Calma

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El bosque del miedo, 2 de noviembre de 1988

Para alguien, en cualquier lugar y en cualquier momento; pero con la misma intención: comprender a almas en pena, como yo.

Desde mi soledad, escribo esta carta y, por favor, le ruego que la comparta si es que usted es capaz de sentir amor por la humanidad. Desde joven había pertenecido a una familia con las mayores riquezas y lujos que uno pueda desear, pronto me volví en un importante burgués de la ciudad con una esposa y dos hijos (que terminaron muriendo pronto), pero no pude soportar la presión en mí, así que me fui a vivir lejos, donde nadie me molestara, claro, secretamente; desde hacía años que lo planeaba: mi mansión en una zona alejada hecha por personas de confianza, y por supuesto había arreglado todo antes de irme.

Con esto me fui a mi nueva vivienda, con mi esposa y mis hermanas, que al parecer querían seguirme en esta soledad. Ahora entiendo que ellas eran una especie de brujas lesbianas incestuosas que realizaban rituales paganos en el sótano de la casa, pero a mí ni a mi esposa, Lucy, nunca me molestaron. En cuanto a mi relación con mi esposa ya no era muy buena: de jóvenes nos amábamos, aún con nuestras infinitas diferencias; ella también poseía gran relevancia, con lo que nuestra relación fue apoyada por las mismas familias, pero pronto el amor se iba y no podíamos hacer nada, era un encarcelamiento nuestro casamiento, pero para entonces nos tolerábamos.

Mi hogar era de lo más pomposo, tenía muchos cuadros de la más alta calidad, todo estaba hecho con los materiales más finos y, lo que más amaba, una magnífica biblioteca con libros suficientes para pasar una vida. La comida que había era suficiente, pero si algo hacía falta, mis hermanas se encargarían de traerlo (era el único costo que les cobraba para que se quedaran en esa casa). Entre mis hermanas y yo habíamos dado fama a esta zona tan apartada del mundo, como maldita, y así probablemente nos libramos de muchos visitantes que arruinaran mi paz de ermitaño.

Realmente lo único que me llenaba el alma era mi biblioteca, con autores como Poe, Shakespeare, Cervantes o Dante Alighieri;pero entre tantos textos encontré uno que me llamó la atención: Celephais, de H. P. Lovecraft. Este relato era para mí lo más sublime que había leído al descubrir en él algo que nunca había dado la menor importancia, los sueños, y que pocas veces había tenido; así nació mi amor por la fantasía que daban.

Después de esto esperaba a tenerlos, pero no pude, lo que me hizo enfurecer, aunque después reflexionaría con la cabeza fría. Llegué a la conclusión de que necesitaba un poco más de acción en mi vida para que se presentara alguno de esos momentos tan mágicos al dormir, por lo que le dije a mi esposa cuando tuve la oportunidad lo siguiente:

-Voy a iniciar a salir en busca de acción Lucy-le dije seriamente-, así para que no te tome de sorpresa.

-De seguro ha de ser por Karla (mi actual novia), ya olvídala. ¡No existe!- Lo dijo muy enojada, como si le acabara de confesar una traición- No te lo permitiré. O yo mismo iré con tu padre para decirle lo que has estado haciendo.

Entonces me dí cuenta de que ella sería un obstáculo y, con ayuda de mis hermanas, le dí un balazo en el cráneo mientras dormía para de esta manera acabar con su vida. El cadáver se lo dí a mis tres hermanas (fue el cambio por su ayuda). Viendo la mesa de noche encontré un papel que decía así:

"Mi querido esposo.

Esta mañana me ha hecho reflexionar sobre nosotros y he decidido mejorar, te lo prometo, perdóname. Desde mañana seré la mejor, lo juro, y con respecto a lo que dijiste en la mañana, sí, por mí no hay inconveniente en que vayas y tengas aventuras.

Con amor, Lucy Ferrier, esposa del magnífico Jefferson Ferrier"

En verdad era una loca de cuidado, una descarada. Suerte que su presencia ya no será un estorbo.

Antes de dormir me imaginé de nuevo a Karla, conociéndola, en el noviazgo, la juventud, el matrimonio y la vejez, cosa que para mí ya era un hábito. Esta vez pude ingresar al mundo onírico con éxito, a excepción que de más que buenos sueños, eran pesadillas. En ellos soñé que estaba solo en una calle totalmente a obscuras, y, de repente, se acerca a mí una figura misteriosa y elegante, vestida de negro con un sombrero negro. No podía moverme, y entonces me dijo: "¿Por qué está tan solo, señor?". Terminando de decir esto, sacó rápidamente un cuchillo y me apuñaló, sin que yo pudiera hacer nada.

El sueño de esa noche me perturbó mucho, pero me hizo entender que, efectivamente, era necesario aventura para soñar, como lo fue la muerte de esa desgraciada. Por tanto, la noche siguiente, me dirigí a las orillas del bosque con la ciudad y aceché a un joven que se aventuraba a pasar por ahí. Hice eso varias noches, pero no recuerdo bien si hice algún daño, ¡ah, pero eso es lo de menos, desde ese día hasta ahora sueño... y con toda clase de locuras que me sería incluso describir muchas!

En fin, al parecer soy buscado, según mis propias hermanas, por lo que mi tiempo se acerca. Ahora escribo esta carta para que de mí parta tan extraña historia de este ser que de la sociedad pertenece a la peor escoria. Pero con que a alguien le cause algún efecto, me daré por satisfecho de que mis manos no han escrito en vano. En este momento estoy con la pistola a un lado, listo para culminar, no sin antes dar legado con esta tan fea verdad.

Ahora sólo me queda dormir, para siempre, donde los sueños no son más que la realidad. Pero ahora tú quedas en este mundo tan sin sentido, a alguna cosa, pues en la vida no hay razón para ser... lo mejor es fallecer para que se esté neutral, que es mejor que padecer el mal esta pesadilla. ¡Buenas noches, joven alma que espera la calma en la que yo ya estoy!

-Alguien, cualquiera que fuese.

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⏰ Laatst bijgewerkt: Oct 04, 2019 ⏰

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