Otra vez llorando por lo mismo. Los mismos recuerdos recorren su mente una y otra vez y ella, sin poder evitarlo llora. La han hecho daño, tanto con palabras como con actos. Pero ella solo llora por una cosa. No volverá a ir de su mano nunca más. No volverá a ver su sonrisa nunca más. No volverá a besarle nunca más. No volverá a sentir el taco de su piel nunca más. No volverá a quererle tanto como lo hizo nunca más.
Una noche, antes de todo soñó que iba de su mano y fue la persona más feliz del mundo. Pues así sucedió también en la realidad. Cuando él la tendió su mano. Ese simple gesto bastó para ella. No necesitaba más, solamente le necesitaba a él. Ahora todo era distinto. Tanto él como ella se sentían culpables y no levantaban cabeza. Ella por él y él por otra.
Ella sentía que le perdía. Que cada día que pasaba, estaba más cerca de perderle para siempre. Que no volverían a ser los mismos cuando estuviesen juntos en la misma sala. Que no volvería a verle sonreír nunca más y que si lo hacía, desde luego el motivo no era ella. Entonces, cuando todo parecía desmoronarse, cuando todo estaba perdido, cuando la esperanza se había casi desvanecido, la habló. La saludó de un modo natural, como solían hacer antes. Entonces todo siguió su curso natural.
