazo.

Sus hermanos y su cuñada también le habían comprado cosas variadas, como dulces o cosas que le gustaban.

Una vez en el auto y estando JaeMin rodeado de cosas y extremadamente feliz, su madre tomó la palabra con tranquilidad.

—Debo decir que estoy muy orgullosa de cómo has jugado hoy —le dijo, mirándolo por el espejo retrovisor—. Se nota que te haz esforzado mucho para llegar hasta donde estás. Estoy feliz por ti, hijo.

—Muchas gracias, mamá —respondió el menor—. Me alegra mucho que te haya gustado como jugamos. Todos hicieron un gran trabajo.

—La verdad que si —añadió su hermano—. JeNo también jugó excelente, HyoRi. Dale mis felicitaciones de mi parte. Tiene un gran futuro.

Miró con ambas cejas alzadas a Nana, que sólo rodó los ojos con un ligero sonrojo, que no se notaba por la oscuridad en el vehículo pero que el obviamente sentía.

—Claro que si, espero que lo podamos ver pronto y podríamos hacerle una cena a ambos —añadió HyoRi—. ¿Que opina usted, madre?

JaeMin notó que su mamá se tensaba al volante, y pudo confirmar sus sospechas de que traía algo entre manos. Esperaba que no fuera lo que creía que era.

—Honestamente, no sé qué tan buena idea sería —comentó su mamá, con un tono gélido que solo usaba cuando quería ser firme y tajante—. Y espero que no te ofenda lo que voy a decir, pero JeNo está siendo de mal influencia a Nana, y no sé qué traen en manos esos dos últimamente.

—Pero, madre, JeNo no está malinfluenciando a nadie —protestó JiSook—. No me parece correcto que hables así del hermano de HyoRi.

—Lo siento, pero es lo que opino de ese chico. Por eso, JaeMin, estás castigado a partir de hoy y hasta que vuelvas a clase —dijo la mujer—. No puedes ver a Lee JeNo bajo ninguna circunstancia y si me desobedeces se alargará el tiempo. Tampoco podrás usar tu teléfono ni tu laptop —sentenció con tono frío como un témpano de hielo.

—Como digas, mamá —respondió el menor, aunque iba a encontrar la forma de verse con él costase lo que le costase.

Ante los reclamos de su hermano y su cuñada, JaeMin guardó silencio y borró la conversación que tenía con JeNo en su teléfono, además de borrar la de RenJun, porque este sabía mucho de él.

Na JaeMin estaba cansado de pelear con su madre. De que esta no lo amase de la misma manera en la que una madre debe amar a su hijo.

///

Volví, si. Y espero que sea para quedarme.
—boo.

I DON'T LIKE YOU ー NOMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora