3 - 「 Lamento y espera 」

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Todo lo que ocupaba su mente mientras sus sentidos le abandonaban poco a poco era el rostro de su Shizun y sus últimas palabras antes de desaparecer entre las llamas.

...


Más de medio mes más tarde, toda la Cumbre Cang Qiong estuvo envuelta en penumbra. Todos se seguían preguntando qué sucedió aquel día exactamente.

Luo Binghe fue llevado de vuelta y sus heridas fueron sanadas. Sin embargo, su estado no evitó que muchos acudieran a él exigiendo respuestas. Aunque temían reabrir las heridas de su corazón, necesitaban un testimonio, necesitaban saber qué fue de Shen Qingqiu, uno de los maestros más preciados de su secta.

Cada palabra que pronunció arrastró un profundo dolor; Luo Binghe contó ambiguamente que Shen Qingqiu le había salvado de un demonio, cayendo al Abismo Sin Fin.

Nada más, nada menos.

Por muy impactado que estuviera, Luo Binghe comprendía que no podía revelar todos los detalles... Concrétamente aquellos referentes a su verdadera identidad y naturaleza. De lo contrario, el sacrificio de su Shizun habría sido en vano.

Cuando alguien tiene algo que quiere proteger, sin importar el coste, llegaría al extremo de usar su propio cuerpo para asegurar su bienestar; eso hizo Shen Qingqiu. Al fin y al cabo, así era su Shizun. Aunque se mostrara duro con él, no dudaría en dar su vida para salvarle, siempre poniéndose delante de él para recibir el golpe fatal en su lugar.

Nadie presionó, e increíblemente, muchos fueron cautelosos y estuvieron de acuerdo en otorgarle un tiempo para recuperarse, a sabiendas de que Luo Binghe solía ser favorecido por Shen Qingqiu, incluso hasta el final; no hacía falta aclarar que esta pérdida debió afectarle más que a ningún otro.

Pero quién sabría que, después de varios días en los que pareció mejorar, Luo Binghe no tuvo la intención de detener sus constantes visitas a la casa de bambú.

Un día, unos pocos discípulos le escucharon llamar el nombre de Shen Qingqiu un par de veces.

Esta información llegó a oídos de Ning Yingying, quien no se demoró en ir corriendo para asegurarse de que estuviera bien. Y, en efecto, cuando llegó a la casa de bambú, tuvo la oportunidad de escucharlo ella misma.

Con los ojos rojos, abrió la puerta de un portazo, sobresaltando a Luo Binghe. La miró con una expresión interrogativa, y ella preguntó suavemente:

一A-Luo, ¿qué... qué quieres comer? Lo haré para ti.

Ning Yingying sabía perfectamente que Luo Binghe era capaz de cocinar, pero no se le ocurrió otra forma de animarle, y de verdad quería hacer algo por él.

Luo Binghe negó con la cabeza.

一No es necesario, pero gracias, Ning Yingying-shijie...

La rabieta no se hizo esperar. Interrumpiéndole, ella pateó el suelo y dijo:

一¡A-Luo! No eres el único... no eres el único que echa de menos a Shizun, pero te lo ruego, no sufras solo. Aún nos tienes a nosotros, no lo olvides.

A eso, Luo Binghe solo pudo forzar una sonrisa y aceptar el ofrecimiento a regañadientes.

...

Una cosa era estar triste, y otra muy diferente era renunciar a algo o perder la fe.

Se declaró a Shen Qingqiu como una víctima más aquel día. Luo Binghe creía firmemente que, a pesar de todo, Shen Qingqiu no estaba muerto. Tenía el fuerte sentimiento de que seguía con vida en aquel abismo, luchando para sobrevivir.

Este discípulo confiaba en su fuerza y juicio.

No obstante, por supuesto, tampoco se mantendría sentado de brazos cruzados. En secreto, al principio, trató de usar su energía demoníaca para volver a abrir el Abismo Sin Fin, mas fue imposible; era como si hubiese una fuerza externa inhabilitando su propio poder.

Pero pronto descartó la opción de volver a usar este tipo de método, o su sangre demoníaca en absoluto.

Aunque Shen Qingqiu hubiera tratado de amendar los hechos anteriores, en el corazón de Luo Binghe siempre quedaría una sombra de inseguridad. Ahora era consciente, y quedó profundamente grabado en él, que su shizun odiaba a la raza demoníaca. Si él siguiera un camino que lo convirtiera en la representación de todo aquello que Shen Qingqiu detestaba, ¿no estaría perdiendo tanta cara que nunca podría volver a mirarlo de frente?

Shen Qingqiu se sacrificó por él y dejó claras sus intenciones. Demostró que, en el fondo, solo se trataba de mera preocupación por su persona. Y él de ninguna manera haría algo que malgastara sus esfuerzos.

Además, Luo Binghe ya había comprobado que este poder no era adecuado para proteger a su shizun, que solo le provocaría dolor. Además, a causa de ello las cosas habían escalado hasta un punto casi sin retorno.

Por lo que, aferrándose al trozo de túnica verde que se convirtió en un recordatorio de sus metas y anhelos, prometió detener sus visitas a Meng Mo. Él mismo aprendería a contener la sangre demoníaca que corría por sus venas y cultivaría como se le había enseñado, sin sacar ventaja de ella.

Superaría justamente a todos los cultivadores de todas las cumbres y sectas, para que cuando esa persona regresara pudiera estar orgullosa... Y, quizás, feliz por sus progresos.

No solo eso, también cultivaría hasta tener la capacidad necesaria para salvarlo, si es que no quedaba más opción. Así que, por el momento, haría eso. Solo podía dar su mejor esfuerzo y esperar por él, rezando para que se encontrara sano y salvo.

Dos años más tarde, después de cumplir esta promesa, ni siquiera Ming Fan se atrevió a ponerle un dedo encima de nuevo. A muy temprana edad y en tan poco tiempo, podía decirse que Luo Binghe ya se había situado en la cima del mundo de la cultivación.

Luo Binghe, un talento excepcional del que su secta podía alardear orgullosa.

Luo Binghe, un discípulo que perdió las cosas más importantes en su vida en dos ocasiones.

Luo Binghe, un chico que nunca cesó de esperar.

Entonces siete años transcurrieron tan veloces como el movimiento imperceptible del filo de una espada, llegando a su ansiado fin.

La espera había terminado. Ahora todo dependía de los intrincados hilos del destino.

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