Archivo 01 - Lo que comenzó todo

1.3K 24 4
                                    

Eran las 8 de la mañana cuando salía de mi casa después de haber desayunado un café y haber despedido a mis hijos que hace 15 minutos estaban yéndose a su colegio. Al salir salude a mi esposa que ese día iría al centro de la ciudad de Montana (EE UU). Mi carrera estaba en progreso, después de haber sido ascendido hace 2 años había recibido una llamada para ir a la Fuerza Aérea en cuya sede pequeña un oficial de alto mando quería verme. Estaba feliz. Sentía que podía hacer todo. Durante estos dos años que estuve viviendo en este lugar las investigaciones oficiales habían sido uno de mis fuertes según remarcaban la gente con la que trabajaba. – Tiene un buen cerebro científico – escuche decir una vez. Tal fue el reconocimiento que me daban que sentía que este llamado podía enviarme a Nueva York, Washington o algún lado elegante para alguien como yo. Había soñado desde que inicie mis estudios como investigador y oficial poderme dar una vida dichosa, no con lujos excesivos, pero una buena. Algo con lo que cualquier joven de clase media baja soñaría pero que pocos (con el esfuerzo y un duro trabajo) lograban.

Después de 20 minutos había llegado a mi destino, la base Great Falls, un gran centro militar de la Fuerza Aérea donde estuve trabajando desde que llegue. Tan rápido como estacione mi auto me dirigí al despacho donde Molly con su sonrisa de siempre me saludo y me dijo que la persona que me esperaba estaba paseando por el lugar, charlando con el director jefe. No había prisa, fui citado a las 9 de la mañana para presentarme en este lugar pero por la emoción de ser llamado en persona por alguien del alto mando militar me decía que había algo gordo esperándome. Mientras esperaba miraba algunas revistas que habían allí, o leía el diario local mirando cada 5 minutos la hora. No me había sentido tan emocionado desde hace mucho, sentía que tenía 7 años y que estaba esperando el regalo de Santa Claus. La sensación era algo así.

A las 8:50 de la mañana alguien telefoneo a Molly, por la forma en que me miro sonriendo sabía que era la llamada que estaba esperando que ella reciba. Estaban preguntando por mí. Molly me dijo que me dirija a las oficinas del director jefe – Están esperándote en la oficina del Director Farshen , les dije que ya habías llegado y me dijeron que te presentes allí -. Esas palabras sonaron tan bien en mí que fui corriendo rápidamente, tome el ascensor, me acomode el uniforme y trate de calmarme mientras salía de allí y me acercaba a las oficinas centrales del edificio.

- Soy el teniente segundo Joseph I. Clark. Fui llamado por el Director Jefe para presentarme.

– La secretaria llamo al interno y se comunicó con el director y me hiso gesto de pasar. Golpee la puerta dos veces y respire profundo antes de entrar.

- Con su permiso Director Jefe. Soy el tenient...

- No hace falta que se presente Teniente Segundo  Clark. Escuchamos su presentación ante la Mirtha. Por favor tome asiento. Quiero presentarle al Teniente Nathan Farragut Twining – Me acerque a darle la mano primero. – Él fue quien lo mando a llamar después de haber leído su historial.

El teniente Twining era una persona normal. De estatura promedio, cabello corto, cejas pronunciadas, de rostro robusto. Apenas lo vi note las muchas condecoraciones que tenía en su uniforme lo que confirmo que el asunto era importante. Note condecoraciones por servicios en la Segunda Guerra Mundial, Piloto Comandante de la Fuerza Aérea, Medalla de Servicio Distinguido en la Armada y Marina y muchas otras.

- Un gusto conocerlo señor – le dije – debo admitir que cuando me llamaron para que acuda aquí sentía una sensación de sorpresa y ansiedad.

- Soy yo el que siente el gusto Teniente. Debo admitir que también esperaba conocerlo después de leer su historial de casos e investigaciones en las que trabajo. Eso fue lo que me hiso venir a encontrarme con usted. – Trataba de no mostrar mi sonrisa. – He estado aquí hablando con el viejo Farshen y después de una larga charla hemos decidido que necesito la prestación de sus servicios. Para esto, si es que acepta, necesito que la discreción sea el primer y último requisito.

- Señor, usted puede contar conmigo... Pero... no entiendo en que podría ayudarle. - Los miraba a ambos. La expresión de alegría de mi rostro se tornó seria en un segundo al ver la seriedad con la que me miraban, además de segundos después el director jefe pidiera a su secretaria que se tome un descanso y que cierre con llave la puerta a aquella sala.

- He estado trabajando en un proyecto un tanto... secreto. Antes de seguir con este proyecto me dispuse a revisar los perfiles de muchos candidatos. De entre varios usted tiene algunas facultades que buscamos. – me miraba – Si acepta el puesto de trabajo los pagos por sus servicios serán muy bien remunerados, pero deberá firmar un contrato de absoluto silencio. De conocer que ha divulgado estos, lo que supondría una violación a su palabra y al contrato no dudaremos en enjuiciarlo y llevarlo a una cárcel de máxima seguridad por divulgar secretos de los Estados Unidos.

- Señor... Estoy un poco confundido con lo que usted quiere decir... - le dije mirándolo un tanto preocupado por lo que me dijo pero a la vez con una curiosidad como si tuvieran la llave al País de las Maravillas.

- Lo que hablaremos y vera a continuación deberá quedarse aquí mismo sin ser divulgado. ¿Escucho alguna vez usted sobre La Batalla de los Ángeles? – me lo pregunto mirándome mientras sacaba de su maletín un sobre marrón. -

- Solo supe lo que todos... que un grupo de japoneses había llegado en avión a las costas de Los Ángeles y que nuestras fuerzas pudieron neutralizarlas antes de que suceda algo peor.

- Veo que lee las noticias y las recuerda. Me gusta eso, pero no es justamente lo que ocurrió allí. – Del sobre saco unas hojas de informes y me paso una fotografía – Durante la noche del 25 de Febrero de 1942 recibimos un informe de que un objeto, u objetos, habían traspasado el espacio aéreo de nuestro país que causo un susto en nuestros hombres. El objeto fue reportado a las 3:16 AM y nuestra artillería antiaérea continua disparando hasta las 4:14 de esa misma mañana. Sin embargo durante aquella lucha frenética – yo tome la foto y la miraba – algunos de nuestros soldados se dieron cuenta que los supuestos atacantes no eran japoneses.

- ¿Qué es esto? – preguntaba yo con el rostro estremecido mirando aquella foto. En ella se veían las luces de los artilleros disparando y alumbrando a un objeto brillante.

- Eso Teniente Segundo Clark es una nave que no es de este mundo.

- ¿Usted quiere decir marcianos o seres de Venus?

- No, no sabemos de donde serán pero el objeto se presentó ante nosotros no con intenciones de atacar como lo demostró el resultado de este "malentendido". Al parecer, según nos lo dijo un  Comandante que estuvo presente en ese momento, eso trataba de descender pero fue ahuyentado por los disparos con que fue recibido.

- ¿Esto es real? – les pregunte.

- Tan real como tú, el Teniente Twining y yo. Lo que necesita el Teniente es gente de confianza que investigue a estos objetos y sus tripulantes. Más que nada para averiguar sus intenciones en este mundo y si son de fiar. Por eso pedimos discreción ante todo. No queremos un segundo show de Orson Welles.

Yo me sentía un poco mareado, la noticia me llego como bomba, no sabía porque me habían llamado, pero esto era más grande de lo que pude haber imaginado. Washington y Nueva York no serían nada con lo que podría llegar si llego a descubrir que es esto. Sentía que tenía en mis manos una de tablas de los mandamientos, algo que podría cambiar mi percepción del mundo.

- Acepto. Acepto el trabajo. – lo dije sin dudar.

- Me alegra escuchar eso señor. Es bueno saber que elegimos gente que no nos decepcionaría. – me estrecho la mano – Ahora, durante esta semana recibirá un llamado para investigar su primer caso y ver qué solución o veredicto llega usted. Tendrá un agente con el que podrá contactarme y darme los resultados de su informe. – En ese momento, cerró su maletín, se levantó saludándonos y se dirigía a la puerta.

- ¿A quién debo investigar? – le pregunte.

- El Viejo le dará la información. Es un hombre de negocios que también es piloto. Su nombre es Kenneth Arnold.

Proyecto Libro AzulWhere stories live. Discover now