⍣ ೋ Draco no podía dejar de mirarse al espejo, todo su cuerpo clamaba por comida y su mente gritaba por vomitarla. Oh, querido Draco, te quieres deshacer de la comida o es la culpa la que quieres purgar?
¿Haz querido cargar con el peso de tu bando...
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Y por primera vez me vi al espejo y pude sentir el aire entrar en mi pecho, mientras podía decir que la persona frente a mi si era yo.
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Se encontraba feliz, era el día que tanto había esperado desde el ingreso de Draco al psicólogo. Tomando los lentes sobre la mesa de noche para ponerselos, se levantó con prisa de su cama y se dirigió hacia el closet en su habitación. Tomo unos pantalones de mezclilla negra y una camisa color verde esmeralda.
Bajo hacia la cocina de la mansión, encontrándose con Narcissa sentada junto a la isla del lugar, frente a ella estaba una tasa de té y junto a la de ella otra gran tasa de café. Se acercó a paso lento y dejó un leve beso sobre su cabeza, a la vez que se sentaba junto a ella.
—Buenos días, señ.. Cissy.– Saludo mientras tomaba entre sus manos la tasa.
—Harry, cielo.– Respondió con una leve sonrisa de diversión en su rostro.
El chico empezó a jugar con el recipiente entre sus manos, mientras de vez en cuando daba miradas rápidas hacia la entrada del lugar. Se levantó de donde se encontraba para dirigirse hacia las alacenas del lugar y poder tomar un paquete de galletas entre sus manos, todo eso bajo la mirada enternecida de su suegra.
No sabría como describir lo que sentía en ese momento. Sentía como todo era una revolución en su mente, el hecho de que hace meses en un inicio Draco se negaba a ir a un psicólogo y ahora, ese día y lo que sucediera decidiría si ya no era necesaria su asistencia. Volvió a su lugar, mientras con torpeza pelea a por abrir con el paquete de galletas.
Antes de seguir maldiciendo en voz baja, sintió la cálida y suave mano de la mujer sobre las suyas. Levantó la vista hacia la de ella, encontrándose con unos ojos que expresaban calma y una sonrisa que le terminaba de tranquilizar.
—Creo que los dos estamos nerviosos, pero más él y dudo que el que su novio este al borde de la histeria ayude.– Mencionó mientras abría ella el paquete.
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