Muy en el fondo, sabía que si se había alejado, era porque no se trataba de la chica correcta. Él quería tener a su lado a alguien que le transmitiera una confianza tan absoluta y total que le permitiera ser él mismo... sin tener que ocultarse. Que lo aceptara tal como era, incluido su pasado, incluidos los prejuicios que se cernían sobre él. Que lo complementara de tal manera que nada importara en realidad.

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La montaña de libros, pergaminos y documentos era monumental. Tanto, que su metro noventa no era suficiente para que sus ojos sobrepasaran el límite de su altura.

Intentaba llegar a su despacho con todo el material de documentación que había extraído de la biblioteca privada del Departamento de Misterios. Una amplia y basta biblioteca a la cual sólo podía accesarse con un conjuro especial, desarrollado por cada uno de los Inefables individualmente.

A pesar de no encontrarse muy lejos de su lugar de trabajo, intentaba no tener que dar más de un recorrido para llevar la documentación con la que trabajaría ese día. Así que había decidido llevar todo de una sola vez. Desgraciadamente las normas de la biblioteca prohibían portar la varita dentro del recinto, por lo que al igual que cada día, tendría que llevar todo sin usar magia.

Y ahí se encontraba, con un montón de pergaminos en la base de sus manos, y una cantidad de libros descomunal, chocando contra cada columna del corredor, y haciendo malabares para evitar que cayeran.

Pisó accidentalmente la bastilla de su túnica, y después de un par de infructuosos tambaleos, terminó en el piso, con todos y cada uno de los libros regados.

—Maldición.

Veinte minutos y dos buenos golpes en la cabeza después, se encontraba nuevamente en la comodidad de su amplio despacho.

En la pared del fondo, que medía más de siete metros, se encontraba desplegado un intrincado grabado, que a ojos inexpertos hubiera parecido un árbol genealógico, pero que mirando más detenidamente, unía de maneras aparentemente arbitrarias, a magos, brujas y muggles de todo el mundo.

Su campo de estudio. La razón por la que había entrado a formar parte del cuerpo de Inefables del Ministerio de Magia.

Por irónico que pareciera, aquello que más denotaba el cambio en su postura de acuerdo al linaje de la sangre era precisamente lo que no podía compartir con nadie.

Siempre, desde que tenía memoria, le había interesado el aparente "desarrollo espontáneo" de la magia en personas sin antecedentes mágicos. Cuando era joven, y sus prejuicios nublaban la curiosidad, lo atribuyó a alguna forma de robo o engaño por parte de los sangre sucia, volcándose en un odio infundado que era acrecentado por crecer en la familia en la que habia crecido.

Pero ese pensamiento cambió con el paso de los años, convirtiéndose en genuina curiosidad. Y esa fue la razón principal por la que decantó sus estudios hacia la medimagia. Quería encontrar el origen biológico de la magia en muggles.

En su tiempo, incluso se dedicó a estudiar a profundidad algunos de los tratados muggles más complejos sobre genética, intentando por todos los medios encontrar aquello que hacía posible que, aparentemente de la nada, una persona se convirtiera en mago.

Su estudio nunca fue concluyente, y se frustró por ello. Hasta volvió a paladear sus teorías de antaño respecto al origen usurpado de la magia en los muggles.

Pero un día las cosas cambiaron por completo. Lo mandaron llamar del ministerio de Magia; específicamente de la sección de Misterios, para que se adentrara en un nuevo campo de estudio que estaban desarrollando. Su sorpresa fue enorme al encontrar que aquel departamento, de manera muy diferente al método que él había abordado en sus estudios, investigaba precisamente el mismo tema: el origen de la magia en los muggles.

Atrapados por el Destino [DRAMIONE]Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα