Horas más tarde, Draco regresó para reanudar sus actividades anteriores.

—Tengo malas noticias sobre tu amigo —declaró.

—¿Neville? ¿Qué? ¿Qué le ha pasado? —preguntó Hermione sintiendo que el corazón le daba un vuelco.

—Parece que ha estado colaborando con los muggles.

—Eso es imposible. Es Neville. Conoces a Neville —dijo incrédula.

—Tal vez sí y tal vez no. No importa, ha sido acusado. Se acabó.

Hermione no sabía qué decir.

—¿Qué va a pasar con él? —inquirió cuando consiguió que su lengua volviera a funcionar. La idea de perder a Neville era insoportable.

—Lo matarán —comentó Draco distraídamente.

—Pero sigue vivo.

—Bueno, parece que el Señor Tenebroso está muy ocupado con los muggles en este momento —Draco espetó.

—Draco, tienes que ayudarlo —suplicó Hermione.

—¿Qué esperas que haga? Pedir clemencia, eso solo conseguiría que nos maten a los dos.

—Es Neville —gritó Hermione—. Fuiste al colegio con él.

—No hay nada que pueda hacer, Granger. Ni siquiera mi padre podría influir en esto. Al parecer, lleva tiempo colaborando con los muggles.

—Por favor, Draco, él es todo lo que me queda. Debes sacarlo de aquí.

—No sabes lo que pides —dijo Draco revolviéndose el cabello—. No puedes ir y secuestrar a uno de los prisioneros del Señor Tenebroso. Eso sería un suicidio.

—Tienes que intentarlo —Hermione continuó. No iba a descansar hasta que él ayudara a Neville. No podía quedarse de brazos cruzados. Tenía que haber una manera.

—Entonces yo lo haré —sentenció.

—¿Y cómo lo encontrarás? —Draco preguntó—. ¿Crees que simplemente van a abrir las puertas y te dejaran entrar? Saben quién eres y hay demasiados como para que entres a la fuerza.

—Tú sabes dónde está —afirmó Hermione.

Draco se limitó a negar con la cabeza como si fuera una idea ridícula.

—Te matarán a ti. Lo matarán a él —dijo Draco finalmente.

—No puedo quedarme sentada viendo como matan a la única persona que me importa —Hermione gritó.

Draco se encogió de hombros de nuevo, mientras Hermione intentaba frenéticamente conseguir que Draco ayudara.

—Sé que puedes hacerlo —vocalizó después de un tiempo y él la miró con enojo—. Sé que puedes lograrlo.

—Estaría arriesgando mi vida. Por alguien que ni siquiera conozco. No.

—Por favor, Draco. Si tengo algo con lo que negociar lo haré.

Él se quedó mirándola y puso los ojos en blanco.

—Por favor... Por favor, Draco.

Levantó la mano para callarla.

—¿Y con qué vas a negociar? —preguntó escuetamente.

—Cualquier cosa que quieras —respondió Hermione, eufórica porque estaba consiguiendo algo y a la vez preocupada porque tendría que regatear por ello.

—Cuando te bese, quiero que me devuelvas el beso —habló con amargura—. Y cuando te toque, quiero que lo sientas.

Hermione se mordió el labio hasta hacerse sangre. Era un precio que no quería pagar, pero lo haría. Lo odiaba por pedírselo, pero si salvaba a Neville, valdría la pena.

El lento deshieloDove le storie prendono vita. Scoprilo ora