EPILOGO

10.1K 702 50
                                    

Su boca aquel paraíso que creí haber perdido ahora estaba fundida con la mía.

Sus manos suaves exploraban cada milímetro de mi cuerpo desnudo, ese tacto que había echado tanto de menos durante este tiempo.

Aquella noche no había mentiras ni secretos entre nosotros. Solo estábamos él y yo. Su mirada sincera y la mía hablando por si sola. Como siempre debió ser.

Nuestros 30 días habían acabado pero daban paso a otros mucho mejores. Dónde nada sería tan importante como nosotros dos. Nada ni nadie nos separaría aquella noche, porque simplemente era nuestra y debíamos dejarnos llevar por todo lo que sentíamos. Amor y placer 

Sí, eso también lo había añorado. El placer que me provocaba estar con él, sentir ese mágico cosquilleo que me recorría el cuerpo cuando estábamos juntos. Había añorado tantas cosas que podría haber llenado un cuaderno entero, pero ahora no se trataba de eso se trataba de sentirnos el uno al otro.

Mi salón había quedado invadido por nuestra ropa mientras nos abríamos paso a mi habitación. Ambos impacientes el uno del otro habíamos derribado aquello que se interponía en nuestro camino tirándolo abajo con la fuerza de diez titanes furiosos.

De nuevo sentía su boca en mi boca, su piel contra mi piel, sus manos sujetando las mías firmemente para anclarme a él y no escapar jamás.

Siento el deseo de su boca cuando recorre mi cuerpo buscando eso que ansía. Me expone ante él sin pudor alguno y yo me entrego. Me entrego a la pasión y al deseo desenfrenado que siento dentro de mi.

Mis manos se enredan en su pelo oscuro mientras mis caderas se mueven buscando la excitación de ambos y es ahí entonces cuando ninguno de los dos puede más y unimos en uno solo.

Entra en mi interior de forma casi violenta, haciendo que me sorprenda de la fuerza que tienen sus embestidas, pero no le detengo. Necesito esto tanto como él y entonces entramos en ese juego sin límites. En ese juego en el que muchos encuentran eso llamado Paraíso.

- Nunca te marcharás verdad.

- Nunca.

- ¿30 días?

- No, 30 días no. Te doy mucho más que eso. Te doy la eternidad.

30 Días ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora