Cap. 9

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Se sentó con cuidado a su lado, y dejo que sus manos se deslizaran por su piel observando sus reacciones, le parecía que a su tacto la piel de ella vibraba, le beso la nuca, y siguió acariciando su espalda, sus brazos, sus piernas… ya no estaba hecha un ovillo, subió despacio hasta su cadera, Yaizha se estremeció y pareció emitir un leve jadeo, se mordió el labio y se apartó volviendo a la butaca tras beber agua bien fría. 

Yaizha se despertó al día siguiente cuando anochecía, se estiró desperezándose, bostezó y se enrosco en las sabanas hasta abrir los ojos, primero no reconoció el lugar, techos altos, vigas de madera… pero el olor inconfundible de él, le recordó donde y con quien estaba, Wolf. Le oyó colgar el teléfono y sacar la cabeza a la habitación donde volvió a tras al verla despierta, estaba sentada en medio de la cama, con una sugerente pose y tapándose lo justo con las sabanas que acentuaban el tono dorado de su piel.

- Buenos días – le sonrió acercándose y sentándose en el borde de la cama.

- Buenos días, buenos días… - bromeo echando un vistazo a la ventana.

- Es por decir algo. ¿Tienes hambre?

- ¡Si! Te podría comer entero ¡Ups! Quiero decir que… - suspiró mientras él se reía.

- Ya lo he entendido – dijo acercándose mucho a su rostro.

Yaizha se estremeció, volvía a sentir como el corazón le latía demasiado deprisa, el pulso acelerado, el calor… , ladeo la cabeza extrañada al ver el brillo de sus ojos, podrías ser que…

Wolf se levantó y se fue a la cocina, Yaizha se dio un rápido baño para refrescarse y bajo envuelta en la sabana que era mucho más grande que ella.

- ¿Te hecho una mano? – le pregunto apoyada en la biga de la puerta.

- No, siéntate – le sonrió señalándole la mesa que ya estaba preparada, se sentó y cogió la florecilla que había en el jarrón oliéndola.

- De verdad ¿Qué hago? Me siento mal sin hacer nada, habéis sido muy amables con migo y yo sólo os he dado dolores de cabeza.

- No seas tonta, disfruta de la estancia princesa.

Ella lo miro en silenció y dejo la flor en el agua del jarrón pensativa aunque era incapaz de concentrarse demasiado teniéndole tan cerca, sin camisa, con esos tejanos que le marcaban el trasero, se relamió.

- Pásame el plato.

Yaizha se lo acerco y lo dejo en la mesa llevando el otro vació, cuando le rozó el antebrazo no se pudo contener más, dejo el plato en el mármol y con sutilidad se coló por debajo del brazo de él quedando entre su cuerpo y la cocina, le paso un brazo por detrás del cuello y poniéndose de puntillas sin dejar de mirarlo se acerco a su rostro, no tuvo que esperar mucho, la beso y fue como si una descarga le atravesara el cuerpo, se le erizo el bello, tenía mucho calor y sentía que las piernas le temblaban, le zumbaban los oídos por el latir acelerado. Con facilidad Wolf la cogió por la cintura y el trasero y la sentó en el mármol, ella rodeo su cintura con sus piernas mientras prolongaban los besos.

Él le echo el cuello hacía atrás y empezó a besárselo como si fueran suaves roces, Yaizha dejó escapar un gemido respirando entrecortadamente. Luego Wolf se aparto lo justo para poder verle la cara mientras con la otra le sujetaba aún la nuca, sus ojos ardían…

- Se va a enfriar la comida… 

No le respondió, le besó el cuello y le mordisqueo la oreja mientras dejaba que sus manos recorrieran la espalda de él, su trasero, su pecho… no podía controlarse, le deseaba tanto, lo necesitaba, le quería. No sabía qué pasaría con ella, pero al menos tenía claro que sólo se entregaría a ese hombre, a ninguno más. La unieran o no con Bakio, eso ya no podrían quitárselo.

Wolf la alzo entre sus brazos y la llevo a la habitación depositándola de pie sobre la inmensa cama, se aparto y la miró con el deseo ardiendo en sus ojos. Yaizha con suavidad dejo que muy lentamente la sabana que llevaba envuelta fuera deslizándose por su cuerpo, ya la había visto desnuda pero aún así no pudo evitar cierto rubor.

Se quedo ahí, frente a él, desnuda, expectante, él subió a la cama y se acerco a ella, Yaizha levantó la vista para verle mejor, le cogió la cara con las manos y cuando rozó sus hombros involuntariamente su cuerpo comenzó a temblar, le había quitado los vaqueros y sentía todo el esplendor de su cuerpo pegado al suyo. La volvió a besar mientras quedaban tendidos en la cama, las manos de él la acariciaban de un modo tan certero que su espalda se arqueaba, sentía su cuerpo palpitar, sintió su lengua por la ingle, gimió y mordió la almohada para que no la oyera pero él se la quitó sonriendo travieso volviendo a la carga, el placerla invadía su cuerpo. Se abandonaba a él, poco a poco los nervios desaparecieron y sólo era capaz de sentir, estaba tan excitada…

Yaizha rodo por la cama y se puso sobre él cogiéndole de las muñecas, el ya tenía experiencia, se notaba pero ella no era tonta, sabía seguir sus instintos, iba a volverlo loco, sonrió juguetona y le mordisqueo el lóbulo, beso su cuello y jugueteó con sus pezones mientras acariciaba su torso y sus ingles con la mano libre ya que con la otra aún le sujetaba las muñecas a él, fue bajando poco a poco, besando, lamiendo, comiendo golosa. Sonrió complacida al notar como el cuerpo de él se estremecía de placer como el de ella, hinchándose de deseo hasta que él no lo pudo soportar más y la apreso besándola y acariciando la humedad de su sexo palpitante, busco el momento preciso, miraba el rostro ruborizado de Yaizha y ardía con cada gemido, cuando ya ninguno de los dos podía aguantar más la tomo, entro en ella con suavidad pero con decisión, no quería hacerle daño con su fogosidad. Se amaron durante gran parte de la noche hasta que sus gritos de placer llenaron la noche.

 Yaizha se dejo caer de costado en la cama, sin saber cómo había acabado a horcajadas sobre él cabalgándole, le gustaba ver como la miraba, como disfrutaba viéndola a ella subir y bajar, gemir… así podía acariciarla también al quedar sentados el uno frente al otro, fue como una explosión tan intensa que no podía describirla, el placer la inundaba con descargas, era tan increíble que creía que iba a morir abrasada en sus llamas.

Apoyó la cabeza contra su pecho y jugueteo enredando los dedos en el cabello de él acariciándole despreocupada el pecho que ahora respiraba relajado, mientras él le acariciaba la espalda y la besaba.

Yaizha perdió la noción de los días que estuvo allí, pero aunque ya hubiera dado el paso, aún se sentía como el primer día que lo conoció en su casa, la tensión sexual se palpaba, sus miradas, su deseos, sus cuerpos vibrando en presencia del otro, aún así… seguía sin saber exactamente qué hacer, además, sentía algo extraño en su interior, si no fuera porque aún era muy pronto para ella hubiera creído que estaba en cinta, eso la asusto, en todos aquellos días, por ese mismo motivo no se había tomado nada. Debía ir a por las hierbas, aunque no se lo hubieran explicado sabía cuales debía masticar cada noche.

ClanesWhere stories live. Discover now