2. A Place In This World

911 99 108
                                    


Alfred lo miraba con los ojos achinados, cubiertos todavía por un pesado manto de sueño, su consciencia todavía a medias. Pero no parecía asustado, de hecho se le veía bastante tranquilo.

En cambio Raoul creía que se habría cagado encima si su cuerpo funcionara adecuadamente. Estaba paralizado, mirando la cara del otro chico con horror, mil preguntas rondando por su cabeza.

¿Por qué coño estaba en la cama con Alfred? ¡Desnudos! ¿Habían follado? ¿En qué momento? Pero si Raoul estaba desnudo porque había tenido sexo con su novio. Con Agoney. ¿Por qué de repente no era Agoney y era Alfred? ¿Estaría soñando? Tal vez era un sueño, una pesadilla. Era su consciencia. Se sentía culpable por la discusión con Agoney y en su sueño lo representaba con infidelidad. Era eso. Tenía que ser eso.

Lentamente, consiguió levantar una mano y dirigirla hasta su otro brazo. Respiró hondo y entonces se pellizcó, fuerte.

—Joder. —exclamó al sentir dolor.

Se frotó el trozo de piel que probablemente estaba enrojecido y con las uñas marcadas, mientras se deprimía aún más.

Se supone que en los sueños no duele.

—Raoul, ¿qué coño haces? —Alfred lo miraba atónito.

—Intentar despertarme.

Silencio.

—Creía que estábamos despiertos. —contestó el moreno.

—No, es un sueño. Tiene que serlo. —respondió Raoul con decisión.

¿Por qué el pellizco no había funcionado? Tal vez estaba demasiado metido en el sueño. Su mente intentaba engañarlo. ¿Cómo haces para despertarte de un sueño?

Entonces recordó aquel capítulo de Plats Bruts, una serie catalana que veía de pequeño con su hermano cuando la daban en verano, y los dos se partían de risa. Aquel capítulo era una paranoia, pues resulta que todos estaban metidos en sueños de otros, y para despertarse tiraban por la ventana a la persona que estaba soñando.

¡Ya está!

No puedes morir en un sueño. Siempre que vas a morir, te acabas despertando.

Tenía que tirarse por la ventana. Era la única solución. El problema era que no sabía en qué piso estaba. Quizá estaba en una planta baja.

Mierda, voy a tener que inspeccionar la casa.

Una voz le interrumpió los pensamientos.

—Joder, Raoul... —dijo Alfred. —Ni que fuera la primera vez que follamos.

¿QUÉ?

Todas las alarmas se dispararon en su cabeza.

—¿Qué? —preguntó, alarmado.

—Raoul, en serio, ¿qué te pasa? —preguntó con el ceño fruncido. —¿Estás bien?

—¡Claro que no estoy bien! —exclamó el rubio. —Me acabo de despertar desnudo en la cama de un tío que no es mi novio, y resulta que hemos follado, y yo no recuerdo nada de eso así que no estoy bien. Que eres mi amigo, Alfred, ¿cómo coño se lo cuento a Ago?

—¿Tu amigo? —Alfred parecía ofendido. —¿Y qué tiene que ver Agoney con todo esto?

—Agoney es mi novio, joder. —resopló. —Pero es igual, es un sueño y tengo que encontrar la manera de despertar. ¿En qué piso estamos?

—¿Qué? —lo dijo medio riendo y medio asustado. —¿Para qué quieres saber en qué piso estamos? Raoul, tío, no entiendo nada.

—Pues para saber si sirve o no tirarme por la ventana.

DaylightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora