Capítulo 2 - Lucy

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La noche había caído sobre la isla, lo que complicaba un poco la búsqueda de Ricky y yo, así que nos las apañamos para encender una antorcha y nos internamos en la selva. La emoción de la aventura y la compañía de Ricky hacían que no estuviera asustada en absoluto, la adrenalina corría por mis venas y me sentía como una niña pequeña tirándome por un tobogán por primera vez, sin miedo a lo desconocido. Varias horas después, nuestras expectativas de encontrar a la que faltaba disminuyeron, y decidimos descansar y darnos un baño nocturno en el mar. Contemplamos las estrellas tumbados en la arena de la playa y después de un rato en silencio dije:
- ¿Cómo crees que será? La vida de la que nos han sacado, me refiero.
- La verdad es que ni me lo había preguntado - dijo Ricky - resultado demasiado surrealista pensar en un mundo que sé que existe, pero en el que parece que no he vivido jamás.
- Bueno, la única forma de saberlo es sobrevivir, y pienso hacerlo - dije yo
- Ricky sonrió - no lo dudo, eres la chica más fuerte que he conocido. Aunque eso no tiene mucho sentido, porque por ahora solo te conozco a ti.
- Nos reímos un buen rato hasta que dije - Sé que es poco probable que todos salgamos con vida de aquí, pero creo que tu y yo tenemos bastantes posibilidades. Es una corazonada solamente.
- Esperemos que sea cierta - entonces me dio la mano, y allí en la arena de la playa nos quedamos dormidos.

El sol del amanecer me despertó antes que a Ricky, y cuando me incorporé me encontré cara a cara con la que parecía ser la niña que faltaba. Rubia, muy pálida, ojos azules, pecas y el pelo recogido en dos trenzas, parecía salida de una película de terror, la niña a la que se llevaba el fantasma. Antes de que pudiera decir si quiera una palabra la niña habló.
- Uno, dos y tres, el gran árbol al mar calló, cuatro cinco y seis, nunca nadie supo más de él.
Un poco desconcertada por las extrañas palabras de la niña, me presenté, le conté la situación y le pregunté su nombre y si se encontraba bien. Pero las únicas palabras que salían de la boca de aquella niña, era esa extraña y tétrica cancioncilla, desperté a Ricky, que tan confundido como yo por la nueva niña decidimos que lo mejor sería volver a buscar a los demás. Apenas media hora después llegamos a una parte de la playa al lado de los acantilados donde los demás habían establecido una especie de campamento. Dormían desperdigados por la hierba separados unos de otros, excepto Suzzane y Christian que estaban exageradamente juntos, lo que me hizo soltar una risa, ya veía por donde iban los tiros de la chica. Tras despertar a los demás decidimos celebrar la que sería la primera "asamblea" de muchas, sentados en círculo discutimos un buen rato sobre qué hacer con la nueva integrante del grupo, que hasta ahora lo único que había dicho era esa frase, al cabo de un rato decidimos dejar de intentarlo y pasar a lo que Christian llamó, con su complejo de líder de equipo de baloncesto, asuntos más urgentes.
- Bien, estamos atrapados en una isla aparentemente desierta, no sabemos cuánto tiempo pasaremos aquí, así que deberíamos empezar a organizarnos lo más pronto posible. Habría que dividirse en grupos, en los que unos buscarán provisiones, otros construirán los refugios, otros explorarán, por ejemplo. Y habría que elegir un jefe...
- Sinceramente - dijo Anastasia cortándole secamente - no veo porque debemos tener un líder, podemos decidir las cosas juntos, por votación.
La mayoría asintió y estuvo de acuerdo con Anastasia, lo que no pareció gustar a Christian, que puso mala cara pero no dijo nada. El resto de la reunión se basó en dividirnos para hacer las diferentes tareas, Anastasia, Frederic y yo éramos los encargados de explorar, mientras que los pequeños y Suzzane buscaban provisiones, Christian, Patric y Ricky construían el refugio.

Durante el camino nadie hablaba mucho, Frederic con su silencio natural guiaba la marcha, así que decidí intentar entablar conversación con Anastasia.
- Has estado valiente en lo de antes, contradiciendo a Christian, se le está subiendo a la cabeza.
- Bueno, creo que cualquiera con un poco de cabeza vería que tiene el ego en el infinito, y que Suzzane ya parezca un corderillo degollado cuando le mira y que Patric le ría las gracias no ayuda - dijo ella con una sonrisa.
- Solo por preguntar, tu también parecías un poco interesada en él al principio, es decir, ¿por qué has cambiado de opinión tan rápidamente? - pregunté
- Al principio fue como si fuera el chico más maravilloso que hubiera visto en mi vida, luego algo dentro mí me dijo que me alejara de él, como si tuviera algo malo, es algo extraño - respondió
- Una corazonada - dije yo - lleva pasándome desde que estamos aquí, como si mi instinto fuera más fuerte que mis conocimientos, lo que no me extraña, dado que no recordamos nada.
En ese momento Frederic se paró en seco, habíamos llegado al otro lado de los acantilados desde donde se veía otra playa que parecía más salvaje que en la que estábamos asentados, los acantilados parecían cortados con un cuchillo y tendrían más de quince metros de altura, bajo ellos el mar rugía y afiladas rocas se entreveían entre las olas. Frederic dijo entonces:
- Estaríamos mejor aquí que en la playa, desde aquí se ve todo, en la playa estamos desprotegidos.
- Por ahora no hay ningún peligro del que debamos protegernos - dije yo, aunque no muy convencida - en el fondo solo llevamos un día aquí, hay que darle tiempo.
- El verdadero peligro está entre nosotros - dijo Frederic muy serio.
Anastasia se rió aunque él permaneció callado, con un semblante imperturbable, por lo que decidimos que sería mejor dejarlo estar. Fuimos a recoger fruta para comer, y cuando volvimos vi algo que quedaría gravado en mi mente durante toda mi vida, la primera vez que vi morir a una persona delante de mis ojos. La niña nueva estaba al borde del acantilado, y Frederic, a su lado, se tambaleó y se calló, desapareciendo para caer en las rugientes olas del mar. Anastasia y yo nos quedamos pálidas, inmóviles, sin palabras, la niña habló entonces entre sollozos.
- Te, tenía que hacerlo, las voces, las voces no se callaban, el árbol grande tenía que caer al mar, y desaparecer, las voces, solo así se callarían - parecía trastornada, y siguió llorando a moco tendido mientras no paraba de repetir lo mismo - las voces, me susurran, ellas saben, ellas quieren que pase, ellas...
- ¿Qué voces?, por favor explícanos algo - sabía que la niña no estaba en condiciones de hablar, pero más allá del shock inicial mi mente necesitaba respuestas, ¿Por qué había echo eso esa niña? ¿De qué voces hablaba?
Anastasia entonces se impacientó y cogió a la niña por los hombros.
- No creo que sepas lo que has hecho, pero vas a explicármelo - su mirada se volvió amenazadora - ¿Quién eres? ¿De qué malditas voces hablas niña?
La niña entonces palideció y solamente fue capaz de decir Lucy antes de desmayarse, Anastasia y yo nos quedamos entonces mirando el mar, por donde había desaparecido Frederic tragado por las olas. "El verdadero peligro está entre nosotros", y contemplando la pálida tez de la niña y lo que acababa de hacer, empecé a pensar que, tal vez, fuera cierto.

Chosen - Los elegidosWhere stories live. Discover now