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Un pequeño castaño pecoso de trece años se hallaba fugándose de la escuela sigilosamente, habiendo dado hace unos pocos segundos una excusa a la maestra de que necesitaba ir al baño

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Un pequeño castaño pecoso de trece años se hallaba fugándose de la escuela sigilosamente, habiendo dado hace unos pocos segundos una excusa a la maestra de que necesitaba ir al baño.

A pesar de ser poco común en Kaspbrak, trataba de practicar sus escapes con mayor frecuencia, y era la primera vez que realizaba una fuga. Pese a ello, su destreza física y habilidad de discreción le facilitaron el trabajo y ya merodeaba por los pasillos, en su búsqueda por la puerta de la salida, rezando por no toparse con algún inspector sorpresa.

Lento pero seguro, Eds. se murmuraba constantemente— Lento pero seguro, lento p-

Una mano le cubrió la boca repentinamente, haciendo que Eddie saltara y chillara con desespero, mas sus gritos eran ahogados por esa persona que estaba detrás de él y cuyo rostro no podía ver. Pataleó y luchó por liberarse, hasta que se sintió siendo empujado hacia el interior de un casillero abierto y encerrado ahí junto a esa persona.

Aún sin poder verlo por la negrura, notó cómo miraba a través de los huecos del locker y escuchó un silbido en los pasillos. Aparentemente era el señor conserje, que caminaba y barría el suelo al ritmo de sus propios tarareos. Contiene la risa y, a su vez, el pánico de ser descubierto.

Ssh, Eds, no nos verán si no haces ruido. susurró el joven, y a juzgar por su voz Eddie pudo reconocer a su propietario, por lo que enseguida se asomó a él.

¡Richie! Hijo de puta, ¿tienes idea del susto por el que me has hecho pasar? —gritó en voz baja, arrugando la nariz en rabia pura. A Richie le habría encantado ver su expresión, pero la oscuridad no se lo permitía en su totalidad.

Perdona, Spaghetti, era la única opción que tenía. —cuando notó que el conserje se fue, decidió no decir nada al respecto. El estar allí con su mejor amigo era algo comprometedor, podría fastidiarlo cuanto quisiese.

¿Ya se fue ese anciano? —Richie negó con la cabeza— Joder, huele a desodorante aquí. Quiero salir, me va a dar asma y tengo que fugarme.

¿Prefieres arriesgarte a que ese tipo te vea? Yo, en tu lugar, no haría eso. —aconsejó, y volteó su cuerpo en dirección a él con una sonrisa en el rostro.— Además, es reconfortante estar aquí, ¿no lo crees?

Eddie, sin saber por qué, se percató de que algo dentro suyo comenzó a latir con vehemencia y no paraba, amenazando con salirse de su pecho. También experimentó un desgarrador calor sobre su rostro, y la sangre subiendo a las mejillas. Sus manos se movían sin que él pudiera mantenerlas quietas, como si hubiese perdido el control total sobre su propio cuerpo.

¿Qué demonios le estaba ocurriendo? Eso nunca en su vida le había pasado. Debía de haber pescado un resfriado o una enfermedad nueva. Enseguida se alarmó por ello y sacó de su riñonera-canguro, una caja de pastillas que eran reales, nada de placebos. Las consumió con rapidez.

— Wowowow, Eddie, ¿te encuentras bien? —musitó, preocupado, ya hablando en voz alta.

— ¡Sí! Sí. Sólo… no te acerques a mí. —se alejó a unos pocos centímetros de distancia de él, y abrió la puerta del casillero para, así, poder respirar con normalidad. Ambos salieron de allí.— No sé qué me contagiaste, pero mejor no te me acerques.

— ¿Eh?

— Mierda, mamá va a matarme. Voy a pasar el resto del verano haciéndome rayos equis y sin salir de casa. ¿Acaso eres estúpido?

— Oye, cálmate, no he dicho nada malo. —rió con diversión.— El mero hecho de que te moleste una broma como esa, me lo comprueba todo. —sonrió, juguetón.

Eddie, indignado y con las mejillas más rojas que antes, le proporcionó un buen golpe en el hombro a Richie, que hasta le dolió.— ¡Vuelve a hablarme así y te partiré la cara, maldito pervertido! ¡Vete a la mierda! —vociferó con rabia, tomando firmemente la tira de su mochila y alejándose a pasos rápidos y fuertes que azotaban contra el suelo, en dirección a la puerta de salida.

Richie lo vio alejarse y su gesto cambió a uno de total desconcierto. En los años que conocía al castaño, jamás se había molestado tanto por una mala broma. Él solía hacer muchas de ellas a diario, y apenas recibía alguno que otro golpe o protesta de su parte.

Eddie, por su lado, esperó afuera a sus amigos mientras se sentaba bajo un árbol a la sombra del sol, intentando pensar qué mierda era lo que le había afectado tanto, porque ni siquiera él comprendió su accionar involuntario.

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asshole! ; reddieWhere stories live. Discover now