La visita

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Tenía la boca abierta. Literalmente abierta.

Lo miraba con los ojos descolocados, como si en el quicio de su puerta, hubiese aparecido un dementor vestido de amarillo y jugando a los malabares con quaffles, en vez de él.

— ¿Malfoy?

Si aquello fuera una visita común y corriente, en ese momento podría reaccionar de dos maneras: invitarlo a entrar, si era una persona bien recibida; o cerrarle la puerta en las narices, si era alguna visita fastidiosa. Definitivamente, la segunda opción era la que mejor aplicaba, pero a pesar de que en su cabeza estaba formada la decisión, su cuerpo no quería obedecer. Estaba en shock, probablemente ese era el término más adecuado para su actual condición.

Se obligó a cerrar la boca.

— ¿No vas a invitarme a entrar Granger? Esos modales dejan mucho que desear, si quieres mi opinión.

No tuvo oportunidad de reaccionar, nuevamente. Draco entró, como si estuviera en su propia casa, haciéndola a un lado con un ligero toque de hombro para abrirse paso.

Hermione buscó su varita en las inexistentes bolsas de su pijama, y momentáneamente se sintió asustada e indefensa; si Malfoy había ido a lastimarla, la iba a tener bien fácil.

El chico, que no dejó de observarla mientras su rostro pasaba por todas las facetas entre la indignación y el miedo, sonrió burlonamente.

—No vengo a hacerte daño Granger, por si se te cruzó eso por la cabeza.

Entonces Hermione volvió en sí, superando repentinamente la impresión inicial. Ahora estaba cabreada, ¿quién se creía ese imbécil para ir a burlarse de ella, a deshoras, y en su propia casa?

—Entonces, ¿qué demonios haces aquí? —Espetó la chica bruscamente, acercándose a él con gesto desafiante—. ¿Cómo diantres conseguiste mi dirección?

Hermione se colocó a un palmo de distancia del rubio, mientras él la miraba con un gesto divertido.

—Pero sobre todo ¿Con qué derecho entras en mí casa —lo acribilló con un dedo en el pecho y continuó haciéndolo con cada palabra— como si tuvieras el derecho o el permiso de hacerlo?

—Me pareció lo adecuado, en vista de que parecía que no ibas a reaccionar de aquí a fin de año. —Draco se acomodó la túnica con gesto elegante— ¿Puedo sentarme? —agregó, como cortesía para tratar de calmar los humos de la chica.

— ¿Vas a decirme qué se te ofrece?

El rubio se encogió ligeramente de hombros y cruzó los brazos tras su espalda, esperando la invitación de la chica, mientras la miraba fijamente a los ojos.

Hermione bufó exasperada, y extendiendo su brazo en un ademán brusco e impaciente, le indicó uno de los sillones de la sala. Que no esperara ningún tipo de cortés invitación porque se quedaría parado toda la noche.

Draco inclinó ligeramente la cabeza en un gesto de agradecimiento tremendamente anticuado y se dirigió a la sala, desplazó la túnica a un lado gallardamente y se sentó cruzando una pierna sobre su rodilla.

Hermione rodó los ojos y fue a sentarse en su sillón, quitando la manta que había tenido en sus piernas hasta antes de la extraña aparición del muchacho.

— ¿Y bien? ¿Ya estás lo suficientemente cómodo como para hablar, o tengo que invitarte un café también?

—No me vendría mal.

—Estás de broma, ¿cierto? —preguntó Hermione con incredulidad—. Ahora me dirás que esto es una visita social, ¿no?

Él la miró impasible.

Atrapados por el Destino [DRAMIONE]Where stories live. Discover now