Luego de escuchar la breve exposición del maestro ahora se encontraba desarrollando algunos ejercicios que éste había dejado, se rascó la cabeza y notó que quizás suspendería la materia, era horrible en todo lo que tenía números.

-Oye, ¿me prestas un lápiz? -Kala volteó cuando sintió el toque de un chico en su hombro, su mirada se encontró con unos lindos ojos azules cubiertos por largas pestañas, sonrió.

-Solo si me ayudas a desarrollar estas preguntas -bromeó sacando un lápiz de su bolsa y extendiéndoselo.

-Es lo que mejor sé hacer, ayudar a damas en apuros -dijo con una sonrisa en la cual se podía notar como sobresalían dos lindos hoyuelos, Kala extendió su mano en un saludo.

-Kala Stuart -Se presentó.

-David Ivanov -dijo tomando sus manos entre las suyas. David estaba de suerte pensó, nunca había visto una chica tan linda y que por lo visto, le seguía la broma.

-Un placer, David -susurró Kala para que el maestro no les llamara la atención frente a toda la clase-. Espero que seas un buen profesor -bromeó, David le regaló una sonrisa tímida para luego encogerse de hombros.

-Hago lo que puedo -susurró, Kala sonrió y luego cambió de asiento para tomar lugar al lado del chico lindo y poder copiarse de sus apuntes, quizás no tendría que suspender la materia, pensó con una sonrisa en los labios.

-Muchas gracias por haberme ayudado -agradeció Kala una hora después viendo como el curso se despejaba por la finalización de la clase, David hizo señas con las manos quitándole importancia al asunto.

-No es tan difícil -dijo.

-Prefiero literatura -comentó colocando su mochila en unos de sus hombros y recostándose de su escritorio, David rascó su cuello sin saber que decir, en realidad era muy tímido con las chicas, prefería observarlas de lejos pero desde que vio la hermosa sonrisa de Kala o como arrugaba su pequeña nariz confundida por lo que explicaba el profesor, puso su timidez de lado y fingió no haber llevado lápiz a clase. Supo que había valido la pena cuando la vio sonreírle.

- ¿Hace cuánto estas en Inglaterra? -preguntó David tratando de poner un tema de conversación y recordando que minutos atrás aquella chica le había dicho que era nueva en el país, Kala fingió pensar.

-No lo sé, ¿cuatro días? -dijo encogiéndose de hombros, David sonrió causando que se le marcaran hoyuelos en cada una de sus mejillas, Kala quería hundir sus dedos en ellos.

-Entonces no conoces la universidad -afirmó-. Ven, te enseñare -dijo extendiendo su mano en dirección a Kala. Kala sonrió complacida y en vez de tomar su mano se sujetó a su brazo con toda la confianza del mundo, Kala no notó el color carmesí que cubrió las mejillas de David.

-Tendré al mejor guía del mundo -bromeó y juntos salieron del aula, David empezó a mostrarle los lugares y a explicarle cada uno de ellos pero Kala estaba más concentrada en la anchura de sus bíceps-. Me gustan tus brazos -soltó de pronto causando que el moreno vuelva a sonrojarse por segunda vez en la mañana.

-Si -carraspeó sintiendo como Kala presionaba sus bíceps-, Ayudo a mi padre en su empresa constructora, a veces hago el trabajo sucio en vez de ayudarlo con la contabilidad -dijo adentrándose en la cafetería, Kala hizo una mueca cuando el olor de la comida llegó a su nariz causando que su estómago gruñera, todavía no había desayunado.

David caminó hasta detenerse frente a un grupo de personas compuesto por dos chicas y dos chicos, todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para brindarle una sonrisa a David y mirar con curiosidad a su nueva amiga.

Aunque no pueda VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora