Prólogo

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15 Años Atrás.

Hakoon observaba la luna desde la ventana de su habitación. Era de madrugada y en el castillo no estaba despierta un alma, sin embargo, el príncipe no podía dormir. Sus padres habían ido a despedirlo como cada noche y apagado sus velas para que durmiese, pero Hakoon permaneció despierto durante horas: primero bajo sus sabanas y después sentado al filo de su ventana, para terminar mirando al precipicio  desde su balcón. Esa noche, convenientemente, había luna llena, y ese globo de plata brillante se encontraba en su máximo esplendor; le encantaba ver la luna y no era la primera vez que lo hacía en una noche de insomnio, pero esa noche en especial la luna se encontraba esplendida, tanto que las estrellas a su alrededor perdían su función y se veían como insignificantes luciérnagas rezagadas abriéndole paso a su diosa.

Desde la habitación del joven príncipe se podía ver la ciudad entera: algunas luces se veían en las calles y un ladrido lastimero se escuchaba a lo lejos. Hakoon se quedó observando como la ciudad reflejaba la luz de la luna casi hipnótica mente, y cuando empezó a sentirse mareado dirigió su mirada a un lado. A su derecha estaba el balcón de su abuelo el más grande de los tres existentes al ser del Rey, y para sorpresa de Hakoon, el único aparte del suyo que no estaba deshabitado en ese momento.

El Rey estaba de pie en bata mirando al cielo. Su cabeza parecía ser amiga íntima de la luna pues, sus colores, se mezclaban en esa maraña de ondas plateadas. Al sentir la mirada del príncipe el Rey se giró, lo observó un momento mientras le sonreía y le guiñó un ojo. Miró por última vez la luna mientras alargaba su despedida caminando por lo largo del balcón y se adentro a su habitación. No era la primera vez que su abuelo y el coincidían en ese ritual nocturno, era casi tradición para Hakoon encontrárselo despierto el también cuando no podía dormir. Pero esa noche había algo diferente, algo que no había ocurrido en las noches anteriores, esa noche, su abuelo se sentía lejano: Hakoon lo veía pero sentía que estaba lejos, muy lejos, y aunque era una lejanía que no tenía sentido y que no alcanzaba a explicar, sentía como su corazón se apretaba dentro de su pecho con una sensación desgarradora de miedo.

 Pero esa noche había algo diferente, algo que no había ocurrido en las noches anteriores, esa noche, su abuelo se sentía lejano: Hakoon lo veía pero sentía que estaba lejos, muy lejos, y aunque era una lejanía que no tenía sentido y que no alcanz...

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ACTUALIDAD

Alianza. Siete simples letras que no había podido sacar de su cabeza desde la mañana.Horas atrás había recibido un ultimátum: el reino de Landuria quería hacer una alianza, y con alianza, se referían a que exigían un casamiento entre su hija y el príncipe de Sybila o sangre se derramaría. A su padre siempre le gustaron las guerras, y aunque hace años el reino no participaba en una, el rey también creía que era hora de que su primogénito se casara. A Hakoon no le pudo caer peor que un balde de agua salada encima la noticia, apenas había cumplido los 20, y sinceramente poco le atraía la idea de desposar a alguien y mucho menos, formar una familia, sin embargo y contar todo pronóstico, aceptó.

Demás está decir que aunque esto no era nuevo para los reyes, a ambos les disgustaba que siempre se guardara lo que pensaba su hijo, para que luego, y de una manera terriblemente empleada, terminara expresando sus sentimientos.

HAKOONWhere stories live. Discover now