Elsa Vestida de Sangre (Adaptación)

Capítulo Veintiuno

"Quizás debería agradecerte, entonces", dice, y el acento se nota.

"¿Qué haces aquí?"Pregunto"¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Cómo pasaste la puerta?"

"He estado aquí todo el tiempo", dice. Tiene dientes blancos y brillantes. Su boca no es más grande que la de cualquier hombre. ¿Cómo deja él marcas tan gigantescas?

Él está sonriendo ahora, su barbilla inclinada hacia arriba. Tiene una forma desgarbada de moverse, como hacen muchos fantasmas. Como si sus extremidades estuvieran rígidas, o como si sus ligamentos se pudrieran. No es hasta que se mueven para atacar que los ves de verdad. No me dejaré engañar.

"Eso es imposible", le digo. "El hechizo te hubiera mantenido fuera". Y no hay forma de que haya estado durmiendo en la misma casa con el asesino de mi padre todo este tiempo. Que ha estado un piso por encima de mí, observando y escuchando.

"Los hechizos para mantener a los muertos fuera no valen nada si los muertos ya están dentro", dice. "Voy y vengo como quiero. Traigo cosas que los niños tontos pierden. Y desde entonces he estado en el ático, comiendo gatos ".

He estado en el ático, comiendo gatos. Miro más de cerca a la serpiente blanca que ha estado tejiendo entre sus dedos. Es la cola de Frosty.

"¡Joder, te comiste a mi gato!", Grito, y gracias, Frosty, por un último favor, esta furiosa descarga de adrenalina. El silencio se llena de repente con el sonido de los golpes. Elsa me escuchó gritar y está golpeando la puerta, preguntando si estoy bien. La cabeza del fantasma gira como una serpiente, un movimiento antinatural e inquietante.

Mi mamá no sabe lo que está pasando. Ella no sabía que Elsa estaba afuera, así que comienza a aferrarse a mí, insegura de a qué tener más miedo.

"Jack, ¿qué es eso?", Pregunta ella. "¿Cómo vamos a salir?"

"No te preocupes, mamá", le digo. "No tengas miedo".

"La chica que esperamos está justo afuera", dice, y se arrastra hacia adelante. Mi mamá y yo bajamos un paso.

Extiendo la mano por la barandilla. El athame parpadea y lo devuelvo al nivel de mis ojos. "No te acerques a ella".

"Ella es la razón por la que vinimos". Él hace un susurro suave y hueco cuando se mueve, como si su cuerpo fuera una ilusión y no es más que ropa vacía.

"No vinimos por nada", escupí. "Vine a matar a un fantasma. Y voy a tener mi oportunidad ". Me lanzo hacia adelante, sintiendo mi hoja separarse del aire, la punta plateada rozando sus botones frontales.

"¡Jack, no lo hagas!", Grita mi madre, tratando de arrastrarme por un brazo. Ella necesita dejar de hacer eso. ¿Qué piensa ella que he estado haciendo todo este tiempo? ¿Colocar trampas elaboradas con resortes, madera contrachapada? Esto es mano a mano. Esto es lo que sé.

Mientras tanto, Elsa golpea más fuerte la puerta. Debe estar dándole una migraña estar tan cerca.

"Para eso estás aquí, muchacho", susurra, y me golpea. Parece poco entusiasta; pierde por una milla. No creo que haya fallado por todo el asunto del ojo cosido. Él solo está jugando conmigo. Otra pista es el hecho de que se está riendo.

"Me pregunto cómo morirás", le digo. "Me pregunto si te sacudiras o si te derretiras". 

 "No haré ninguna de esas cosas", dice, todavía sonriendo. 

 "¿Y qué pasa si te corto el brazo?", Le pregunto mientras salto las escaleras, mi cuchillo se retrajo y luego cortó en un arco afilado. 

Me golpea en el pecho y mi madre y yo caemos de cabeza por las escaleras. Duele. Mucho. Pero al menos ya no se ríe. En realidad, creo que finalmente logré cabrearlo. Recojo a mi mamá.

"¿Estás bien? ¿Hay algo roto? Ella sacude la cabeza. "Ve a la puerta". Mientras se aleja, yo me levanto. Está bajando las escaleras sin ninguna señal de esa vieja rigidez fantasmal. Es tan ágil como cualquier joven vivo. 

 "Podrías vaporizarte, ya sabes", le digo, porque nunca he podido mantener mi maldita boca cerrada. "Pero personalmente, espero que explotes".

Respira hondo. Y luego otra vez. Y otra vez, y no los está dejando salir. Su pecho se está llenando como un globo, estirando su caja torácica. Puedo escuchar los tendones allí, listos para romperse. Entonces, antes de que sepa lo que está sucediendo, sus brazos están extendidos hacia mí y está justo en mi cara. Sucedió tan rápido que apenas podía verlo. La mano de mi cuchillo está clavada contra la pared y me ha agarrado del cuello. Lo golpeo en el cuello y el hombro con la otra mano, pero es como un gatito jugando con una bola de hilos.

Él suelta ese aliento, rodando por sus labios en un humo espeso y dulce, pasando sobre mis ojos y dentro de mis fosas nasales, tan fuerte y empalagoso que mis rodillas se doblan. 

 Desde algún lugar detrás de mí, siento las manos de mi madre. Ella grita mi nombre y me aleja.

"Me la darás, hijo mío, o morirás". Y él me deja caer de nuevo en los brazos de mi madre. "La suciedad de tu cuerpo te pudrirá. Tu mente agotará tus oídos. "

No me puedo mover. No puedo hablar. Puedo respirar, pero no mucho más, y me siento muy lejos. Entumecido. Algo confuso. Puedo sentir a mi madre gritar e inclinarse sobre mí cuando Elsa finalmente abre la puerta a golpes.

"¿Por qué no me llevas tú mismo?" La oigo preguntar. Elsa, mi fuerte y aterradora Elsa. Quiero decirle que tenga cuidado, que esta cosa tiene trucos bajo sus mangas podridas. Pero no puedo. Así que mi madre y yo nos acurrucamos entre esta pelea de los espíritus más fuertes que jamás hayamos visto.

"Cruza el umbral, hermosa", dice.

"Tú cruza la mía", dice ella. Ella está luchando contra el hechizo de barrera; su cabeza debe sentirse casi tan apretada como la mía. Un delgado riachuelo de sangre negra gotea de su nariz y sobre sus labios. "Toma el cuchillo y ven, cobarde", grita Elsa. "¡Sal y déjame sin correa!"

Está hirviendo. Sus ojos están sobre ella y sus dientes rechinan. "Tu sangre en mi cuchillo, o el chico se unirá a nosotros por la mañana".

Trato de apretar más el cuchillo. Solo que no puedo sentir mi mano. Elsa está gritando algo más, pero no sé qué es. Mis orejas se sienten rellenas de algodón. No puedo escuchar más.