-Gracias por venir conmigo.

-No me quedaba de otra -Respondí esbozando una sonrisa-, No suelo contradecir a mi abuela, así que quede claro que solo vine porque ella me ha obligado.

-¿Y si hubiera sido solo por pasar la noche conmigo?

-No hubiera venido -Aseguré sinceramente y sin dudarlo-, No perdería mi tiempo en un lugar que no me gusta, rodeada de personas que no me gustan, haciendo cosas que no me gustan y estando acompañada de alguien que...

-¿Alguien que no te gusta? -Preguntó ante mi silencio-, ¿Qué hay de malo conmigo? ¿Por qué no podría gustarte?

Dirigí mi mirada hacia él, y entrecerré mis ojos como si la respuesta a su pregunta fuera algo obvio.

Oliver era otro chico perfecto al que todos y todas admiraban. Tenía el promedio más alto de su generación, era participante activo de grupos solidarios, y no olvidemos mencionar que también era capitán del equipo de fútbol masculino, por lo cual tenía un físico increíble y un montón de personas que lo admiraban. Y no me extrañaría que más de algún ser humano por ahí lo tenga pegado en la pared de su habitación.

-No me gustan las personas que me han hecho daño -Asumí sin pelos en la lengua-, Una vez tuve que ir al hospital porque corriendo de ti me pegué muy fuerte en el estómago.

-¡Pero teníamos diez años! -Justificó exaltado-, Asumiré que era un tonto, y entiendo que no quieras perdonarmelo. Pero, ¿por qué no puedo gustarte?

-¿Por qué quieres gustarme? -Pregunté tomando un poco de distancia.

Llegamos a la casa de Federico, pero antes de entrar, Oliver me sujetó de la muñeca con la intención de responder a mi pregunta.

-A mi hermano pequeño le detectaron autismo, y sus compañeros suelen molestarlo en el salón cada vez que pueden. Él llega llorando algunas veces a la casa, y cada vez que eso sucede yo solo me pongo a pensar en ti y en que en el pasado yo fui igual que esos niños contigo.

-¿Y crees que tratándome bien ahora lo arreglarás todo?

-Me di cuenta de que te hice mucho daño, y solo quiero que me perdones. Hasta podríamos ser buenos amigos ahora. Los mejores si quieres.

Le miré perpleja, y mi pequeño corazón estaba a un paso de aceptar sus disculpas, cuando la puerta de entrada fue abierta con brusquedad y Federico nos miró sonriente.

-¡Al fin llegas, campeón! -Dijo saludando a Oliver y dándole un abrazo-, ¿Por qué tanto retraso?

-Pasé a buscar a Gina -Respondió pasando su brazo izquierdo por mi espalda para que yo me acercara a Federico. Intenté sonreírle, pero Federico me caiga tan mal que al mirarlo solo podía demostrarle desprecio.

-Hola -Me saludó él incómodamente. La primera vez me había mirado de reojo, pero después volvió a hacerlo detenidamente en mi nuevo aspecto-, ¡Pero miren! La niña nerd tenía cara.

-No me hace gracia.

-No nos hace gracia -Corrigió Oliver con autoridad.

Federico dejó de burlarse al darse cuenta de que nadie lo estaba acompañando, y ya sin más preámbulos, nos hizo pasar a su casa. Nos dijo que nos pusiéramos cómodos y que podíamos comer y beber lo que queramos.

Las luces estaban apagadas, y por primera vez podía caminar entre todos mis compañeros sin que ellos me estuvieran mirando con desprecio.

-¿Estás bien? -Preguntó Oliver alzando la voz dado que la música estaba fuerte-, ¿Qué quieres hacer?

Yo Te ConozcoWhere stories live. Discover now