Capítulo 1

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Saryna despertó cinco minutos antes de que sonara la alarma y se dispuso a arreglarse para poder encaminarse a la universidad. Observó con detención el sistema y empezó con la evaluación. El aparato finalizó y en la pantalla apareció el color blanco, así que tomó una blusa blanca, unos jeans azules y unas zapatillas grises muy descoloridas y se vistió. Peinó su larga cabellera y la dejó suelta para poder colocarse una diadema con diamantes de fantasía. Encima se colocó un kimono*, tomó su bolso y bajó.

Su padre, un famoso ingeniero en sistemas, inventó un programa para identificar los sentimientos de su hija mediante su pulso, ya que ella por si misma no podía hacerlo. A su vez de e programa afiliaba el sentimiento con un color, cuyo color indicaba como debía vestirse, según la regla de los colores.

—Hola cariño – saludó su madre.

—Buenos días mamá – contestó Saryna.

— ¿Blanco? ¿Todo en orden?

—Sí, hoy es otro día más. Como los demás días del año. ¿Por qué?

—Así es hija, es otro hermoso y bello día del año. – comentó su padre. – Pero hoy regresas a la facultad luego de unas largas y bien merecidas vacaciones ¿No es así? – ella se encogió de hombros – ¿No estás ni un poquito nerviosa?

— ¿Cómo es estar nerviosa?

—Inculta... – bufó su hermano.

— ¡Logan! – lo reprendió su madre.

—Verás hija, estar nerviosa es... Como estar muy emocionada con algo, pero a la vez preocupada, como... Sentir un hormigueo incesante en el estómago, el corazón acelerado y el pulso a millón... Algo así... – ambos miraban esperanzados a la espera de una respuesta positiva por parte de su hija.

—No. – respondió así sin más – Creo que no siento nada de eso.

— ¿Solo estás tranquila? – preguntó su madre algo decepcionada.

—Ajá. – asintió y se sentó a desayunar.

—No entiendo por qué se esfuerzan tanto, igual de haberse sentido así no lo hubiese sabido. Mamá, papá, si ya los médicos les dijeron que era un caso perdido. – habló Logan nuevamente – Saryna es un robot sin sentimientos.

Ambos padres miraron nerviosos a su hija, aquel comentario ofensivo por parte del menor hubiese encolerizado mucho a cualquier persona, pero Saryna solo lo miró por un par de segundos y luego siguió en lo suyo sin ponerle cuidado a las palabras de su hermano pequeño.

— ¿Lo ven? Es muy estúpida, ni le importa.

— ¡Logan! Disculpate ahora mismo con tu hermana. – lo riñó su madre.

—Hijo, no llames estúpida a tu hermana mayor, ya te lo hemos explicado. – habló con más delicadeza su padre, en un esfuerzo porque el menor comprendiera la situación. – No es que tu hermana no tenga sentimientos, sí los tiene. Solo que no sabe qué son y cómo expresarlos. Pero hay que tener fe de que algún día lo logrará.

—Ya me voy a clases – dijo Saryna levantándose.

— ¿No me darás un abrazo de despedida? – pidió su madre mirándola esperanzada. Saryna se dio media vuelta y la observó indiferencia.

— ¿Por qué habría de darte un abrazo de despedida si nos veremos en la tarde? – fijo la morena con la mirada perdida.

— ¿Porque me quieres( – dijo su madre sin estar del todo convencida.

—Ella no te quiere. No sabe querer.

—Vamos, ven y abraza a tú madre – le dijo ella extendiendo los brazos y haciendo caso omiso al comentario de su hijo.

La Regla De Los ColoresWhere stories live. Discover now