Capítulo 1

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Ocho años antes de que la tormenta amenazara con aproximarse cuando todo parecía tan normal, fue que mi cambio comenzó.
Era una tarde como cualquier otra, había llovizna y el cielo estaba tan gris que parecía de noche. Cómo podría olvidar ese día...el que pensaba que sería sólo un día más.
Había grandes charcos de lluvia por todas partes, gotas cayendo de las ramas de los árboles. Recuerdo bien qué mi madre me llevaba en el asiento trasero del auto, no sabía a donde íbamos pero sentía qué no era bueno. Y no lo fue.
De repente mi madre se detuvo al lado de una casa hogar, así qué pregunté.

—Mamá, ¿Qué hacemos aquí?

—Éste es el lugar donde te vas a quedar —exclamó un tanto afligida, sus ojos irradiaban una tristeza muy profunda, fue como si estuviese a punto de llorar.

Después mi madre me miró por él retrovisor con sus ojos color miel.

—Pero... —comencé a decir

—Anda hija. —suspiró conteniendo las lágrimas—. Baja del auto.

—¿Por qué mamá? ¿Qué tienes, que te pasa? —susurré temerosa pero mi madre no respondió a mi pregunta sino que dijo.

—Hija por favor. Esto lo hago por tu bien, para protegerte. —una lágrima se escapó de su ojo. No podía ver a mi madre así por mi culpa.

Así que me bajé del auto y mi madre solo me dijo:

—Te prometo que volveré por ti, ya que estés a salvo...Te amo hija.

Luego encendió el auto... Y se fue.

Comencé a correr, corrí lo más rápido qué pude detrás del auto.

—Mamá no me dejes aquí. —corrí mas rápido—. ¡MAMÁ! —grité con todas mis fuerzas, pero no sirvió de nada. Todo fue inútil, no entendía el por que de su tristeza, el por que de sus palabras, el por que de sus lágrimas.

Dejé de correr, solo pude observar como el auto desaparecía entre la lluvia. Francamente, no sabía si sentir tristeza u odio hacia mi madre por haberme hecho esto, pero más que nada solo sentía confusión y una gran impotencia. Y ahí me quedé... parada a media carretera con la mirada perdida por un instante, seguía lloviendo y lo que menos me importaba ahora era mojarme. Comencé a llorar, más y más fuerte, la lluvia iba al compás de mis lágrimas. Luego de estar ahí, simplemente decidí refugiarme en la casa hogar. Que más me quedaba.

Fui y toqué la puerta y quien me abrió fue una señora
como de 40 años que al verme toda mojada me dijo

—Niña, ¿Qué haces fuera del orfanato? ¡ENTRA AHORA QUÉ TE VAS A RESFRIAR! —exclamó aquella señora en tono preocupado.

—Mi... —derramé una lágrima—. Mi mamá, me abandonó aquí. —agaché la cabeza para que no viera mis lágrimas

—Oh no te preocupes niña —se agachó para ponerse a mi altura—. Muchos de los niños que están aquí les pasó lo mismo que a ti, y ahora están esperando a que una familia los adopte. —me acarició el cabello—. Entra, aquí estarás mejor que allá afuera.

Yo solo asentí.

Y aquélla señora me tomó de la mano y me llevó por toda la casa hogar hasta una habitación donde había muchas camas, posiblemente de los niños que había visto antes de subir las escaleras. Llegamos, me abrigó y me recostó en la cama.
Y así fueron mis días en ese horrible orfanato,
me maltrataban, me castigaban, me pegaban,
la comida ahí era horrible y para terminar los niños
de ahí me odiaban. No tenía amigos/as siempre estaba
sola, y todas las noches lloraba hasta quedarme dormida.

Esa fue mi vida por 2 años.

Quiéreme Si Te AtrevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora