—¿Por qué tan feliz? —indagó con cierto tono suspicaz Terri Wilson.

—Roscoe me invitó a una no-cita —chilló de emoción—. Es algo entre amigos, pero no sé… ¡Me emociona! —se rió dejando el celular sobre la mesa y miro a su mano.

Terri se volvió y la miró.

—Vaya… —suspiró y se puso un mechón castaño de cabello detrás de la oreja—. Cariño, voy a decirte algo… y espero que lo consideres ¿de acuerdo?

—Vale…

—No creo que sea sano para tu corazón seguir de esta manera —su madre puso una de sus frágiles manos en su hombro—. Has estado enamorada de ese chico por cinco años y jamás le has dicho lo que sientes… es casi irreal. ¿Cuándo será el día en que no te vea callar tus sentimientos, Shelsy?

—Lo hago por el bien de nuestra amistad —susurró ella muy seria—. Es lo que cualquiera haría.

—¿Has considerado como te sientes tú? —su madre resopló y negó con la cabeza—. ¿Qué pasará el día que Roscoe conozca a una chica que no seas tú y que lo vuelva loco? Estarás pensando, amando y deseando a un hombre que no es tuyo… mi niña, no es correcto.

—Lo sé —asintió—. Lo tengo claro.

Shelsy sintió que su corazón se astillaba. No es que no lo hubiese pensado un millón de veces… lo había hecho, lo había pensado y casi siempre terminaba llorando. Cuando Roscoe tuvo su primera novia, ella lloró por una semana… pero cada vez que los veía ponía su mejor sonrisa, no es como que odiara a la chica, Prue Silver era una adorable chica, con una linda sonrisa y buen gusto en música, no podía darse el lujo de odiarla porque simplemente ella no se lo merecía. Roscoe se divertía con ella y mientras él fuera feliz, Shelsy fingía que también lo era… esa era exactamente el problema; no podía fingir para siempre.

—¿No te parece que la razón por la que estás enamorada de Roscoe es porque no te has dado la oportunidad de conocer a otros chicos? —interrogó su madre apartando el pelo de su cara, intentando ver los ojos cafés de Shelsy—. Conoces a Noah, a Roscoe y hasta ahí llegan tus amigos de tu edad ¡Cariño, hay más gente allá afuera! Más chicos que estarían agradecidos con que simplemente les dedicaras una sonrisa.

Shelsy se rió, pasó su mano por la línea debajo de sus ojos y se mordió el labio antes de hablar.

—¿Estás insinuando que quieres que consiga un novio?

—Tal vez —su madre se encogió de hombros—. Hay chicos lindos en tu instituto ¿a que sí?

—No lo he notado mucho —se encogió de hombros—. Eso creo.

—Pues… si ese baile es una no-cita, no será mala idea que bailes con alguien más, que te diviertas incluso que coquetees con alguien —su madre hizo un puchero gracioso—. Eres joven, tienes diecisiete, habrá tiempo para enamorarse perdidamente cuando estés en los veinte ¿vale?

—Vale —Shelsy estuvo de acuerdo—. Igual… no dejaré a Roscoe.

—No digo que lo hagas, Roscoe es un amor, un amigo genial —Terri rió y volvió a trabajar con la pasta—. Y tú sabes que son amigos, no puedes dejarlo no importa lo que pase o quien se interponga, amigos son amigos, en las buenas y en las malas, se requiera o no.

Shelsy sonrió para sí misma… era hora de dejarlo ir. Su madre tenía razón, había un montón de chicos allá fuera; lindos, graciosos, inteligentes… tal vez no a simple vista pero ¿quién dice que no existen? Ella ya conocía a Roscoe, solo hacía falta encontrar a uno al que ella le gustara. Los chicos no son difíciles, eso es lo que te dices a ti misma porque en el fondo eres demasiado insegura, tienes miedo al rechazo y la mayoría de las veces no sabes cómo manejar la situación, pero son humanos, comunes y corrientes, unos con más defectos que virtudes pero al final del día, cada quien tiene un lado bueno.

Escapando de la popularidad [LVDDLP #2]Where stories live. Discover now