Capitulo 2

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Me encuentro en Cancun, alojada en el mejor hotel con vista frente al mar.
Caminaba sobre la arena en la playa y cerraba los ojos disfrutando del placer que causaba esta debajo de mis pies al igual que el relajante sonido del mar y los pájaros cantando, nada podía ser mas relajante en este momento. Abrí mis ojos al sentir unos brazos abrazandome por detrás, al darme vuelta era el, mi amado novio Chris Evans lo tome del rostro y uni nuestros labios en un hermoso beso.

― Te amo― le digo mirándole fijamente a los ojos.

El abre su boca para responderme, me mira directo a los ojos y de sus suaves labios salen sus palabras

―Despiertate maldita idiota― ok, eso no es lo que esperaba.

―Despiertate, Adriana, maldito oso perezoso.

― ¿Chris eres tu amor?

― Otra vez tu y tus sueños húmedos con Chris Evans, levantate ya, o perderás tu tren― mi madre si que tenía una hermosa manera de hacerme pasar vergüenza

―¿Que hora es?

― Son las 7 am

― Mierda, mis clases comienzan a las 8 .

Mientras escuchaba el regaño de mi madre sobre no quedarme usando el celular hasta tan tarde y la responsabilidad de llegar temprano a la universidad, me duche y cambie.
Ya era tarde para el desayuno, aunque de todas formas nunca desayunaba.

Ya esa mujer me tenía cansada con sus regaños, yo siempre era totalmente responsable cuando se trataba de mis estudios, siempre llegaba a horario y puedo decir que soy la mejor de mi clase, pero esa maldita alarma ya no funcionaba correctamente, yo no tengo la culpa de que la maldita alarma no funcioné.

Camine hasta llegar a la parada de buses, para mi mala suerte este paso frente a mis narices obviando todos mis intentos por frenarlo. Los pasajeros se habrán reído tanto de mi viéndome correr dos cuadras tras este sin que frene, y ni hablar de cuando me tropecé con esa maldita piedra y caí.
Este definitivamente no era mi día.

Al fin pude tomar un bus, que tardo años en llegar a la estación de trenes, de igual manera mi mal humor no podía aumentar, después de todo ya me había resignado a que llegaría tarde a la universidad, ya había perdido un bus y mi tren habitual había salido hace mas de 30 minutos.

Al llegar a la estación de trenes observe que el próximo llegaba en 3 minutos, bueno eso no era mucho.

Mientras esperaba el tren no podía evitar sentir que alguien me observaba y una maldita sensación en el pecho, mas precisamente en mi corazón.

Cuando por fin llego el tren me subí, mientras todos me apretaban, no entendía porque las personas se comportaban como malditos animales, en fin, esta sociedad estaba perdida.
Cuando por fin el tren cerro sus puertas yo levante la mirada y lo que vi me dejo completamente perpleja.

Un hermoso hombre no dejaba de mirarme, hasta tal punto que sentí mis mejillas ruborizarse, su mirada era profunda, sus ojos eran color miel y se sentían tan abrigadores, tenía el cabello castaño oscuro, barba y un cuerpo de infarto. No me intimidaba en lo mas mínimo sino todo lo contrario, no podía dejar de mirarlo y no podía evitar sentir una sensación extraña en mi estómago, como podía alguien con solo una mirada hacerme sentir así, debía estar loca.

Cuando por fin llegue a mi destino no pude evitar sentir pánico, ya que había llegado 2 horas tarde!.
Y esta era la hora con mi profesora de Derecho laboral la Doctora Sandra Brosar o como todos la llamamos, Cruela De Vil y si que se había ganado ese apodo, ella era una perra del demonio, una vez hizo llorar a un compañero frente a toda la clase.

Amor de estación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora