Era notorio que Dylan O'Brien era un joven con padres adinerados, tal vez Ashley es igual y obvio que sí, hasta yo afirmo que deberían ser como la pareja perfecta.

Había mucha naturaleza, simplemente hermoso.

Embobada, baje la ventanilla del lado de mi puerta, dejando que la brisa a playa acariciara mi rostro, la sensación y aroma era maravillosa, al igual que la suavidad con la que empujo mi cabello castaño hacia atrás. Sídney era hermoso.

Sin importar que Dylan me dijera algo, cruce los brazos y me recargue en el marco de mi ventana con la barbilla sobre mi piel, esperando contemplar más. Y, mi sorpresa se volvió mayor cuando llegamos a un portón alto que parecían dos puertas de madera donde de estas se abrazaba una especie de enredadera metálica y obscura, no dejando ver nada del interior de la propiedad, y creo que tampoco se vería nada desde adentro al exterior. Supuse que su casa se encontraba atrás de esas dos puertas y muros blancos con enredaderas largas.

Si Dylan vendía droga, que me diga de cual...No, es broma.

"Casa O'Brien"

Se escuchó una voz profunda por una pequeña bocina en forma de caja.

—Phil, soy yo, déjame entrar. —Hablo mi compañero de Algebra.

Las puertas se abrieron sin ninguna voz más. Me senté correctamente de nuevo y pude ver a Dylan, no tan animado, ¿qué tendrá? Yo estaría más que contenta al saber que tengo todo lo que él tiene.

<<El dinero no lo es todo, Beca>>

Avanzamos por un campo pequeño, un camino de tierra suave, hasta que logre ver su casa, no era gigantesca como esperaba, ni muy mediana, mucho menos pequeña. Era sumamente perfecta pintada con color no llamativo, de un crema limpio.

En ese momento me dio tanta pena traer la ropa que tengo, nada adecuado a comparación del lugar. Maldita Ashley y jardinero del colegio.

—¿E...esta es tu casa? —Pregunte mirándolo atolondrada, aunque ya sabía la respuesta. ¿¡Porque Dylan O'Brien es tan necio o "intocable" cuando tiene una casa y cosas tan hermosas?!

Él me miro, pero no dudo más de dos segundos para después apagar el auto, salir de este, y apartarse e ir hacia la puerta principal, dándome por respuesta un suspiro en irritación. No sé si de mí o de estar acá por los asuntos pendientes. Yo igual lo seguí.

—Nunca me dijiste...

—Es porque nadie tiene que saber nada de mí, no les interesa—Me corto la oración algo enojado, y seco como siempre lo hace.

—¿Pero, por qué?

—Fácil, no quiero que sepan nada de mí.

—¿Te avergüenza algo del pasado?

No me contesto y lo seguí entrando a la casa cuando me cedió el paso, ni siquiera me di tiempo de admirar el lugar, por lo que le iba a decir. Y es que tenía que admitirlo, me estaba comiendo por dentro.

—Eres un mentiroso—le reproche... ¿le reproche?, rayos, ¿de dónde saque tanto valor para decirlo? Respuesta: curiosidad es poderosa.

—¿Mentiroso? —discutió mientras se pasaba por al frente mío, caminado hacia un pasillo con decoraciones y tapiz elegante. La casa siendo más interesante por dentro.

—Tienes novia, amigos... ¿y por qué me hablas a mí? Soy un bicho raro y latino— le reproche en cara, y es que era verdad, sinceramente no había conocido a una latina Vallartense como yo que no tuviera tiempo para sociabilizar cuando en mi ciudad hay personas súper amigables, pero ya lo había dicho, los problemas arruinan personas. Además, no es que conozca a muchos Vallartenses.

Intocable ➳ DO'B©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora