Capítulo 1: El antes.

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—¡Corre!

Escucho a Sam gritarme mientras Abe sostiene mí mano, corriendo junto a mí. Male corre detrás nuestro. Mis pies ya estan cansados y mí cuerpo pide agua. Aún así, no puedo detenerme.

Esto es diversión.

Para festejar nuestras últimas vacaciones antes de ingresar a la universidad, decidimos venir a la playa de la ciudad, para poder divertirnos un poco y relajarnos. Esto es sorprendente para mí, ya que mis padres son muy estrictos y jamás me dejan salir a la ciudad sin ellos. Aún así, no lo he pensado tanto. Los padres de Sam hablaron con ellos y automáticamente me dejaron ir.

—¡Yo llegaré primero!—Grita Sam antes de tirarse al agua. Abe y Male le siguen y yo me detengo un segundo a respirar.

Sam, Abe y Male son mis mejores amigas desde que tengo memoria. Las cuatro nos conocimos en el jardín de infantes, y estuvimos todos nuestros años de estudios juntas. No imagino que sería de mí sin ellas.

Tomo aire y me tiro al agua.

Está fría, pero no me importa. El calor afuera del agua es peor. Rápidamente mí cuerpo toma la temperatura correspondiente y me alejo de la orilla. Siento como me salpica el agua, entrando en mí oído.

—¡Eres una bruta, Sam!—Le grito, a lo que ella se ríe.

Luego de unas horas en el agua, nos fuimos. Ya era tarde y a ninguna le gustaría conducir de noche. Tomamos un helado y volvimos al hotel a vestirnos para ir a una fiesta. Jamás me me había sentido tan libre. Quizá solo las personas con padres estrictos me entiendan.

Abe conduce mientras cantamos canciones que pongo desde mí celular. Male canta a todo pulmón y se detiene solo para que Sam cuente algunas anécdotas de ella en la ciudad. Sus padres son fanáticos del lugar y vienen de vacaciones muy seguido. Por eso elegimos este lugar, un lugar conocido para una de nosotras.

En cuanto llegamos al hotel, nos duchamos y vestimos para salir. Pero no todo podía salir perfecto.

Mientras Male alisaba el cabello de Abe, la electricidad se corta. Y yo pienso en que todavía tengo una toalla en la cabeza esperando a secar mí cabello con el secador.

—No puedo ir así—Habla Abe mientras se mira en el espejo. Tiene la mitad del cabello con esos rulos que la caracterizan y la otra mitad del cabello lacio.

Prendo la linterna de mí celular y la coloco sobre la cama. Tratando de que alumbre lo suficiente la habitación. Las chicas hacen lo mismo, pero colocando sus celulares en distintas partes. Así el ambiente se alumbra bastante para poder terminar de cambiarnos .

—Bien, Julie. Ve a recepción a preguntar cuando volverá la luz, mientras yo le lavare el cabello a Abe para que vuelva a sus rulos—Me habla Sam.

—Mis rulos, ¡no!

—¿Por qué yo?—Mi voz es temblorosa. No me agrada la idea de salir a afrontar pasillos de inmensa oscuridad.

—No seas miedosa, llévate tu teléfono.

—Male, acompañame—Ruego.

—No puedo, es mí turno de bañarme—Entra al baño con la linterna de su celular y cierra la puerta.

En este momento se estarán preguntando por qué le hago caso a Sam. Les explico, ¿han visto a Sam enojada? Jamás. Y les juro que me da más miedo ella que cualquier otra cosa que pueda encontrar por el pasillo.

Cierro la puerta de la habitación y comienzo a caminar por dónde creo que es correcto. Mí celular no me ayuda lo suficiente, por lo tanto, no se hacia dónde estoy yendo. Solo espero llegar a recepción. Nuestra habitación está en el tercer piso, solo tengo que contar cuando baje las escaleras. Cuando conté hasta 3, comienzo a caminar más rápido. Pero no veo la recepción.

—¿Necesita ayuda, señorita?—Escucho a mis espaldas. No puedo ver bien su rostro en la oscuridad, aún así, por su voz deduzco que es un hombre.

—Yo... Em...

—Se la ve algo pálida—Dice alumbrando mí rostro con una linterna. Su tono de voz es algo burlesco, pero decido ignorarlo.

Suspiro, tratando de calmarme y hablo—¿Podría decirme cuando vuelve la electricidad?

—Sube a tu habitación, trataremos de arreglarlo lo antes posible. ¡Que malhumorado!

Aún así, doy las gracias y me voy.

Subiendo las escaleras nuevamente, con mí corazón latiendo fuertemente, y mí garganta secándose del miedo, se encienden todas las luces a mí alrededor. Miro hacia atrás para ver al chico que hablo conmigo segundos antes, pero no veo nada.

Olvido eso y subo corriendo para poder terminar de alistarme. Una vez que todas lo estamos, cerramos la puerta de nuestra habitación y Sam y Abe se van a buscar el auto, mientras Male y yo esperamos.

—Oye, Juliette. Tengo que decirte algo...

Sam y Abe llegan rápidamente y yo ignoro por completo a Male. No era momento de otra cosa que no sea ir a esa fiesta.

Al entrar al lugar la música me aturde. Está demasiado alta y hace mucho calor. Tomo la mano de Male para no perderme y la sigo hacia dónde ella va. Pronto, nos encontramos en la barra, dónde Abe pide algunos tragos, ya que es la única de nosotras que tiene 18 años.

—Hola—Escucho una voz detrás de mí. Al darme vuelta veo a un chico bastante guapo. A través de la oscuridad solo puedo ver su cabello rubio—Mira... Mis amigos me dijeron que en toda la noche no podría conseguir a nadie que baile conmigo, y me ayudarías mucho si lo haces. Te pago un trago.

Me río, es muy tierno.

—Mostremosle a tus amigos que se equivocan—Digo cuando me alejo de mis amigas. Ellas me dieron una sonrisa picarona y luego desaparecieron de mí campo visual.

Desearía que no lo hubiesen hecho.

Lo último que recuerdo, es a ese chico. Aunque no recuerdo haber tomado nada luego de eso, o que se haya pasado de la raya. Fue muy dulce.

De repente miró a mí alrededor y no puedo creer lo que veo. Es como un mal sueño. Hace unas horas estaba en una fiesta y ahora estoy...

En un bosque.

Mí cabeza duele, mis ojos arden y mucho menos puedo hablar. El cielo está nublado, me rodean enormes árboles pero están a unos metros. Estoy en un enorme círculo dentro del bosque. ¿Cómo llegué aquí?

—¡La encontré!—Escucho una voz y trato de ver de dónde viene.

De repente, veo a un grupo de personas correr hacia mí, desesperados. Entre ellos puedo ver a Abe y a Sam, quienes corren más rápido que los demás para llegar a mí.

—¡Juliette!—Grita Sam cuando llega hacia mí y me abraza desesperada.

—¿Qué pasó?—Mi voz es solo un susurro, pero ellas logran escucharme.

—Male...

—Chicas por favor, dejen que respire—Un hombre que al parecer por el uniforme es policía, las detiene—Juliette, ¿Verdad?—Asiento con mí cabeza—Ya es hora de volver a casa.

(***)

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