Al llegar a la entrada se encontró con el setter del seijoh, Oikawa, y el setter de fukurodani, Akaashi. Sacó su videojuego y reanudó su partida sin más, no calculó el tiempo que había pasado hasta que le preguntaron el porqué de su presencia.

Respondió con la verdad, expresó la molestia que sentía de tener que compartir su cuarto con lev. Afortunadamente, el otro setter de karasuno, Sugawara, fue permisivo y le permitió quedarse.

Fue tranquilamente a echarse en el sofá, el viaje había sido bastante largo y cansado, así que vencido por el sueño, cerró sus ojos poco a poco y se durmió.

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Suga entró tranquilamente a la habitación, inmediatamente se puso a ordenar sus pertenencias para después no tener más trabajo, de hecho, planeaba ir a ver a Daichi en un rato para hablar con él.

Y quizá...

Intentar otro tipo de cosas...

las mejillas de Suga tomaron un color carmesí intenso y este solo atinó a cubrir su creciente sonrojo con sus manos.

Miles de escenarios pasaban por su cabeza en ese momento, él y Daichi besándose apasionadamente, abrazados, compartiendo la misma cama...

de solo pensarlo se avergonzaba como nunca antes.

Una sonrisa boba se formó en su rostro acompañada de una mirada totalmente perdida.

—¿Suga-san? ¿pasa algo?— preguntó kageyama, que había entrado hace poco. El peligris se sorprendió y volvió a la realidad de golpe, —n-no, estoy perfectamente kageyama— respondió algo nervioso.

—ah— se limitó a decir el ojiazul tomando un bolso para salir del lugar —¿A dónde vas?— preguntó Koushi con curiosidad.

—a practicar vóley

—ah, está bien entonces— repuso suga —¿podrías decirle a Kenma-san que traiga sus cosas? No quiero que tenga que ir a buscarlas cuando sea más tarde.

—está dormido— respondió el pelinegro —mamá.

—¡o-oye!—exclamó un tanto ofendido, ¿por qué todos los de karasuno debían decirle cosas como esa cuando se preocupaba por el bienestar de otros?, el único que no hacía eso era Daichi, dios, es tan cansado escuchar eso.

—bien, me voy— dijo kageyama abriendo la puerta para luego desaparecer caminando.

Sugawara suspiró, aún tenía mucho por hacer antes de ver a Daichi...

—bueno, ¡manos a la obra!— exclamó para sí mismo.

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Un rato después de terminar, Suga caminó alegremente por los pasillos buscando el cuarto de Daichi para entrar a saludarlo con la mejor de las sonrisas.

—aquí está— se dijo girando la perilla antes de entrar y llevarse la jodida sorpresa de su vida.

Suga se encontró con Daichi mientras este se estaba cambiando, pudo ver con claridad la delgada tela que cubría su entrepierna, una toalla.

Daichi con una toalla.

Sólo una toalla.

—¡¡¡P-PERDÓN DAICHI NO TOQUÉ ANTES DE ENTRAR!!!— gritó koushi rojo hasta las orejas.

Simplemente SettersWhere stories live. Discover now