Introducción

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Ladea la cabeza y sonríe de lado. Su entusiasmo le causa gracia. ¿Cree que logrará algo solo por estar feliz? ¡Sólo que le mire a él!, cuando estuvo en su lugar, falló las dos primeras veces, y comprendió algo: entusiasmarse es un sentir traicionero. Por otro lado, estaría a punto de reprobarla, justo al verla inerte, mirando el "destino" que sería su evaluación, como si de un acertijo se tratara. La prueba final de magia de empezó hace ya dos minutos, y ella sigue sin hacer nada. El joven suplente cruza las piernas y apoya su mentón en la mano izquierda, está empezando a sentirse hastiado. Hoy aguantó demasiadas quejas por su falta de experiencia en la materia, aunque, no era inesperado, pues, ha de ser la primera vez que esa persona falta a su deber. Las razones parecen ser desconocidas, pero lo suficientemente poderosas como para matar la responsabilidad y convertirla en desgano. Siendo sincero, nunca pensó en que llegaría el momento en que sustituiría al encargado, es de verdad preocupante que no haya venido, pero no se ofrece información del tema, ¿para proteger su reputación? Eso no se sabe.

— ¿Qué esperas para iniciar? —La joven le mira confundida. Su amable faceta desaparece, y empieza a poner dureza en las palabras, necesita ver su lado dominante, para que empiece de una buena vez. En su mente se le cruza la posibilidad que su incompetencia esté por verse, y que, todos sus aires de seguridad eran solo una artimaña para aparentar preparación. Esto no es un caso nuevo, como lo ha podido constatar en los muchos reportes de "no acción" por parte de los testeados. —No tenemos todo el día, tu tiempo casi llega a su fin. Esperemos que... tu seguridad hable así de tu "acto". —Ella ignora sus palabras. Sabe lo que hace, y los efectos que provoca, pero, es parte de su meditación. Solo estaba evaluando el objeto de prueba.

Ha faltado poco para que retire sus pensares negativos respecto a la recién graduada que tiene en frente, y empiece a analizar sus gestos, articulaciones y demás muestras corporales externas. Se acomoda en su asiento y acerca su mano al cuervo, para arrancar una pluma la que usará para mezclar con la sangre, y empieza a redactar:

"Hay un orificio ocupado por una esfera incolora. En ella, se encuentra una orbe de iris café, que se mezcla con un tono ligeramente más suave, pero sin dejar de intensificar la mirada. Posee una serie de líneas desordenadas, entre luces, figuras imaginarias que complementan de manera disidente su esencia. Estoy siendo testigo de ese momento: debo escribir lo más pronto que pueda, para llevar seguimiento de su metodología del poder. La veo parpadear y disimulo mi amplio estudio de su estructura ocular. La fina piel extremadamente pálida que recubre esa parte de su cuerpo está ligeramente coloreada, típico maquillaje. Sus pestañas son relativamente largas, y del mismo tono de lo anteriormente descrito. No me centraré mucho en ello, es normal que las brujas posean características inhumanas, pero, ella posee varias, eso sí. Es muy veloz, pero puedo asegurar que cumplió con su cometido. El objetivo fue correctamente hechizado".

El juez admira su trabajo, lo ha hecho bien. Todo lo que sacrificó, sus largos días de insomnio, donde su única compañía eran los libros de investigación, dieron resultado. La joven había, conseguido la aprobación de aquellos tras la mesa flotante. Su hechizo era potente, preciso, pero más importante aún: lleno de experiencia adquirida por cuenta propia y seguridad. Era lo que ellos buscaban en un hechicero noble, y ella lo tenía. ¿Por qué dejar pasar la oportunidad? Las calificaciones hablaron por ella, fue perfecto para permitirle conseguir la medalla de oro, pasaba al siguiente nivel mágico. Dejaría de ser un cinco promedio, para convertirse en un hermoso seis, ese número, curveado y femenino, que adornaría su currículo y le abriría puertas a muchos destinos. Luego de terminar, recibir las felicitaciones y los títulos requeridos del procedimiento, pidió algo extraño, que ni el más ermitaño de los brujos pediría en su día especial, donde el río del saber les da unas gotas de su caudal: deseaba soledad. Esa sensación de vacío, de pertenencia a la nada, silencio y seguridad absoluta. Paz, despeje mental y un aislamiento profundo, eso era todo en esos instantes. No dio explicaciones y se despidió cortésmente, antes de solicitar un cuarto solo iluminado por velas, donde pudiera escribir. Ignoró al búho blanco destinado para las cartas, y de su brazo sacó una pluma que llevaba siempre consigo. La remojó en sangre de elfo, y empezó a observar el papel, unos segundos, antes de empezar a escribir; había empezado a tener un ataque de culpabilidad, otra vez, debía plasmar ese sentir en donde fuera, pero a diferencia de otras ocasiones, ya se encontraba lista para ello, y sin más, presiona para escribir la carta que anhelaba desde años, por fin cumpliendo este sueño, aunque no como ella lo hubiere preferido, era imperfecto, pero lo estaba haciendo, y esa persona jamás lo leería, ya sus ojos no tenían luz ni fuerzas para hacerlo, por lo que cambió sus infantiles planes y los llevó a la realidad; enterraría la carta en su epitafio, para que su alma, donde sea que estuviese, la pueda leer y descansar tranquila, sabiendo que su sueño respecto a ella se había cumplido. Sí, era un plan genial, que debía ser llevado a cabo, a como dé lugar.

Malditas Flores.©Kde žijí příběhy. Začni objevovat