Capítulo I

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Me seguía preguntando, "¿Por qué no me escapaba?", después de esos interminables tres meses de curso solo quería escaparme de este aburrido sitio y de mi compañera parlanchina. Era insoportable hasta su voz ya que ella intentaba que hablase y hablase, pero tampoco la podía culpar de que no supiera que tengo esa dificultad de habla.

Mucha gente me solía decir que tenía un problema mental o me decían que era medio autista, pero la verdad nunca le he prestado mucha atención ya que yo sabía con seguridad que eso no era verdad. La verdad no me gusta pensar en ello, simplemente me gusta respirar y estar en mi mundo, donde todo es perfecto no como esta vida.

Hoy me levanté triste, como cada día, me vestí y sin dirigir mote alguno a mis dos compañeras de habitación me fui al comedor. Allí cogí algo de la mesa y me marché al jardín trasero, donde nadie me pudiese ver ni interrogar, pero ese día era diferente, el patio trasero estaba ocupado por tres personas muy ruidosas. Una sensación de pura grima entró en mi ser, pero pese a ello no dejé de poner esa característica expresión seria en mi cara.

Al fijarme más, me di cuenta de que a uno de los tres chicos ya lo había visto anteriormente, se trataba del chico tan odioso y borde al que había hecho tropezar. Cuando nuestras miradas chocaron acto seguido aparté la mía, ya que no me siento nada cómoda estableciendo contacto visual. Disimulé comiéndome las galletas con pepitas de chocolate, tampoco es que tuviera tanto tiempo de comer ya que justamente cuando estaba sintiendo el dulce sabor del cacao deshacerse en mi lengua, mis queridisimas compañeras me taparon la visión con sus manos, cosa que me hizo ponerme tensa, pero no me asusté.

- Te lo dije Kate, nunca le daremos un susto, me debes 7 dólares.

- Laurie, ¡has hecho trampa, le tendrías que haber dado un susto mayor!

Mientras ellas discutían yo me fui a buscar a la terapeuta. Ella era una de las personas con las que más confianza tenía. Necesitaba hablar con ella ¡ahora! tenía esa necesidad de saber lo que pasaba. Fui corriendo hasta su oficina, pero me empezó a seguir el insoportable chico, corrí con todas mis fuerzas para que no me atrapase, me fui chocando con mucha gente y de repente me choqué con Adel González, la directora de esta maldita cárcel.

- ¡Señorita Borderbay! mire por donde va, por dios, a la siguiente tendrá una sanción.

- Lo siento... pero el chico me estaba persiguiendo...

- ¡No me mienta! Aquí no hay ningún chico solo estamos usted y yo en el pasillo - observé mi alrededor y vi que efectivamente no había nadie en el pasillo...

Me disculpe una vez más y seguí con mi rumbo principal con más tranquilidad. Al llegar a la pequeña habitación vi que no había nadie, así que esperé unos minutos hasta que llegó el maldito chico que no hacía más que acosarme.

- Hola querida paciente, es un honor poder sustituir a la señorita Marden.

- ¿Como que sustituir? -Lo dije con un tono tan bajo que no sabía ni siquiera si había llegado a escucharme.-

- ¿Sorprendida nena?

Le odiaba tanto pero TANTO que ahora sí creo que podría ser considerada Michael Myers pero en chica, ahora si tenía a mi primera victima. Me levanté a toda prisa y me encaminé en dirección a la puerta, el problema llegó cuando él pronunció una simple palabra:

- ¡Autista!

Lo dijo en un tono tan discriminatorio que solo quería irme a llorar sola, en el baño o en cualquier sitio, pero simplemente sola, sin nadie de este maldito internado.

Y eso hice, me fui corriendo al baño de chicas y me encerré en un cubículo, me puse a llorar como nunca lo hice recordando todo lo que me había pasado para llegar a esa situación. Desde los ataques de ira hasta esa maldita palabra, la gente no sabía lo mal que lo pasaba al ser diagnosticada como autista, aunque yo se que no lo soy, ¡Lo se!

Empezaba a oscurecer y yo no me había movido de ese refugio, solo estabamos yo y un váter, penoso pero cierto. Nadie me había venido a buscar ni siquiera el que provocó que estuviese así, tampoco le iba a pedir que viniera, es un idiota sin cabeza ni corazón. Se notaba que ya era tarde porque me empezaba a rugir el estómago, tenía muchísima hambre. ¿Sabeis lo tipico de sentir mariposas cuando estas enamorada? Pues yo sentía unos grandes monstruos esperando al acecho.

Cuando no pude soportar estar más tiempo en ayunas salí de ese estrecho lugar con mucha delicadeza de no hacer ruido. Pensaba que no habría nadie en la puerta ya que seguramente sería tarde, pero me equivoqué, joder si me equivoqué. El idiota insensible estaba fuera en la puerta esperando, cual zorro aguarda a que el conejo salga de su madriguera, solo que yo no salí.

- ¡Maryline te he visto no te escondas! - dijo con sorna.

Simplemente le ignoré como lo haría con cualquier idiota, acto seguido volvió a gritar lo mismo una y otra vez hasta que llegó la directora. Me escondí detrás de la puerta y puse atención a todo lo que decían.

-¡Qué son esos gritos! ¡Daniel deja de gritar ya! ¡Encima que te contrato! ¡Malagradecido!

- iPero si lo hago gratis! ¡Usted no tiene derecho a gritarme! ¡Es injusto y lo sabe!

- ¡Usted no me puede gritar así!

- Lo siento Sra.Gonzalez no era mi intención, pero ha habido un percance

- Vamos a hablar

Sentí unos pasos alejándose y fue ahí cuando me volví a asomar por la rendija de la puerta. Ellos estaban al final del pasillo, era arriesgarme o vivir en el baño del tercer piso, y no es por nada pero olía fatal desde que entró una chica y hizo sus necesidades, a saber lo que debió comer...

Obviamente tuve que arriesgar y salir como si nada, para que no se diesen cuenta de mi presencia, lo malo fue que la madera chirriaba y con el silencio se escuchaba aún más. Pese a ello logré salir de allí, caminé apresuradamente, pero en silencio hasta la esquina del corredor, pero de repente una sombra apareció delante mío y casi me hace caer.

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Aquí está el segundo capítulo, pregunté por la bandeja de conversaciones que queríais que actualizara y la mayoría decidió que hoy debía traer el primer capítulo de esta intrigante historia. 

Esperamos que os haya gustado y no olvidéis seguir a Beatrix13e que ha contribuido en este capítulo y en si en toda la obra. ¡Feliz Lectura!

ENTRE DOS LLAVESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora