Capítulo 05

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Paola y Paulet no me dirigen la palabra y el sarcasmo unido a la ironía se apoderaron de mi entorno, sus padres se enojaron mucho por lo ocurrido en el cumpleaños del amigo de las niñas, Cecilia agarró una gripa y aún así debió trabajar, mi jefa y doña Carolina están molestas entre sí, eso aunque se escuche mal me hace feliz.

Después de acabar con mis oficios quise dormir un rato y desperté de golpe por el sonido de un matero romperse en el suelo, ya me imaginaba el autor del crimen; cierto gato peludo y fastidioso, vi la hora y tenía que preparar la comida pero al mismo tiempo limpiar la travesura del gato.

Busque un balde y un trapeador para limpiar cuando escuche que las niñas me llamaban, terminé y deje el balde en una esquina de la sala donde no se alcanzaba a ver fácilmente.

Cuando llegué a su pieza era nada más y nada menos que una enorme mancha de mermelada en la alfombra y sabía que  eso estaba lejos de ser un accidente.

Muy tarde por la noche mientras las gemelas dormían aproveché para evitar que doña Raquel les extendiera el castigo tuve que lavar varias veces el tapete. Llame a mi abuela para pedirle que no me esperará esta noche o se preocuparía.

—¿Lola eso es un balde?—preguntó mi jefa.

—Chocolate partió un matero hoy en la tarde—le explique y ella miró mal al gato.

—Por cierto, ¿Porque te quedaste hoy?—dudo ella viéndome algo sorprendida.

—Doña Raquel es que no me gusta dejar mis oficios por la mitad, ya le avise a mi abuela—le di una sonrisa tranquila aunque ella de tonta no tiene ni un pelo, era obvio que presentía que le ocultaba algo pero mientras a ciencia cierta no lo supiera entonces guardaría el secreto de las niñas y su tapete manchado.

—Está bien Lola, descansa—se despidió y lo último que escuche fueron sus tacones y la puerta de su pieza cerrarse suavemente.

Dude en llevar el balde a la zona de aseo pero como vi la poca cantidad de agua se me ocurrió la fugaz idea de tirar los restos del agua con tierra que recogí del matero roto por la ventana, de todas formas era casi media noche y nadie se daría cuenta.

Los días siguientes fueron casi iguales, limpiar, ir y venir a de mi casa hasta aquí, las niñas ya sin la mala influencia de Valentina deseaba de corazón que volvieran a ser las de antes.

—Lola, el viernes vendrán Julián, Carolina y mi nuevo socio. Cecilia viene ayudarte con la comida, se que Raquel no está muy convencida pero ya lo acordé en el trabajo—yo solo escuchaba perpleja, otra vez vería a esa estúpida mujer.

—Se que no te agrada Carolina, aquí entre nosotros... tampoco me cae bien pero es la esposa de Julián y estas cenas son para compartir todos en familia, ya sabes por la ley invisible de la amistad y los negocios—me rogó prácticamente, no me quedo otra opción que acceder y ayudarlo.

Podía imaginarme la incómoda situación, entre las dos señoras, las niñas y yo en medio de todas ellas.

—Pues don Ricardo yo entiendo y creo que puede llegar hacer algo incómodo pero junto a Cecilia espero poder hacer todo bien para que el ambiente sea más ligero—le animé y sonreí, no quedaba de otra.

—Se que Raquel y Carolina siguen molestas por lo que pasó en la fiesta de aquel niño, Julián nos apoyo totalmente y Valentina también fue castigada. Hubo un torbellino en el hogar de mi amigo pero ¿Cómo intervenía? Esa niña las dejo fuera aguantando frío y eso fue desagradable—al menos sabía que mis patrones me entendían y que al menos el papá de esa niña sabía que estaban mal criando a su hija y están a tiempo de mejorar su futuro.

Sentí interés por conocer a don Julián se ve que es un tipo inteligente y que a pesar de su amor por esa señora y su hija al menos es justo.

Tratamos de conversar en voz baja ya que doña Raquel está muy sensible con ese tema de la cena.

Las niñas eran las únicas felices por ver a su villana amiga de resto todo era estrés y no faltaba mucho para llevarse a cabo.

—¿Cecilia tienes todo listo?—pregunté, después de repartirnos las tareas y yo terminaba de poner el florero en mitad de la mesa del gran comedor.

—Si Lola todo esta listo, la cena, el postre y la comida de las niñas—me respondió ella buscando los cubiertos de plata que don Ricardo nos pidió utilizar.

El famoso Julián envío dos botellas de vino y creo que hará falta más de dos para que todo salga bien.

Mientras colocabamos la vajilla en la mesa mi jefa nos sorprendió.

—¿Qué tal creen que me veo?—nos pregunto y la verdad sobraba la pregunta, ella era una mujer elegante.

—Hermosa y refinada como siempre doña Raquel, todo saldrá bien no se preocupe—ella al escuchar las palabras de Cecilia y ver mi sonrisa, relajó sus hombros.

Mis patrones y las niñas se fueron a la sala a esperar el resto de sus invitados, justo a diez para las ocho sonó el timbre y falto poco para rezar un rosario y pedir que todo fuera un éxito.

Tomé aire y abrí la puerta sintiendo toda aquella tensión.

Cecilia corrió a la cocina, yo vi de frente a Doña Carolina, su hija y al hombre más hermoso que vi en mi vida. Alto y de ojos azules, cabello crespo recogido, aparte mi vista rápidamente para dejarlos pasar.

Minutos después llegó don Felipe y su hijo.

—Gracias por asistir a la cena y sean bienvenidos a mi hogar, propongo un brindis por el nuevo proyecto en Ecuador—escuchamos hablar a don Ricardo y luego el choque de copas, desde donde estábamos podíamos verlos con facilidad.

Don Julián en ese momento posó su mirada en mí, regalandome la mejor sonrisa que alguien me dio en la vida.

—Cecilia, Lola pueden servir ya—nos aviso mi jefa y deje ir mis pensamientos precipitados acerca del amigo del patrón.

—¿Qué sucede Lola porque pones esa cara?—susurró mi amiga Ceci.

—Nada... ¿Qué me podría pasar?—respondí entre risas, la verdad era que estaba por perder la cordura. ¿Cómo una sonrisa puede causar ese tipo de estragos? Me pregunté.

Lo peor que podría hacer era fijarme en alguien inalcanzable.

Llevamos la comida despacio y con sincronía para que nada saliera mal o se cayera en el lugar equivocado.

Pocas veces había visto el comedor lleno aún quedaban más puestos pero nadie más asistiría.

El lugar relucia de limpio y olía de maravilla, si en este momento tomarán una foto se vería algo similar a los comerciales de televisión o las revistas.

Todos ellos bonitos y con ropas finas, que sólo en sueños podría llegar a tener.

Amor De Agua SuciaWhere stories live. Discover now