CAPITULO CINCO

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-¿Tu familia y tu os dedicáis al narcotráfico ?-pregunte exaltada.

-No, Efe...

-Entonces ese tal Efe, el jefe de mi hermano, ¿es tu padre?-interrumpí.

-Si, veras...-intento explicarse.

-¡Ósea que tu has metido a mi hermano en todo esto!-concluí alterada.

-No, fue él...-intento explicarse pero no pude contenerme, cerré mi puño y le pegue en la cara con todas mis fuerzas.

Adán se tambaleo un segundo, pero se incorporó rápidamente y me miró ojiplático mientras tocaba su ojo derecho. Rober corrió hacia mi para interceptarme, la ira me había nublado, en mi menté el era el culpable de todo. Traté de zafarme del agarré pero el grandullón me inmovilizó sujetándome ambos brazos a la espalda, mis esfuerzos cayeron en saco roto.

-¡Suéltame!-grite.

-Tu hermano empezó a trabajar con nosotros porque él quiso, me suplicó que le metiese en el negocio-trató de explícame.

-¡No te creo! ¡Quiero ver a mi hermano!

-Llévala con él, está claro que en este estado no va a razonar-dijo mientras se alejaba enfadado.

Después de unos segundos, cuando Adán desapareció de nuestra vista Rober me soltó y me hizo una señal enseñándome el camino. En silencio le seguí hasta una puerta color madera frente a la que se detuvo, la abrió y me indico que entrase. Mis ojos recorrieron con rapidez la enorme habitación buscando a mi hermano, en el interior había un cama en la cual descansaba, tenia los brazos llenos de tubos, intenté descifrar que era cada cosa, estaba estudiando veterinaria, no enfermería, pero algo sabia. Tras apreciar la escena durante un par de segundos corrí hacia el y le abracé.

-Está dormido- dijo una voz que venía desde el fondo de la habitación.

-¡Coño que susto!-grité.-¿Tu quien eres?

-Soy Esme-dijo con una leve sonrisa-no nos han presentado aún, soy la que conducía la furgoneta que os trajo aquí.

Se levanto del sofá que se encontraba al fondo de la habitación, se acercó hasta mi y me extendió la mano, a modo de saludo. No conocía a nadie a aquí, pero podía intuir a qué se dedicaban todos. La fulminé con la mirada y rechacé su saludo girando la cara hacia mi hermano.

-Esta bien, no es el momento-dijo mientras se daba la vuelta y se disponía a salir de la habitación.-Os dejo solos.

-Quiero hablar con el medico-dije mirando a Rober.

-No puedes hablar con él, ya se ido, no volverá hasta mañana-explicó.

-Esta bien, me quedaré aquí hasta que venga.

Acomode un sillón que había por la habitación junto a la cama de Manu, me senté y tomé su mano. Una vez que Rober salió de la habitación  me pase horas mirando la cara de mi hermano esperando que abriese los ojos y me dijese que estaba bien, que no me preocupara. Mientras esperaba al medico mi cabeza trabaja sin descanso, en ocasiones recordaba lo ocurrido, otras rememoraba todos los momentos que había pasado junto a el y otras deseaba haber sido yo la que recibiese la bala.

Oí golpes en la puerta y me levante de la silla temblando, seguía asustada, no sabía si el que había disparado a Manu podía volver a terminar lo que había empezado, ya era de noche y no sabía si estábamos a salvo en esa casa..

-¿Quien?-pregunte asustada.

-Soy Adán.

-¡Lárgate gilipollas!-grite enfadada.

Fuego de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora