3 NIÑOS Y LA LITERATURA

I

Miedo, ira, desesperación ¿Qué otra cosa podía sentir en esos momentos? Llevaba horas viajando después de escuchar la noticia y lo único que me mantenía cuerdo en esos momentos eran los recuerdos, recuerdos de épocas pasadas en las cuales era feliz. Sí, como olvidar aquella tarde de primavera aquella iluminada tarde, en la cual, conocí a quienes serían las personas más influyentes e importantes de mi vida.

El sol iluminaba intensamente todo el valle, desde la zona más baja, hasta la montaña más alta, todo lo que alcanzaban a ver los ojos era irradiado por esa luz tan sorprendente. Las casas, pegadas y hechas a las laderas de las montañas no desentonaban este hermoso paisaje, su color y estructura encajaban perfectamente al panorama. El camino que unía unas casas de otras era tan solo tierra y piedras, hecha de manera manual por los propios pobladores para poder unir sus hogares y ser parte de una comunidad. Yo yacía sentado en una piedra sobresaliente de la montaña, me encontraba en una parte muy alta de la misma y desde ahí podía observar todo lo que ocurría en la comunidad. Veía hombres pastoreando, mujeres sembrando en las proximidades de sus hogares y niños, veía niños jugando, algunos corriendo, otros se escondían y se perseguían, pero había tres de ellos que se encontraban a las sombras de los demás, escondidos entre las casas, y siempre juntos. Jamás los había visto con nadie más que ellos mismos, me intrigaba saber ¿quiénes eran? y ¿por qué siempre estaban solos? Sin embargo, esa no era la mayor de mis dudas.

Llevaba años viendo a la gente de ese lugar y de muchos otros, me interesaba mucho aprender de sus costumbres, pero sin duda lo que más me atraía de todo era observarlos leer, leían un escrito por aquí y un escrito por allá, de hecho era muy común que la gente leyera en la mayoría de lugares. La gente solía charlar seguido acerca de lo que leían, algunas personas leían sobre caballeros y sus hazañas, otros sobre personas que sufrían muchas tragedias, algunos incluso degustaban de leer escritos que podían ser canciones. Sin embargo, al final todos ellos se reducían a lo mismo "escritos" No importaba si trataran sobre caballeros y sus hazañas épicas, ni tampoco si trataban de los sufrimientos de las personas, todo se reducía a lo mismo "escritos". Era una de mis mayores dudas, ¿Por qué todo lo que leemos debe ser llamado "escritos"? ¿Acaso no puede haber una mayor distinción? ¿Acaso estas obras de arte que nos han dejado esos grandes escritores del pasado y presente no merecen la pena en ser diferenciadas?

No había notado que estaba tan sumido en mis pensamientos que poco a poco ese magnífico sol había empezado a perder potencia y esconderse cada vez más. Se hacía tarde y debía volver a la casa en la cual estaba viviendo. Baje poco a poco de la montaña, no era una subida tan empinada así que no fue algo tan complicado de hacer, es más, al estar tan solo a unos metros del camino, salte para llegar más rápido. Tras recomponerme después del salto empecé a caminar en dirección a la casa en la que vivía, al parecer el pueblo guardaba esa casa para los visitantes, de modo que, cuando llegue al lugar me la ofrecieron, en un principio no me parecía correcto, pero tras las insistencias de los pobladores acepte quedarme en ella. En medio del camino hacía la casa note que aquellos tres niños, que siempre veía estar solos, estaban sentados entre dos casas, las sombras los cubrían y ellos creían pasar inadvertidos. Sin embargo, me acerqué y les hable.

-Oigan, ustedes, niños ¿Qué hacen solos?- apenas escucharon mi llamado y voltearon a verme se pusieron a correr huyendo de mí, no entendía ¿Por qué? No les había hecho nada malo solo quería charlar. Mi acto reflejo fue seguirlos, los perseguí por varios minutos. Aunque finalmente cedí ante su huida y me resigne.

-Debes estar loco por seguir a tres niños desconocidos, Albert- me dije, antes de volver a dirigirme a la casa.

Nuevamente mi rutina diaria, subir a la piedra más alta de la montaña y observar todo lo que pasaba en el pueblo. Algunos creerían que es una tontería buscar respuestas solo viendo, los miembros de la academia solían decir que toda duda es resuelta mediante la investigación, pero algo me decía que en este caso no sería así, una parte de mí sentía que debía seguir divisando a este pueblo y encontraría la respuesta a la gran duda de mi existencia. Parecía ser un día común, los pobladores hacían lo suyo, los hombres pastoreaban y las mujeres seguían sembrando, mientras los niños jugaban, todo ellos, excepto aquellos tres pequeños que seguían a la sombra de los demás, era como si tuvieran miedo de salir, era algo extraño. En fin, parecía ser un día corriente, o eso creí, hasta que pude observar algo que lo cambiaría todo, algo que le daría un giro inesperado a lo que había conocido hasta ese día.

Unos pobladores lanzaron un par de escritos, que se veían en muy mal estado, a un bote de basura a las afueras de su casa, cerca de donde se encontraban los tres niños, y estos para mí sorpresa, se acercaron a ellos, los retiraron del bote y empezaron a verlos con detenimiento, y poco después se los llevaron. Esto incitó mi curiosidad, así que, decidí seguir observándolos por el resto del día. Ellos llevaron los escritos hasta un lugar apartado y allí empezaron a leerlos, o al menos eso parecía. Apenas poco después unos niños mayores se les acercaron y al parecer los empezaron a molestar, les quitaron sus escritos los rompieron por completo y les lanzaron, lo que yo creo, algunos insultos. Solo tuvieron que pasar unos instantes para que aquellos niños mayores se fueran, y los tres se acercaron a los pedazos de los escritos y se quedaron viéndolos por unos minutos, para después irse. Aquel día baje un poco antes y decidí pasar por el último lugar en el cual vi a los tres niños, cuando los vi en una esquina, me intente acercar, pero nuevamente huyeron de mí. No tenía sentido intentar ir tras de ellos, de modo que, preferí volver a la casa. De camino a la casa pensé que sería buena idea sacar algunos de los escritos que tenía, acercarme lo más posible sin espantar a los tres niños y dejarles los escritos.