Día 4: Multiverso

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  Era un día lluvioso en Nueva York, el reloj marcaba las 3 AM y Stephen Strange se encontraba mirando American Horror Story en su habitación.

  El ataque de Thanos a la tierra había terminado, Tony había muerto junto con Natasha, Steve había vuelto al pasado y ya no tenía desórdenes mágicos ni problemas intergalácticos de los que ocuparse.

  Estaba teniendo unas merecidas vacaciones que pasaría mirando esa serie que Wanda tanto le había recomendado y que él no aceptaba que le encantaba.

  Su café estaba caliente, el santuario tranquilo y su rulero en el cabello bien acomodado. Nada parecía poder perturbar esa bonita noche de tranquilidad, salvo por el timbre que le retumbó en los oídos.

  "La magi-concha que los pario ¿Uno no puede ver a Sarah Paulson tranquilo?" pensó para si mismo, mientras se ajuntaba la bata azul y caminaba hacia la entrada.

  Abrió solo un poco la puerta, para encontrarse con un empapado Scott Lang, que parecía tiritar de frío mientras intentaba protegerse de la lluvia con su campera negra.

  —¡Hola, Doc! ¡Soy Scott Lang! ¡Ant-Man! ¡No se si me recuerda!— gritó el hombre afuera, intentando hacerse oír por sobre la ruidosa lluvia.

  Stephen lo recorrió con la mirada de arriba a abajo y, cuando Scott le regaló una simpática sonrisa, le cerró la puerta en la cara.

  —¡Por favor Strange! ¡Necesito hablar con usted!— pidió el hombre desde afuera, golpeando la puerta.

  Strange hizo de cuenta que no lo escuchaba, comenzando a subir las escaleras, pero los golpes retumbaban en todo el santuario de Nueva York, irritándolo.

  Se dio media vuelta cuando estaba a mitad de la escalera y, con un simple movimiento de manos, la puerta de entrada se abrió de par en par, asustando a Scott Lang, quien dudó un segundo antes de entrar.

  Las puertas se cerraron detás de él, haciendo un ruido seco, mientras Strange bajaba las escaleras sin inmutarse.

  —Éste es un santuario mágico con miles de años de historia, artefactos dañinos para quien no sepa utilizarlos y un guardián que debe estar todo el tiempo alerta para que nada se salga de control— comenzó diciendo Strange, bajando las escaleras hasta un sorprendido Scott—. Pero no tan inestable como yo, así que a no ser que Wanda se haya salido de control y el resto de los Avengers estén muertos, no entiendo el por qué de tu presencia.

  —Perdón Strange, digo señor, osea doctor... Emmm... ¿Señor Doctor Strange?

  —Soy un hechicero serio con miles de cosas en la cosas en la cabeza, tengo que cuidar el santuario y vigilar que la magia no se desestabilice ¿Podrías ir al punto?

  —¿Tiene un rulero en la cabeza?— Strange refunfuñó aunque por dentro se moría de vergüenza, mientras que Scott se tapaba la boca con la mano—. Perdón señor, yo...me desvíe... Pero me resulta raro que use un rulero...

  —¿Y que te crees? ¿Qué mi hermoso cabello es arte de magia? Por favor, nada es perfecto— dijo mientras se sacaba el rulero rosa de un tirón.

  —Yo... Perdón otra vez...

  —Dejá de pedir perdón, me ponés aún más de mal humor— aseguró Strange, caminando hacia unos sillones que había en ese piso inferior—. Vení, vamos a sentarnos porque creo que ésto viene para rato.

  —¿No va a darme al menos una toalla?

  Strange chasqueó los dedos con elegancia, mientras se sentaba, y una toalla blanca flotó rápidamente en el aire, hasta chocar con la cara de Scott, quien ni siquiera se quejó y caminó a paso apresurado hasta donde estaba el mago, mientras se refregaba el pelo.

Star-Ant Week [2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora