-Capítulo 1.

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"Bienvenido a la Mansión Argento"

Era un día normal; los pájaros cantaban, las flores parecían sonreír con los pétalos y Kunikida se colocaba su delantal para despertar a sus muy, muy amados niños.
Ni siquiera se molestó en hacer el desayuno, solo fue y abrió las cortinas; dejando la luz entrar en el cuarto.

—Vieja de mierda —escuchó decir a su muy, muy amado hijo; Dazai—, ayer cerré boliche y no tengo ganas de ir a la secu.

Dazai, apodado: "El Messi jirafita"

¡Oh! Su muy, muy amado niño. ¡Todo un bromista!

—Escucháme, vas o te rompo el orto con el palo de amasar.

Siempre tan amable. Kunikida era tan buena mamá que a las empanadas de carne no les ponía aceitunas, las salchichas las hacía sin puré y todos los domingos iban a Misa para decirle sus pecados al padre Pepe.

El castaño se levantó de mala gana y fue corriendo al baño.
Mientras tanto, Kunikida notó que su hijo menor no estaba en su cama.

"¿Se habrá quedado en casa de alguna piba?" pensó la Moni Argento de la casa, pero inmediatamente se refractó. "Nah, es muy virgo. Seguro se quedó en casa del Rodolfo jugando Fornite" —Ranpo, su amigo del alma, el Tévez de su Boquita pasión—
Pero no, de repente se abrió el armario y de ahí salió Atsushi.

—¿Qué carajo?

Silencio, triste silencio.

—Resulta que Dazai me metió ahí porque le quité el faso que se estaba fumando. Perdón, mamucha —el niño de mamá, se abrazó a la extremidad superior de su tan amada "progenitora"

Cohibido, salió de la habitación y le pegó una patada a la puerta del baño. Atsushi se fue corriendo a la cocina para prepararse el desayuno, que consistía en un pan quemado con dulce de leche; ¡igualito al que le daban en la escuela primaria!
En fin, luego de que la mami de la casa le pegara tremento zape al Osamu y le reprendiera por andar con sus hormonas alborotadas a cada rato, se despidieron.

Obvio los dos tenían su sube. Aunque ni dinero tenían, por lo cual sus números estaban números en negativo y Kunikida les iba a matar.
Como todos los días, esquivaron a los wachiturros de la esquina y después entraron a su tan amado colegio. Algunas mesas estaban rayadas con palabras obsenas, una silla no tenía ni respaldo y Dazai había escrito: "¿Paulo Londra? Quién te conoce; mi único Dios es Piñón Fijo papucho" con marcador permanente en una partecita de la pizarra.

Por suerte la maestra de Historia había faltado. Y como los preceptores eran tremendos irresponsables les dejaron solos.

—Che, perri —susurró el castaño a su mejor amigo, la batata de su queso; el Chuuya (apodado: Papá Pitufo) —, ¿tenés la dos de Mate?

—La concha de tu madre —Adorable, como siempre —, que esa era tarea de hace un mes. Es el último trabajo del tercer trimestre, ¿Qué andabas haciendo que no lo hiciste?

Los dos se quedaron mirando, Chuuya deseó no haber preguntado nada.

—¿Qué no hice? —Osamu esbozó una sonrisa socarrona —. Hasta congelé un helado de Manaos de uva con María.

Ya no sé si estás más loco vós o el gobierno argentino. Más volado que el dólar andás, pibito.

A veces esos comentarios le hacían estar medio bien, y otras veces estar medio down —referencia a "Promesas sobre el Bídet—, pero realmente le daba igual. Ese pequeñín se había ganado su corazón de fiera. Pero como Dazai es medio boludo y más vacío por dentro que galletitas de surtido Bagley, no le iba a decir jamás.
Cuando la de Física le aprobara, capaz. Igual la Mirta Legrand esa le tenía un odio terrible.

Su viejita hermosa no le había dado dinero para comprarse algo en la cantina, por lo cual estuvo rogando por comida por todo el salón. Hasta a los que le caía mal le lloraba; "re lame botas el Dazai"
Por fin un ángel le dio unas cuantas Saladix que le quedaban. También consiguió dos Pitusas de limón y unos caramelos Media Hora que nadie quería.

¡Pero igual seguía hambriento! Su estómago rugió.
Miró a Chuuya, mientras se agarraba de su pierna como una garrapata para quería que le prestase algo de plata. Obviamente, le pegó alta patada en los huevos.

—¡Andá a vender alfajores de maicena mejor, vagabundo!

—¡Pero Chuu-Chuu, ni para comprar coco en el Día % tengo!

Sí su abuela le viera le daría cinco platos de fideos con pollo y, de postre, una porción de pastafrola de membrillo.
Tan cagado de hambre estaba que ya estaba divagando, ni abuela tenía.

Fue en ese deprimente instante en el que una luz se alzó del cielo, y apareció su agraciado salvador: Akutagawa. Era su compañero del equipo de fútbol, apodado: "El hijo de Ricardo Ford", o "Ricardito", por el delineador negro que usaba, y por que estaba forrado hasta el ojete.

—Sí querés te convido del sandwuche de miga que me traje.

¿Es esto el cielo?

—¿De qué es?

—Jamón, queso y mayonesa.

Sí, era el cielo. Casi le arranca la comida de las manos al pobre niño, conenzando a devorar como sí no hubiese un mañana.

Así, con todas esas pelotudeces, pasó otro día en el colegio. Dazai tuvo que enfrentar al director debido a que se estaba por llevar siete materias, Atsushi quedó encerrado en un baño y Chuuya perdió el sombrero que se había comprado en los chinos jugando al truco con Ranpo.

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⏰ Last updated: Feb 26, 2020 ⏰

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Bongou No Stray Dogs; argentino.Where stories live. Discover now