Capitulo 1

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Houston, Texas

Estados Unidos de América, Primera dimensión

9 de septiembre, 1986 A.D. (Anno Domini)

Las cejas de Brynda Mitchell se dispararon hacia arriba mientras su curiosa mirada se desviaba hacia el anciano parado en el lado opuesto de su escritorio. La cabeza cayó hacia atrás, sus ojos se cerraron en éxtasis como si acabara de alcanzar el nirvana, mientras abría su abrigo y le daba un primer plano de su cuerpo de 70 años desnudo y extremadamente arrugado.

Exhibicionismo, pensó distraídamente, permitiendo mentalmente que el término psicológico se deslizara por su lengua. Acababa de estudiar la sección de desordenes sexuales en su libro de texto de Psicología y podía marcar todo tipo de malvados problemas mentales a veinte pasos. Ni siquiera este era especialmente desafiante. El abrigo y la desnudez más o menos le delataban, concedió con un suspiro.

Brynda sacudió la cabeza ligeramente, suprimiendo el impulso de suspirar un poco más dramáticamente. Habiendo trabajado en una biblioteca desde que fue suficiente mayor para mantener un trabajo, había visto de todo. Exhibicionistas. Drogadictos. Prostitutas.

Una vez tuvo que llamar a la policía por un molesto artista de pantomima que llegó a encolerizarse cuando no pudo averiguar que infiernos significaban sus gestos. Había informado calmadamente al mimo del hecho que él era un fracaso, lo cual lo había enfurecido lo bastante para romper la regla cardinal del mimo y había hablado con ella.

Bramado realmente. Y no de forma agradable, recordó.

El público en general tendía a pensar en las bibliotecas como en lugares tranquilos donde poco o nada curioso podía suceder, pero al contrario, lo extraño era tan común que parecía bastante normal para ella. Desde las parejas que querían hacer más picante sus vidas sexuales haciéndolo en un pasillo de la biblioteca hasta prostitutas buscando un refugio de sus chulos, Brynda lo había visto todo. Suponía que toda la extrañeza ayudaba a agitar la monotonía de su seria existencia, así que no le importaba nada de eso. Ni siquiera este hombre de 70 años y su desnudo, si acaso un poco repugnante, cuerpo.

—Es agradable George —dijo bajando la mirada al libro de texto que estaba leyendo.

Tenía un examen de psicología en la universidad más tarde esa noche y quería estar segura de aprobarlo—. ¿Viste el libro que querías comprobar o necesito llamar a tu hija para que venga a recogerte?

George cerró su abrigo en un arranque de furia, el nirvana olvidado tan rápidamente como había sido encontrado.

—No, no quiero que llames a Emmy —dijo bruscamente con una divertida voz irritada que solo los hombres del sur pueden perfeccionar. Movió un dedo flaco hacia ella—. No voy a ser enviado a mi cuarto otra vez, señorita Brynda, y eso es un hecho.

Ella parpadeó sobre los bordes de sus grandes gafas.

—Entonces sugiero que mantenga al Señor Menea en secreto. Y significa eso literalmente.

Su mirada volvió al libro. Este capítulo en particular era bastante interesante, no sólo trataba de varios desórdenes sexuales y sus remedios, sino que estaba acompañado de fotografías.

—Hay una nueva serie de libros de OVNIS que entró hoy —dijo distraídamente—.

Quizás los encuentre interesantes.

Él vaciló.

—¿Tienen fotos? —preguntó George de mala gana, su interés capturado.

Ella miró hacia arriba y sonrió.

Sin Miedo (H.S) 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora