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El rubio no podía dormir, daba vueltas en su cama mientras las ganas de vomitar por el estrés le consumían. No pudo aguantarlo más, así que se dirigió al baño para así vomitar.

Se lavó y salió del aseo una vez terminó. Mientras pasaba por el pasillo, se aseguraba de que las ventanas estuvieran cerradas para así evitar derrochar la calefacción.

Volvió a su cuarto y, como esperaba, no se pudo dormir. Encendió la luz y cerró su puerta, para así evitar despertar a su hermanastro o a su abuelo adoptivo.

Se sentó en su cama y se quedó mirando un zapato, respiró profundamente unas cuantas veces para así intentar que sus músculos dejaran de estar tan tensos.

Levantó su vista y esta se clavó en la estantería que estaba enfrente de él, se levantó para así examinar más detenidamente todas las fotos y figuras que la decoraban.

Su vista se cruzó con una fotografía que, sabía que estaba ahí, sin embargo no recordaba.

Se agachó para llegar a la altura de esa imagen y la tomó entre sus manos.

En la foto estaba él con, aproximadamente, seis años. Su sonrisa llena de alegría y optimismo estaba incompleta debido a la falta de uno de sus dientes, la pala derecha para ser exactos.

Zenitsu estaba en los brazos de un chico de trece años. El chico tenía un cabello plateado un poco largo, pero no bajaba de los hombros. Sus ojos eran de un rojo vivo y vestía con ropas llamativas y extravagantes.

Una sonrisa melancólica se escapó de los labios del chico al ver aquella imagen.

El chico de la fotografía desapareció cinco años después de que se tomara esta. Tras el paso de dos meses sin ninguna pista sobre el joven, se dio por muerto y se archivó el caso. Zenitsu aún tenía una muy vaga esperanza pensando que estaba vivo.

Aquel joven siempre le protegía de la gente que lo insultaba por siempre estar llorando y por ser muy sensible.

'Si él estuviese aquí nada de esto estaría pasando', pensó el de ojos dorados mientras sus ojos se cristalizaban y dejaba el marco en su lugar.

Volvió a su cama mientras apagaba la luz y se enrollaba en las sábanas, los recuerdos de aquel chico le devolvían a aquellos felices y lejanos días. Le daba tranquilidad pensar en él, y mientras las memorias volvían a su mente y las lágrimas a sus ojos, cayó rendido ante el sueño.

Abrió sus ojos lentamente debido a un rayo solar que había impactado directamente en sus párpados.

El joven apellidado Agatsuma se alarmó al ver que ya eran las doce del mediodía en su celular.

Cambió de forma rápida sus ropas, tomó su maletín que usaba en la escuela junto al teléfono y salió de la casa rápidamente sin desayunar.

Corría velozmente por la calle zarandeado su maletín de atrás a adelante y de adelante a atrás continuamente.

Finalmente llegó a la entrada principal de su centro de estudios, entrada que estaba cerrada, corrió nuevamente dirigiéndose esta vez a la entrada trasera, entrada que siempre estaba abierta.

Se chocó con una persona mientras corría, haciendo que todos sus libros y materiales cayeran de su maletín.

-¡Perdón! -se disculpó casi gritando el rubio mientras recogía las cosas que había tirado.

Miró hacia arriba al notar que nadie le ayudaba a recoger aquello, la persona con la que se había chocado continuaba caminando por la calle como si nada hubiera pasado.

Ver la espalda de aquel hombre y esos cabellos grisáceos hicieron que el menor tuviera un extraño escalofrío.

El chico finalmente llegó a la puerta de su clase, tocó dos veces y esperó a que el profesor le abriera la puerta.

-¿Se puede saber por qué ha llegado tan tarde, Agatsuma? -cuestionó el profesor con superioridad a su alumno.

-Me quedé dormido -susurró de forma leve y avergonzada, creando así una risa grupal por parte de sus compañeros -.

El profesor dejó pasar al menor y este se sentó en su lugar.

Las clases pasaron y la tarde también, no pasó nada especial para el rubio; hasta que el cielo se tiñó de colores anaranjados indicando el atardecer.

Entró en la oficina de su abuelo, ahí se encontraba el dinero, y tomó un décimo del dinero pedido por el sicario.

Le indicó a su hermanastro que saldría y que volvería a la misma hora que el día anterior. Su abuelo trabajaba a esas horas por lo que no se podía despedir de él. Caminó rumbo a aquella calle que era cercana a la de la casa de su ex-novia.

Por el camino se cruzó con un chico pelirrojo con cicatriz en la frene, hermano de su antigua pareja y mejor amigo suyo.

Este le preguntó que hacía por allí, Zenitsu miró su reloj y vio que no le quedaba casi tiempo, por lo que se despidió diciendo que había quedado con un amigo.

Ya eran las nueve de la tarde y el de ojos dorados estaba esperando detrás del contenedor en ese mismo callejón, tal y como dijo el hombre del día anterior.

-Dame el dinero, venga -dijo acercándose de forma sigilosa, su cara estaba otra vez totalmente tapada para evitar ser identificado, en su mano derecha había una navaja que pinchaba levemente el abdomen del menor -.

El rubio sacó la cantidad de dinero y se la entregó al mayor en su única mano libre. El de ojos carmesí al contar el dinero puso una mueca de enfado e irritación y apretó más el arma que sostenía en su mano contra el estómago contrario.

-¡Lo lamento mucho, deme más tiempo, mi familia notará si desaparece tanto dinero de la nada! -decía mientras estaba al borde de llorar y su corazón latía sumamente rápido.

-¿No te dije que lo quería para hoy? -preguntó guardando el dinero en su bolsillo.

Tomó las mejillas del menor y las apretó acercando su cara a la del menor.

-¡Por favor solo deme más tiempo! -dijo el de ojos dorados para así comenzar a llorar e hiper ventilar.

Cuando una de las lágrimas rozó con la mano del mayor, este soltó su agarre y guardó su navaja.

-Está bien. Hasta que termines el pago, te quiero ver todos los días aquí a esta hora -ordenó para así dar media vuelta.

Zenitsu comenzó a llorar silenciosamente solo dando sonido cuando sollozaba levemente.

-Si tan solo Uzui estuviese aquí, si no se hubiera ido -susurró al silencio mientras trataba de calmarse -.

El sicario estaba en la esquina de ese callejón escuchando al rubio, apretó su puño y se limitó a irse de allí.

Hired AssassinWhere stories live. Discover now