Capítulo 5: Misterios en la mansión.

106 10 9
                                    

Capítulo 5: Misterios en la mansión.

Observo el panel con una mezcla de miedo y confusión. ¿Qué hace el sello de un clan antimagia en la mansión de Diamantina Ratliff?

Me acerco otro paso para examinar más de cerca el sello, pero antes de poder hacerlo escucho unos presurosos pasos acercarse. A mi mente llegan las reglas de las Ratliff, una de ellas prohíbe expresamente que vague con libertad por los pasillos de la mansión. Si me atrapan en un sitio donde se supone que no debo estar, es probable que no me dejen otro segundo sola para cerciorarse que siempre cumpla las reglas. Y yo necesito mi libertad para poder investigar más.

Retrocedo sobre mis pasos con rapidez, corriendo por un nuevo pasillo que me lleva directamente al vestíbulo. Miro a mis espaldas antes de subir las escaleras directo a mi dormitorio, fingiendo que los últimos minutos no han ocurrido.

***

La música suena atronadora y vibrante, incluso a través de la puerta cerrada de la habitación. Suspiro, sintiéndome estresada y me lanzo sobre la cama, poniéndome una almohada sobre la cabeza para amortiguar el ruido.

—Vas a necesitar mucho más que una almohada de algodón para dejar de escuchar —me dice Sandra en voz lo suficientemente alta para escucharla a través de la tela.

Me quito la almohada de la cabeza y suelto un sonoro suspiro.

—Nunca he comprendido ese deseo de poner música electrónica a todo volumen. ¡Hace retumbar toda la casa! Es totalmente fastidioso.

—Elara, es algo normal en los adolescentes poner música alta, beber y bailar —me dice ella con suavidad, mirándome un poco extrañada. La miro. Sandra es joven, debe tener solo unos pocos años más que las gemelas. Sus gestos siempre son tímidos, no parece ser la clase de persona que le guste estar en fiestas. Pero debe haber presenciado muchas, muchas fiestas de las gemelas Ratliff.

Sus palabras no se refieren a sí misma, sino que intenta entender mi reticencia a las fiestas adolescentes. <<Luzco como una chica de diecisiete años, claro que le parece raro que no me gusten las fiestas>>.

Gran error de mi parte.

Me reprocho mentalmente mi metedura de pata.

Se supone que tengo que fingir ser una adolescente común y corriente para pasar lo más desapercibida posible de los Clanes. Eso significa que tengo que actuar igual a ellos, ser como ellos. No basta solo con tener una cara joven, tengo que convertirme en una adolescente en cuerpo y mente. El éxito de mi misión depende de ello.

Además... Quizá el hechicero de hielo novicio esté entre los invitados de las gemelas.

Me apoyo sobre los codos para mirar mejor a Sandra, quien está sentada en un sillón leyendo un libro de romance.

—Es que me fastidia estar aquí encerrada, ¿sabes? —imprimo en mi voz el mismo tono de voz irritado que he escuchado en muchos jóvenes en el Glaciar—. No soy demasiado unida con mis hermanastras, pero es súper molesto que ellas estén dando la fiesta del año y no me hayan invitado. Estoy que lloro del aburrimiento.

Sandra me sonríe con lástima.

—Me gustaría poder ayudarte, pero me temo que las gemelas me despedirían si te permito salir de tu habitación.

Sí, las gemelas y Diamantina asignaron a Sandra como mi vigilante para asegurarse de que no arruine su fiesta de inicio de año.

Suelto otro suspiro frustrado y me levanto.

Me acerco a la ventana y miro al exterior. Mi ventana da directo hacia el jardín posterior y a la piscina. Tengo una vista aérea de cómo se desarrolla todo el evento.

Cenicienta. (Cuento de Hadas #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora