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Con la boca llena de azúcar, y una sabor amargo y frío, He Jin sintió un inmenso placer, como si comiera dulce de calabaza en Demon God. Sin embargo, en el juego, era una sensación causada por el cerebro, ahora es un placer genuino. 

Qin Yang vio que había dulce en la boca de He Jin, se quitó el guante y lo ayudó a limpiarse. 

He Jin se asustó por la acción. Se giró a ver a Qin Yang frotando sus dedos en sus labios. Sus ojos parpadearon, le dio vergüenza. 

Qin Yang inmediatamente se acercó, sostuvo la fría barbilla de He Jin y lo besó. 

He Jin abrió sus ojos,nerviosamente preguntándose porque Qin Yang tuvo la valentía de hacer eso. Aún hay gente en las calles...

A pesar de ser una temporada baja, aun hay turistas a estas horas. Pero, estaban alejados por algunos metros. La luz era escasa, y no era fácil ver a las personas muy bien.

Qin Yang succionaba sus dos congelados labios, y entre más lo besaba, más fuerza ponía para no dejarlo ir. 

—Oye...— He Jin lo empujó con incomodidad, exhalando, y un poco de humo blanco saliendo de su boca. Sus labios se calentaron y se humedecieron. 

Qin Yang sostenía su rostro. Una de sus manos aun tenía su guante, y la otra estaba fría. Lo miraba de cerca, frente con frente, y exhalando como él. Dijo —Regresemos ¿si?— no sabía lo explícito que se miraba en ese momento. Rebosaba de infatuación. 

Incluso con sus dedos de los pies, He Jin de inmediato sabía que pasaría cuando regresasen al hostel. Pero en tal atmósfera, ambos estaban tan obsesionados con el otro que no podían negarse.

Fue su primera vez durmiendo en una cama de ladrillos. Era cálida pero dura para dormir. 

Al despertar, He Jin se sentía adolorido por todo su cuerpo. Qin Yang tampoco se sentía bien. Se quejaba de como encontraría al guía turístico para cambia de habitación. A pesar de estarse quejando, aún sostenía a He Jin y se rehusaba a que se fuese. 

Cuando He Jin miró el reloj, ya eran las 9 am pasadas. Se dio cuenta de que sus compañeros apenas estaban dejando la clase, He Jin se sintió culpable. Empujó a Qin Yang y se levantó primero. Abrió las cortinas mientras temblaba. El sol era brillante, y debajo el reflejo de la nieve, hicieron doler sus ojos. 

Apresuró a ponerse su ropa y cepillar sus dientes en el baño. De pronto, escuchó que Qin Yang se acercaba. Antes de poder girar su cabeza, Qin Yang lo abrazó por detrás...

Qin Yang  lo abrazó aún medio dormido, puso su barbilla en los hombros de He Jin, como un perro gigante rogando por amor de su dueño. 

—¿Qué haces? Ponte un abrigo, te enfriarás— He Jin se sonrojó e intentó alejarlo. 

Qin Yang se quejó un poco —Déjame estar contigo un momento. 

—Apresurate. Venimos a esquiar, no a dormir.

Qin Yang lo dejó ir, y mientras se levantaba, se quejaba —Es cierto. Estoy aquí para dormir, porque te negaste a hacerlo en la escuela.

—...

Después de que He Jin se arreglara, era el turno de Qin Yang. Luego, vio cómo He Jin lavaba sus calcetines.

—Oye, espera— Qin Yang sacó dos plantillas calentadoras de su mochila y se la dio —Los he visto en Internet, pontelos.

He Jin leyó las instrucciones. Era algo como un calenton en forma de parche. Luego de ponérselo, sus pies se calentaron al instante —¡Que buenos son!— miró a Qin Yang y vio que se puso sus botas directamente —¿porque no te pones unos también?

WFYO | TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora