7. Paseando

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Salimos de la casita de la abuela, dejando toda la comida allí, pues era para ella.

Recorrimos el mismo pero camino, pero en sentido contrario.

Es curioso como las emociones pueden afectar tanto a la percepción de las cosas. En la ida el bosque me había frío y obscuro, y era por la mañana. Ahora, junto a él, parecía más... No sé, agradable. A su lado, por muy loco que pareciera, me sentía segura. Y realmente me encantaba la sensación.

Estaba demasiado feliz como para ver que mi hombre-lobo también sonreía contagiado por mi felicidad.

En ningún momento solté la mano que había entrelazado justo al salir de la casita de madera. Y no tenía intención de hacerlo. Me embaía la agradable sensación de su suave tacto de su mano cubriendo la mía casi con delicadeza, pero con un toque de firmeza, que me hacía sentir amada.

No andamos con prisa, pues no la había. Y si la había la ignoramos como haría cualquier pareja de enamorados en la situación, aunque creo que no hay muchos casos de estos en la historia de las relaciones.

En alguna parte del trayecto empecé a dar pequeños saltitos, me estaba emocionando con su simple presencia. Mi niña interior empezaba a salir a la superficie. Mi sonrisa no se alejaba de mis labios. Vi un pequeño oasis de flores del que no debía haberme percatado en el camino de ida, me detuve delante de mi acompañante y le mostré mi hallazgo.

Él debió entender mi intención por lo que cambio la dirección de su rumbo y se dirigió hacia ellas. Por la emoción solté su mano y empecé a recoger aquellas hermosas flores.

Una mano poseedora de una de aquellas flores se posó delante de mi mirada, su propietario me miro con amor y colocó la pequeña flor en mi cabello

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Una mano poseedora de una de aquellas flores se posó delante de mi mirada, su propietario me miro con amor y colocó la pequeña flor en mi cabello.

Me sonrojé por cuarta vez en todo el día y bajé la mirada al suelo. Las piedras de repente parecían muy interesantes (Okey. Ni yo me lo creo). Pero no pude seguir admirándolas mucho rato, ya que unos finos dedos subieron mi barbilla en contra de mi voluntad e hicieron que sus ojos, sus hermosos ojos, y los míos estuvieran en la misma onda. Se acercó lentamente y me dio un tierno beso en la cabeza.

Los dedos que unos instantes antes sostenían mi mentón bajaron por mi cuello, siguieron por mi hombro para llegar de mi brazo a mi mano. Sostuvieron esa y tiraron de ella suavemente, haciéndome reaccionar.

-¿Vamos? -su voz era mi punto débil.

Asentí al no poder articular palabras. Él sonrió sinceramente y tiró de mí, haciendo avanzar nuestros pasos...

...acompañándome hasta el final del bosque.

Caperucita Roja [FanFic]Where stories live. Discover now