El amor no necesita tiempo

Start from the beginning
                                    

El habitual sonido de centenares de alas batiéndose a su alrededor no se hizo esperar, sumado al conocido gorjeo que hacían calmar sus nervios. Por un instante se abstrajo tanto como aquél chico al leer sus libros, viajando hasta los verdes campos de su hogar, el aire limpio y perfumado por flores. Fue su sonrisa lo que lo hizo regresar a la realidad. El verde aún seguía ahí, atrapado en su mirada alegre. Sintió su corazón repiquetear de manera extraña, de una forma como jamás lo había hecho antes; tal vez si hubiese tenido más experiencia en la materia lo habría descrito como el flechazo del primer amor.

No es que Thor no creyera en el amor, era solo que su vida era demasiado ajetreada como para concentrarse en algo como aquello; fue por eso que no le dio importancia al asunto y continuó con su vida de la manera como había venido haciendo, bastante acelerada en comparación con la apacibilidad del campo,

Pero aquél golpeteo extraño se volvió a repetir, y cada que se presentaba iba asociado a la imagen de aquel atractivo chico de ojos verdes.

Lo había notado acechándolo de la misma forma que muchas chicas lo hacían en la cafetería, pero con él era diferente; aquél chico despertaba un sentimiento de ternura al verlo sonrojarse con su presencia, era divertido cuando trastabillaba por los nervios o escucharlo tartamudear cuando le hacía una pregunta. Pero Thor sabía que no podía llegar más allá, él era un niño rico y Thor un humilde campesino en la ciudad; sus mundos eran completamente distintos y por eso prefería mantener su distancia. Aunque, con el paso de los días, se hizo tan común verlo a diario que llegaba a extrañarlo cuando no aparecía.

—Le gustas a mi amigo —le había declarado su impertinente y coqueto amigo; aquello le había sacado una sonrisa. No que no lo sospechara antes, pero tener la confirmación, aunque hubiera sido de su mejor amigo, en definitivo había alegrado su día—. ¿Qué piensas hacer al respecto? —le exigió el chico de las donas. Thor meditó unos instantes antes de encogerse de hombros.

—¿Qué se supone que haga?

—No lo sé, ¿pedirle que salga contigo? ¿robarle un beso? ¡Usa tu imaginación! —exclamó exasperado—. Jamás llegarán a nada si no das tú el primer paso, Loki es demasiado tímido.

Loki, así que ese era el nombre del chico de ojos verdes. Pero Thor conocía muy bien su lugar.

—¿Qué te hace pensar que quiero algo con tu amigo? —le dijo mientras despachaba su surtido de donas.

—Serías un idiota si no lo quisieras —contestó indignado tomando su pedido y saliendo de ahí de forma altiva.

Pero Thor no era un idiota, por supuesto que no, era realista. ¿Qué podía ver un chico tan atractivo y refinado en un ser tan simple como él? ¿Qué podía él ofrecerle? Su ilusión de formar una banda había muerto en el intento, una vida al servicio de alguien más estaba bien para él, que era un ser de gustos simples pero, ¿Loki se conformaría con eso? Se sentía tan poca cosa para él. Aun así no pudo evitar invitarlo al cine cuando escuchó aquella declaración improvisada.

Había tomado por costumbre tomar los pedidos de aquél arrogante chico de las donas, bastaba con que hiciera mención de estas para que Thor prestara atención al nombre: Anthony Stark, un apellido bastante importante. Donde quiera que Anthony Stark pidiera sus donas, Thor se ofrecía a llevarlas sabiendo que de esta forma tendría la oportunidad de ver a Loki.

Escucharle decir lo que sentía sobre él había hecho enloquecer su corazón, tan impulsivo como solía ser su boca habló antes de pensarlo:

—Tú también me gustas... ¿te gustaría ir al cine un día, o a algún otro lado? —Y ahí estaba, lo que se había jurado que no iba a hacer, terminó haciéndolo. Iba a tener una cita con Loki.

Cuentos para Rascarse La Panza Where stories live. Discover now