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Sería típico comenzar diciendo era una mañana soleada y tranquila, pero es lo qué hay.
El sol había salido recién e inundaba las calles con sus rayos, anunciando el nuevo día.
Las calles no tan tranquilas, el tráfico en si era evidente, hoy es el gran regreso a clases; el tráfico es más que obvio.

Pero vamos a enfocarnos en un solo lugar, la prestigiosa escuela WS Academy.
Llena de adolescentes que iban de un lado a otro emocionados de ver a sus compañeros después de unos cuantos meses.
Lo típico, pequeños grupos amontonados en los grandes escalones de la entrada, chicos presumiendo sus nuevas chaquetas y fumando, chicas contando con qué chico habían perdido su supuesta virginidad en el verano.

Llegando a interrumpir las risas y diversión, apareció un ruidoso Porsche Panamera de un color plata tan luminoso que incluso estando a más de 5 metros podías sentir los rayos del sol reflejados en la carrocería directamente a tu cara.

Todos voltearon a ver esa preciosidad y cuando digo todos, es t o d o s.
Sin excepción alguna.
No era nada nuevo ver coches así de lujosos en esa academia, tomando en cuenta que era una de las más caras e importantes del estado, estudiantes hijos de empresarios, abogados, doctores e incluso gente que se acomodaba en las grandes torres de la política.

Pero había algo que distinguía ese Porsche de los 10 BMW que pasaban día tras día.
Ese Porsche pertenecía a nada más ni nada menos que Maxwell Heller, hijo único y único heredero del gran imperio de su padre.
Futuro dueño de la cadena de hoteles más importante de la gran NY.
El Porsche ya estacionado y todos mirando, esperando con calma a un solo movimiento.
Y si, era obvio, la puerta del coche se abrió mientras la figura de un hombre un poco bajito aparecía, era Maxwell, con una sonrisa de oreja a oreja, su típico suéter con cuello de tortuga, sus tirantes y esa manía de hablar solo.

De dentro del coche, tomó su mochila, sus llaves y su café, cerró la puerta y la aseguró.
Y antes de dar el primer paso, tomo una gran bocanada de aire.
Respiro hondo hasta que comenzó a caminar, lentamente y con un aura de confianza total.
Todos estos años habían echo de Max una persona segura y con porte, al caminar, al hablar, al gesticular, todo estaba en orden.
¿Que si era popular?
Demasiado. Pero otra característica buena que el joven poseía era que no estaba con cualquiera, se rodeaba de gente con la cual podía confiar, sabía elegir a sus escudos.
Atraía mucho la atención de las personas, quitando la importancia de su apellido, su humor era hilarante y él no se calificaba como una mala persona (o al menos eso quería creer.)

Maxwell POV

Podía oler ya desde mi coche el hedor de las bestias que paseaban por la escuela.
Tome mi mochila y cerré el coche, me quede hipnotizado mirando un punto fijo, pensando en todo el estrés que iba tener después de entrar a ese lugar.

Pero bueno, ¿qué más daba?
Sin dolor no es rico.

Comencé a caminar y rápidamente comencé a notar las miradas de todos en mi, no era raro, estaba acostumbrado pero eso no quita que fuera de cierta manera incomodo.
Estaba ya en los pasillos de la escuela, todo se veía igual, lo único que podría haber cambiado eran las caras de algunos, habían personas nuevas, los de nuevo ingreso claro.
Pero nada interesante.

"– Mira nada más, si es Máxime."

Después de escuchar esa voz solo pude sentir un peso en mi hombro.
Gire bruscamente por reflejo y mire a mi lado, ahí estaba Monet con su brazo recargado en mi y regalándome una de sus sonrisas blancas.

Quédate || CraquariaWhere stories live. Discover now