Prólogo: James. El Salvador, 1951.

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James.

 El Salvador, 1951.

-No se te hará tan fácil- repetía Angeló una y otra vez. Caminábamos de la carretera a un muelle viejo y desgastado.

-Dejadlo tranquilo, es su primera vez en una misión de alto calibre- lo regaño su madre, Lacy.

Angeló tenía la razón, sí que se me haría difícil entregar a alguien de mi raza a unos cazadores que solo los matarían por diversión.

-Será tan fácil como arrancarte la cabeza- dije sonriente a Angeló, y para ser un niño de trece años apenas se estremeció. Su padre rió.

-Le hemos enseñado a defenderse, James- dijo Rupert y su hijo sonriente sacó un cuchillo de su cinturón.

-¿Para que pueda con un lobo que le triplica el tamaño? No, no creo- dije mientras ignoraba en cuchillo del niño, sabía que estaba bendito, no me podía curar tan fácilmente de eso.

-No, pero contra un lobo principiante que apenas sabe movilizarse en sus cuatro patas, si- dijo Angeló y su madre lo fulminó con la mirada.

-Basta, deberíamos seguir con el plan y salir a aguas profundas- proclamó Lacy, ella estaba a cargo de la misión.

-¡Yo prenderé el barco!- gritó Angeló corriendo del muelle a un barco pesquero que en vez de pescar peces comunes era para pescar sirenas. Rupert rió al mismo tiempo que Lacy gritaba:

-¡Para, Angeló! No sé cómo me convenció tu padre para que vinieras- salió corriendo detrás de él ágilmente con sus tacones y falda hasta la rodilla. Aún me resultaba extraño ver a una mujer con tanta habilidad y manejando tan bien la ropa que llevaba.

Rupert y yo llegamos al barco un momento después que su esposa e hijo.

-Sabes que él tendrá que aprender para sus misiones, a esta altura dentro de dos años ya podrá ir solo- dijo Rupert mientras tomaba el timón, Lacy rió sarcásticamente.

-Sobre mi cadáver hará misiones a sus quince años de vida solo- dijo Lacy con el ceño fruncido.

-Pero mamá…- empezó Angeló.

-Estamos a punto de entrar en territorio Eterno, no quiero discutir- dijo Lacy, y Rupert y su hijo callaron. A veces pensaba que Lacy era más dura que cualquier otro hombre y aunque Rupert se haya casado con ella también de vez en cuando parecía como si le tuviera miedo, aunque lo comprendía, Lacy se estuvo entrenando para ser cazadora de Eternos desde que era una bebé, en cambio Rupert se metió a este mundo cuando se casó con ella, sin duda Lacy le podría dar una buena paliza cuando quisiera.

Estuve sentado en la proa tratando de concentrarme en el olor muy diferente al de los peces, nunca había olfateado a una sirena, pero Lacy me decía que concentrándome en pensar cómo eran o lo que las diferenciaba de los peces podía captar su esencia.

Angeló se sentó a mi lado. Lo miré de reojo tratando de ignorarlo.

-¿Sabes? No tenemos tantas diferencias como parece- dijo interrumpiendo mi intento de concentración.

-¿Ah no? ¿Tú te puedes convertir en un mamífero de cuatro patas gigante?- pregunté sarcásticamente.

-Tal vez mi debilidad sea una piedra de kriptonita- dijo como broma y sonreí.

-Pensaba que tus padres no te dejaban leer historietas de los héroes fantasiosos porque ustedes, los cazadores, son los héroes reales-

-Tengo unas cuantas escondidas en mi habitación, está de moda y a veces quiero aparentar ser un niño normal que habla de cosas normales- dijo mirando distraídamente hacia el frente.

Eternos II - Desnuda Tormenta (Secuela)Where stories live. Discover now